DICYT – Un estudio que acaba de publicarse en la revista ‘Aquatic Invasions’ ha constatado que más de 50 especies no nativas han encontrado su lugar en las Islas Galápagos (Ecuador), casi 10 veces más de lo que los científicos pensaban. El trabajo ha sido desarrollado por el Centro de Investigaciones Ambientales Smithsonian, el Williams College y la Fundación Charles Darwin (Estados Unidos).
En total, se han registrado 53 especies marinas introducidas en este ecosistema Patrimonio Mundial de la UNESCO, una de las áreas marinas protegidas más grandes de la Tierra. Antes de que se publicara este estudio, los científicos solo conocían cinco, según la información del Smithsonian recogida por DiCYT.
“Se trata del mayor incremento de especies exóticas reconocidas reportado en una región marina tropical en el mundo”, subraya el autor principal James Carlton, profesor emérito Williams College.
Las Galápagos se encuentran en el Pacífico ecuatorial, aproximadamente a 600 millas al oeste de Ecuador. Famosas por la visita de Charles Darwin en 1835, las islas han sido reconocidas por su extraordinaria biodiversidad. Pero con su fama, el tráfico de personas se ha disparado. En 1938, unas 700 personas vivían en las Galápagos. Hoy en día, más de 25.000 personas viven en las islas, y casi un cuarto de millón de turistas las visitan cada año.
“Este aumento en las especies exóticas es un descubrimiento sorprendente, especialmente porque en este estudio inicial se examinó solo una pequeña fracción de las Islas Galápagos”, asegura Greg Ruiz, coautor y biólogo marino del Smithsonian.
Carlton y Ruiz comenzaron su estudio en 2015, con Inti Keith de la Fundación Charles Darwin. Llevaron a cabo estudios de campo en dos de las islas más grandes de Galápagos: Santa Cruz y Baltra. El equipo documentó 48 especies no autóctonas en las Galápagos. La mayoría de ellas (30) fueron nuevos registros. Otras 17 eran especies que los científicos ya sabían que vivían en las Galápagos, pero que antes se creía que eran nativas. Una última especie, ‘Watersipora subtorquata’, se recolectó en 1987 pero no se había identificado hasta ahora.
Ascidias, gusanos marinos y briozoos constituyen la mayoría de las especies no nativas registradas. Casi todas llegaron probablemente de forma inadvertida en barcos de los mares tropicales de todo el mundo. Algunos de los descubrimientos más preocupantes incluyen el briozoo ‘Amathia verticillata’, conocido por ensuciar las tuberías y los aparejos de pesca y matar los pastos marinos, y el mejillón ‘Leiosolenus aristatus’, que los investigadores ya han visto perforando los corales de Galápagos.
Para reducir futuras invasiones, las Galápagos ya cuentan con uno de los programas de bioseguridad más estrictos del mundo. Los buques internacionales que ingresan a la Reserva Marina de Galápagos pueden anclar solo en uno de los puertos principales, donde los buzos inspeccionan el buque. Si los buzos encuentran alguna especie no nativa, se solicita a la embarcación que se marche y se limpie el casco antes de regresar para una segunda inspección.
Aún así, señalan los autores, los riesgos siguen siendo altos. La expansión del Canal de Panamá en 2015 puede llevar al pez león del Indo-Pacífico, un depredador importante en el Caribe, a la costa del Pacífico de América Central. Una vez allí, podría llegar a las Galápagos, donde su probabilidad de éxito sería muy alta. Otra posible llegada es el coral copo de nieve del Indo-Pacífico, que ya ha causado la muerte generalizada de corales nativos en el continente sudamericano.