Un informe indica que es posible recuperar 12 millones de hectáreas de vegetación nativa en Brasil

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Reforestación/Leticia Garcia

Se estima que esa restauración forestal secuestraria 1,39 megatoneladas de CO2 de la atmósfera y expandiría un 200% la conservación de la biodiversidad sin detrimento de la producción agropecuaria

AGENCIA FAPESP/DICYT – Brasil ha perdido 71 millones de hectáreas de vegetación nativa durante los últimos 30 años –un área mayor que la que ocupa las tierras públicas federales en la Amazonia Legal– como consecuencia de la deforestación y de los incendios forestales, entre otros factores, según consignan datos del Proyecto de Mapeo Anual de la Cobertura y el Uso del Suelo en Brasil (MapBiomas). Como ese desmote se produjo sin una planificación ambiental y agrícola, buena parte de esas áreas quedaron abandonadas o mal utilizadas, o entraron en un proceso de erosión por el cual se volvieron impropias para la producción de alimentos o para cualquier otra actividad económica.

Pero la restauración forestal puede generar una disminución de al menos parte de este perjuicio, al permitir la recuperación estratégica de 12 millones de hectáreas de vegetación nativa en todo el país para el año 2030, según se consigna en el Plan Nacional de Restauración Ecológica. De esta forma, sería posible secuestrar 1,39 megatoneladas (Mt) de dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera, interconectar fragmentos naturales en el paisaje y aumentar un 200% la conservación de la biodiversidad.

Estas estimaciones figuran en el sumario para tomadores de decisiones del informe temático intitulado “La restauración de paisajes y ecosistemas”, presentado el día 23 de agosto en el Museo del Medio Ambiente, del Instituto de Investigaciones Jardín Botánico, con sede en la ciudad de Río de Janeiro.

Este documento es producto de una colaboración entre la Plataforma Brasileña de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (BPBES, por sus siglas en inglés), que cuenta con el apoyo del Programa Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de São Paulo – FAPESP de Investigaciones en Caracterización, Conservación, Restauración y Uso Sostenible de la Biodiversidad (BIOTA-FAPESP), y del Instituto Internacional de Sostenibilidad (ISS), y fue elaborado por un grupo de 45 investigadores de 25 instituciones brasileñas.

“El sumario muestra que las cuestiones ambientales [la conservación y la restauración ecológica] y la producción agrícola son interdependientes y pueden andar juntas, sin ocasionar perjuicios a ninguna de las partes. Al contrario: solo aportan beneficios directos, tales como la disponibilidad de polinizadores de los cultivos agrícolas, la conservación del agua y del suelo y, fundamentalmente, la posibilidad de la certificación ambiental de la producción, que permite agregarle valor”, declaró a Agência FAPESP Ricardo Ribeiro Rodrigues, docente de la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz de la Universidad de São Paulo (Esalq-USP) y uno de los autores del documento.

En el sumario se hace hincapié en que Brasil cuenta con grandes oportunidades para impulsar la restauración y la recuperación de la vegetación con miras a expandir la generación de beneficios socioeconómicos y ambientales, minimizar la competencia de los bosques con las áreas agrícolas y aportar al combate contra los cambios climáticos.

No obstante, para que estas oportunidades se conviertan en realidad, el país no puede retroceder en sus políticas ambientales de reducción del desmonte, conservación de la biodiversidad e impulso a la recuperación y la restauración de la vegetación nativa a gran escala, según ponderan los autores.

El fin de la obligatoriedad de Reserva Legal, el achicamiento de las alternativas de conversión de multas y la extinción de los foros de colaboración y coordinación entre actores gubernamentales y de la sociedad constituirían pérdidas irreparables en lo concerniente a una política de adecuación ambiental, afirman.

Los autores también ponderan que Brasil ha asumido el rol de líder en las negociaciones ambientales internacionales y cualquier ruptura de ese camino, además de alejar oportunidades, ahuyentará a los mercados internacionales consumidores de productos agrícolas. Sucede que, cada vez en mayor medida, esos agentes se pautan por la producción y el consumo sostenible, lo que incluye a las políticas de no consumo de productos provenientes de áreas deforestadas.

“Brasil no debería tener ningún tipo de dificultad para colocar sus productos agrícolas en el mercado internacional, pues la diferencia la marcaría una agricultura sostenible practicada en ambientes de elevada diversidad natural. Este es un activo que ningún otro país posee”, sostuvo Ribeiro Rodrigues.

Aumento de productividad

De acuerdo con el documento, la intensificación sostenible de la ganadería brasileña constituye un proceso clave para incrementar la productividad del sector y liberar las áreas agrícolas de menor productividad para el cumplimiento de leyes y metas ambientales.

El aumento de la productividad promedio de la ganadería brasileña de 4,4 a 9 arrobas por hectárea por año [una arroba equivale aproximadamente a 15 kilos en Brasil] permitiría no solo alcanzar la meta brasileña de recuperar 12 millones de hectáreas de vegetación nativa para 2030 sino también terminar con el desmonte ilegal y liberar 30 millones de hectáreas para la agricultura.

“Tres cuartas partes del área agrícola brasileña están ocupadas actualmente por la ganadería, con una bajísima productividad media. Si tuviésemos una buena política agropecuaria, orientada a la tecnificación de la ganadería, sería posible incrementar la productividad de esta actividad y así liberar al menos 32 millones de hectáreas de pasturas para distintos cultivos manteniendo la misma cantidad de cabezas de ganado actual”, dijo Ribeiro Rodrigues.

El aumento de la productividad de las pasturas durante los próximos 30 años sería suficiente, considerando toda la extensión de Brasil, para asegurar el cumplimiento de las leyes y las metas ambientales, tal como puede corroborarse en los resultados regionales, según afirman los investigadores.

En la Amazonia, por ejemplo, para contemplar todas las metas de producción agrícola y forestal, de eliminación del desmonte ilegal y de recuperación de la vegetación nativa –con miras a legalizar ambientalmente las propiedades rurales y también potencializar los servicios ecosistémicos–, sería preciso incrementar la productividad de las pasturas del nivel actual del 46% a entre el 63% y 75% de su potencial sostenible en 15 años.

En el Bosque Atlántico, ese mismo proceso requiere de un aumento del actual 24% a entre el 30% y el 34% de su potencial. Y tal incremento es posible tan solo aplicando el conocimiento básico de manejo de pasturas. En el Cerrado, la sabana brasileña, bastaría con trepar del 35% vigente al 65% de su potencial sostenible hasta 2050 para armonizar la expansión agrícola sostenible, la restauración en áreas prioritarias y la eliminación del desmonte ilegal.

“No existe ninguna justificación para el desmonte que está ocurriendo en la Amazonia y en el Cerrado ahora, porque estamos generando aún más ganadería de baja productividad”, afirmó Ribeiro Rodrigues.

Según el documento, el aumento de la productividad en las áreas que ya son agrícolas y la implementación de modelos económicos alternativos en las áreas con menor potencial agrícola –como aquellas que son objeto de restricciones a la producción mecanizada, las ocupadas por vegetación nativa, las selvas nativas con aprovechamiento económico sostenible y los sistemas agroforestales biodiversos– son también esenciales para impulsar los beneficios económicos directos e indirectos a corto plazo.

Si se suman la exploración económica de las áreas marginales restauradas con fines comerciales, tales como los sistemas agroforestales biodiversos, y las ganancias que aporta el uso de esas áreas en lo concerniente a la compensación de Reserva Legal de propiedades rurales con débito ambiental, se vuelve factible económicamente la reconversión de áreas agrícolas marginales en vegetación nativa.

En Paragominas, en el estado norteño de Pará, en tan solo cuatro años, propiedades ganaderas irregulares ambientalmente y de baja productividad regularizaron sus requisitos ambientales legales e incrementaron la productividad de la producción agropecuaria cuatro veces, y también empezaron a explotar la Reserva Legal en forma sostenible, plantando especies madereras y plantas frutales nativas y diversificando la producción, se ejemplifica en el sumario.

“Existen varios otros ejemplos de proyectos de ganadería sostenible en Brasil en los cuales se tecnifican las mejores áreas para las pasturas y las áreas marginales, que son las Áreas de Preservación Permanente [APPs] para la protección del agua, el suelo y la biodiversidad. Las áreas agrícolas de menor aptitud agrícola, que se incluyen en el concepto de reserva legal, están ocupadas con bosques económicamente biodiversos, para la recuperación ambiental y productiva de la propiedad”, dijo Ribeiro Rodrigues.

Restauración planificada

De acuerdo con Carlos Joly, docente de la Universidad de Campinas (Unicamp, São Paulo, Brasil), quien integra la coordinación de la BPBES y del BIOTA-FAPESP, Brasil tiene la oportunidad de desarrollar un programa de recuperación de la vegetación nativa sin parangón en el mundo para áreas forestadas del Bosque Atlántico y de la Amazonia. Sucede que el país puede contar con una gran diversidad de especies en proyectos de restauración.

“Existen grandes y exitosos proyectos grandes de restauración en marcha en países como a China, pero la diversidad de especies utilizadas es baja, pues la variedad que poseen es mucho menor que la encontrada en el Bosque Atlántica y en la Amazonia, por ejemplo”, comparó.

La alta diversidad de especies hallada en esos biomas brasileños permite que la restauración sea mucho más funcional, explicó Joly. “Al margen de las ventajas comunes, tales como la mejora de la estabilidad del suelo y el aumento de la retención de agua –y, por consiguiente, la mayor recarga de acuíferos–, un programa de restauración con alta diversidad de especies permite incluir plantas que pueden ser fuentes de alimentos o que son importantes para el mantenimiento de polinizadores como las abejas”, dijo.

Uno de los cuellos de botella con miras a implantar grandes proyectos de restauración en biomas como la Amazonia reside en la disponibilidad de plantas, según consignan los investigadores. Pero este problema se solucionaría en la medida en que aumentase la demanda, ponderan.

“Si realmente existe voluntad política para implementar programas de restauración a gran escala, el mercado de producción de plantines se activaría inmediatamente, pues existe el conocimiento suficiente”, afirmó Joly.

“Hoy en día se hace difícil encontrar una alta diversidad de plantas de especies nativas destinadas a la restauración porque la demanda es muy baja. Pero al establecer un programa de restauración, es posible reactivar toda una cadena, que va desde la recolección de semillas, pasa por el plantío y llega hasta el seguimiento de las plantas en el campo”, afirmó.

Cuando se la planifica bien y se la implementa en el paisaje, la restauración puede aumentar más de un 200% la conservación de la biodiversidad, se apunta en el sumario.

En el Bosque Atlántico, por ejemplo, la recuperación del débito de Reserva Legal (de 5 millones de hectáreas) puede evitar hasta un 26% la extinción de especies (2.864 especies de plantas y animales) y secuestrar 1.000 millones de toneladas de equivalente de CO2. La relación costo-efectividad de este escenario es ocho veces mayor si se la compara con un contexto sin priorización espacial, lo cual aumenta un 257% la extinción evitada de especies y un 105% el secuestro de carbono, aparte de reducir los costos un 57%.

La conducción de la regeneración natural en áreas con condiciones ambientales y socioeconómicas favorables en el bioma puede reducir hasta un 77% el costo de implementación de la restauración durante los próximos 20 años.

“Mediante el empleo de herramientas de modelado, actualmente es posible evaluar el costo-beneficio de la

restauración con distintas funciones para obtener la mayor diversidad posible de especies arbóreas o la mayor eficiencia en términos de costo del área y de la mano de obra empleada”, dijo Joly.

“Al cruzar estos objetivos, los sistemas de modelado permiten mapear y seleccionar áreas con mayores probabilidades de alcanzar los objetivos de bajo costo, con la mayor diversidad de especies y efectividad de restauración. Así es posible aumentar la escala de restauración”, explicó.

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