Los desafíos sociales necesarios de abordar en la discusión venidera Nueva Constitución para Chile: ¿Qué hay del Medio Ambiente?

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Hoy más que nunca el calentamiento global preocupa a distintos países por alcanzar niveles históricos de contaminación, tanto así que el 22 de abril de este año, más de 160 naciones firmaron el Acuerdo de París para el Cambio Climático. De cara a una nueva Constitución en Chile, cuya etapa participativa está en pleno proceso, se vuelve necesario sumarse a esta discusión y definir cuál es la relación que tendrá la sociedad con la naturaleza.

Qué importancia tiene para las personas el entorno natural es una de las preguntas que hoy más que nunca debiera plantearse la sociedad chilena en medio de los estragos que ha sufrido el ecosistema a nivel mundial y, ante los cuales, la comunidad internacional ha reaccionado firmando el Acuerdo de París para el Cambio Climático, el pasado 22 de abril.

En pleno desarrollo de la etapa participativa del Proceso Constituyente en nuestro país, los académicos de la Facultad de Ciencias Sociales hablaron sobre cómo relevar el Medio Ambiente como uno de los temas y problemas sociales fundamentales a la hora de construir una nueva Constitución. De poco sirve, según ellos, crear distintas leyes sobre medio ambiente si temas como estos no se consagran y actualizan constitucionalmente.

Si bien en el artículo 8° del capítulo III de los Deberes y Derechos Constitucionales de la actual Constitución se establece “el derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación” y que “es deber del Estado velar para que este derecho no sea afectado y tutelar la preservación de la naturaleza”, se trata de un concepto “individualista” y muy restringido ya que alude al daño que le puede producir solo a la vida humana, ignorando los efectos que tienen las operaciones sociales en la naturaleza más allá del impacto que esto tenga en las personas.

“Lo más importante es entender que cuando hablamos de medio ambiente nos referimos a una compleja relación entre la sociedad y su entorno natural, cuyos límites son complejos de establecer porque si hablamos solamente de individuos, entonces ¿cómo se podrían defender territorios naturales que son relevantes para el país donde no vive nadie, y son más bien zonas prístinas?”, cuestionó Anahí Urquiza, académica del Departamento de Antropología.

La dimensión que falta por incorporar de Medio Ambiente

Al añadir la dimensión territorial, se podría ampliar el alcance de un derecho constitucional ambiental. Así, por ejemplo, el territorio no sería solamente un tema de soberanía, jurisdicción o propiedad, sino que entraría íntegramente como un componente socio-ambiental. “Lo que se llama medio ambiente es en realidad una cadena de relaciones entre poblaciones humanas y su entorno, y por ende lo ‘humano’ es solamente una parte de ella”, argumentó la académica.

“Piense en esto, ¿cómo defender de un daño ambiental a territorios amplios pero escasamente poblados? Aún más, ¿se puede depredar el medioambiente en aras de ‘proteger’ la salud y vida humana?”, cuestionó la docente. Por ello, en definitiva, un concepto adecuado de medio ambiente para el mundo de hoy debe considerar la protección del territorio en todo sentido, no solamente por su daño a la salud humana.

Chile es un país muy despoblado, cuya densidad demográfica es muy baja en comparación con otros países, concentrando una alta cantidad de habitantes en la zona central. “En el norte de Chile tenemos grandes extensiones de territorio despoblado, principalmente desiertos pero también ecosistemas que son frágiles, como los bofedales del altiplano que son muy ricos y se ubican en lugares donde no vive nadie. Aysén es otra región muy despoblada y de una riqueza ecosistémica a nivel internacional”, detalló Urquiza.

A lo largo de nuestro país, existe una gran diversidad de territorios que se podrían y deberían proteger, protegerlos de nosotros mismos –señala la antropóloga– ya que considerando que en Chile se mantiene un modelo económico extractivista, basado en la generación de riquezas a partir de recursos primarios, “todo lo que significa explotación de recursos naturales resulta atractivo porque tenemos regulaciones muy flexibles para los inversionistas externos. Es barato venir a explotar recursos naturales a Chile”, comentó.

Disociaciones mentales frecuentes en la sociedad

Cotidianamente, las personas realizan acciones que se contraponen a lo que piensan, creando lo que el profesor de Psicología Rodolfo Sapiains define como “disociaciones mentales”. Un claro ejemplo de este fenómeno es creer que el medio ambiente es importante, que hay que protegerlo y cuidarlo, sin embargo, en la práctica las personas son extremadamente consumistas. “La gente consume y consume, pero no ve que en general ese estilo de vida es el que está generando el problema ambiental”, señaló.

Desde hace 40 años, los científicos han señalado que las grandes causas de los problemas ambientales que subsisten en el planeta se deben al tamaño de la población o explosión demográfica, el consumismo y el uso de tecnología inadecuada. Chile carece de problemas de sobrepoblación, no obstante, según Sapiains tenemos un alto nivel de consumo, que es insostenible para el medio ambiente y un uso de tecnología inadecuada, pese a que en los últimos años se ha avanzado en la introducción de recursos renovables.

Se produce así una disociación en la mente de las personas que hace que no tengan conciencia sobre el origen de los objetos que compran. Ejemplo de ello es cuando la gente compra carne y lo hace sin pensar que dicha carne era un animal. Muchas personas para ayudar al cuidado de la naturaleza optan por reciclar desechos, lo que está muy bien pero “si solo reciclas y el resto de tus acciones no son sustentables, lo que estás haciendo se pierde inmediatamente, entonces el tipo de relación que necesitamos y queremos tener como sociedad chilena con la naturaleza es una discusión fundamental”.

Luego, las consecuencias del cambio de mentalidad tienen que recaer en prácticas, en transformaciones globales de la sociedad chilena y definiciones respecto del tipo de sociedad y país que queremos tener. Eso implica discutir el tipo de energía que se utilizará, cuestionar la cultura en que se habita y determinar si se quiere continuar viviendo en el consumismo más radical.

¿Qué hay de las futuras generaciones?

La discusión que se pueda dar en torno a la importancia de proteger el medio ambiente en todas sus dimensiones parece contemporánea, sin embargo, la sociedad también se enfrenta a otros problemas que involucran a las próximas generaciones. “Cuando hablamos de Constitución, tenemos que preguntarnos si no es también el momento para analizar cómo protegemos a nuestros hijos e hija y al país en el cual ellos vivirán. En cuanto a cambio climático, ya hay cierta discusión a nivel internacional sobre el derecho de las generaciones futuras”, señaló Anahí Urquiza.

Para ello, es necesario esclarecer cuál es la relación que la sociedad desea tener con la naturaleza. Si se piensa que la naturaleza es el almacén del cual se extraen productos –que es la mentalidad del siglo XVIII, XIX y gran parte del siglo XX– “los resultados están a la vista y nos encontramos con una marcada contaminación”, señaló Rodrigo Sapiains.

Precisamente, en estos últimos 200 años el progreso se ha levantado desde una mirada antropocéntrica, basada en la idea de progreso ilimitado y que la naturaleza es un depósito de insumos para el desarrollo humano. “Todavía tenemos esa ambigüedad y disyuntiva con la naturaleza sobre qué es y qué hacer con ella”, enfatizó el profesor.

Por otro lado, la falta de preocupaciones más locales como la indiscriminada explotación por la industria de la silvicultura hará que “nuestros hijos carezcan de bosques nativos, lo que se relaciona también con una sobreexplotación de los recursos acuíferos. ¿Qué calidad de agua le dejaremos a las próximas generaciones? Yo creo que ese tipo interrogantes se debieran plantear socialmente, más aún en la Constitución”, finalizó la académica.

Carolina Escobar, periodista Facultad de Ciencias Sociales Universidad de Chile.

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