DICYT – De marzo a diciembre de cada año, los pingüinos de Humboldt anidan en vastas colonias en las costas de Perú y Chile. Los afortunados encuentran un hábitat privilegiado para sus nidos en profundos depósitos de guano calcáreo donde pueden excavar madrigueras protegidas. El resto debe buscar afloramientos rocosos u otros espacios protegidos que estén más expuestos a depredadores y condiciones ambientales extremas.
En un nuevo estudio, los investigadores observaron marcadores metabólicos en la sangre de 30 pingüinos de Humboldt que anidan en el Área Marina Protegida de Punta San Juan, en Perú. Los científicos querían saber si había diferencias metabólicas entre los pingüinos que anidan en las madrigueras ricas en guano frente a los de las áreas expuestas.
El éxito de la anidación es fundamental para la supervivencia a largo plazo de los pingüinos de Humboldt como especie. Tras décadas de recolección de guano de aves a finales del siglo XIX y principios del XX, una práctica eventualmente reemplazada por métodos más sostenibles, se agotaron los depósitos históricos de la costa peruana y las islas cercanas que proporcionaron hábitat para los pingüinos que anidan. La extracción de guano, el cambio climático y otras amenazas han provocado una disminución drástica de las poblaciones de pingüinos de Humboldt en toda su área de distribución. Hoy en día, solo hay alrededor de 32.000 aves, en comparación con los cientos de miles que había hace menos de un siglo, y su número continúa disminuyendo.
“Punta San Juan y otras áreas marinas protegidas y reservas a lo largo de la costa de Perú todavía proporcionan algunos buenos depósitos de guano en los que los pingüinos pueden cavar para hacer sus nidos”, señala Michael Adkesson, vicepresidente de clínica médica de la Sociedad Zoológica de Chicago, que opera el Zoológico de Brookfield.
“Sabemos por estudios de biólogos peruanos que los pingüinos producen polluelos con mayores tasas de supervivencia cuando son capaces de excavar nidos en depósitos de guano”, asegura Adkesson. “Así que queríamos ver si podíamos detectar, basándonos en la sangre de estas aves, diferencias metabólicas que indiquen que los pingüinos que anidan en sitios menos ideales están usando más energía por estar más expuestos al clima y a depredadores”.
Su trabajo reveló que los pingüinos que anidan en lugares protegidos y los que lo hacen en no protegidos tenían patrones consistentes y distintos en varios azúcares de la sangre. Los niveles de azúcar en sangre que mejor predijeron el hábitat de anidación de las aves fueron la arabinosa, la maltosa, la glucosa-6-fosfato y la levoglucosenona.
Este último azúcar es un subproducto metabólico de la exposición a un contaminante, el levoglucosano, que se genera al quemar celulosa. Prender fuego a los desechos agrícolas es común en las regiones cercanas a la colonia de anidación. Los incendios forestales también generan levoglucosano. Este metabolito fue mayor en las aves de los nidos expuestos.
“Este hallazgo inesperado es uno de los pocos indicadores que tenemos de que los pingüinos desprotegidos están expuestos a más contaminación del aire que sus contrapartes en madrigueras”, afirma Schaeffer.
Las diferencias en los otros sacáridos probablemente reflejen el estrés metabólico adicional que experimentan los pingüinos en los nidos expuestos, sugieren los investigadores, aunque se necesita más investigación para desentrañar las relaciones entre estos metabolitos y su salud.
“Esta es otra herramienta para comprender qué está pasando con los pingüinos en esta región”, explica Adkesson. “Sabemos que los pingüinos pueden adaptarse a la falta de un buen hábitat de anidación hasta cierto punto, pero no es apropiado para la supervivencia a largo plazo de la especie. Esperamos que, al observar lo que está sucediendo en su sangre, podamos predecir mejor cómo los cambios en el medio ambiente afectarán a su salud y a su éx0ito reproductivo, con el objetivo final de dar forma a estrategias de conservación que protejan a los pingüinos y su hábitat”.