UNAL/DICYT La polimedicación, que se da cuando un paciente toma cuatro o más medicamentos, puede llevar a cambios fisiológicos y farmacocinéticos, según la manera cómo interactúan estos entre sí y con el cuerpo.
Frente a esta situación, la enfermera Roxana de las Salas, doctora en Ciencias Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) y profesora de la División de Ciencias de Salud de la Universidad del Norte, plantea la estrategia de “deprescribir”, que busca disminuir la carga de medicación, evaluar el potencial daño que esta ocasionaría y optimizar la calidad de vida de las personas.
Este es un proceso planificado, supervisado y relacionado con reducir dosis o interrumpir un medicamento que puede causar daño, no proporcionar beneficios o ser inapropiado.
Producto de su tesis doctoral, la docente creó un algoritmo de deprescripción que guía paso a paso el proceso para identificar, evaluar y tomar decisiones en torno a la medicación.
Lo interesante de su algoritmo es que invita a revisar el proceso regular a tener en cuenta, y visibilizar y escuchar la información de los pacientes y sus cuidadores, que suelen ser una fuente importante para tomar decisiones cuando se presentan efectos adversos en el hogar.
“El otro aspecto que se desarrolló fue el de los criterios de deprescripción de la prescripción potencialmente inapropiada (PPI) en un listado con recomendaciones basadas en evidencia para tomar decisiones sobre fármacos de uso crónico, de mayor consumo, de baja o nula eficacia, tratamientos profilácticos y con riesgo beneficio desfavorable para el paciente”, argumenta la doctora.
Agrega que actualmente se desarrollan fases de intervención, es decir, revisar el desempeño y potencial impacto de esas herramientas en entornos reales a través de una convocatoria en conjunto con MinCiencias.
Otra situación que se debe tener en cuenta es la cascada de la prescripción, que se refiere al uso de medicamentos para tratar efectos adversos de otros, lo que suele convertirse en un ciclo que propicia el incremento de medicamentos.
En adultos mayores la prevalencia de multimorbilidad, es decir, cuando el número de patologías que tienen es más de tres, está entre el 55 y 98 por ciento, lleva a opciones farmacológicas para controlarlas, explica la doctora De las Salas.
Esta polimedicación puede llevar a la PPI que, según datos disponibles, alcanza un 21 por ciento en India, 85 por ciento en España y 21 por ciento en Colombia (estudio de 2010).
Cuando los riesgos superan los beneficios
Durante la charla ‘Deprescripción: una estrategia que puede mejorar la calidad de vida de las personas mayores’, organizada por el programa Salud UNAL Contigo, de la Facultad de Medicina, la profesora De las Salas recordó que algunos autores indican que en algún momento, luego de recetar un fármaco, es clave analizar si es necesario disminuirlo o suprimirlo, o si sus riesgos superan los beneficios.
Según un estudio observacional adelantado en 2017 con 36.111 pacientes con enfermedad crónica realizado por el Servicio Farmacéutico de Operación Nacional, y teniendo como criterio de inclusión que fueran pacientes con diabetes mellitus tipo 2, se encontró que el 75 por ciento de ellos tenían más de cuatro medicamentos, lo que mostraría que el problema en el contexto colombiano es real y tiene una alta frecuencia.
“Aplicando los criterios de la Asociación Americana de Geriatría a este estudio en Colombia, se identificó que el 23,4 por ciento de los pacientes tenía presencia de PPI. Los medicamentos más asociados con esta fueron los inhibidores de la bomba de protones, que se usan para disminuir la secreción gástrica, sulfonilureas, antidepresivos y antiinflamatorios no esteroideos AINE”, revela la experta.
Por último, recalca que es clave que el paciente y la comunidad vea que en ocasiones menos medicamentos puede ser una buena opción, que puede retribuirse en más bienestar, sobre todo en pacientes crónicos con medicación excesiva que hace necesario evaluar los beneficios y efectos adversos.