El cambio climático no se frena con la pandemia

0
1152
Gases contaminantes en la ciudad.
Estudios científicos recientes muestran que el 2020 fue el quinto año consecutivo en el cual la Tierra estuvo más caliente respecto al anterior. La disminución de algunas actividades apenas alcanzó para reducir unas semanas la contaminación

UDEA/DICYT El planeta está enfermo y aunque en los meses iniciales de la cuarentena por la pandemia de la covid-19 se generó un panorama esperanzador ante la contaminación y el calentamiento global, la realidad científica muestra que la mejoría es leve, que no hay un cambio de fondo.

Un informe divulgado por la ONU en septiembre de 2020 muestra que el actual cambio climático no se detuvo en todo el año, pese a que hubo confinamiento extremo en muchas zonas del mundo, y que, por el contrario, la concentración de gases de efecto invernadero se incrementó y llegó a niveles no registrados hasta hoy.

El reporte ‘Unidos en la Ciencia 2020’, que presentó este panorama, fue coordinado por la Organización Meteorológica Mundial —OMM—, y en él se incluyeron datos y hallazgos de Global Carbon Project, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la Unesco, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y del Servicio Meteorológico del Reino Unido.

“Las emisiones se dirigen hacia niveles prepandémicos, luego de una disminución temporal causada por las cuarentenas y la desaceleración económica. Se espera que el mundo experimente —con 2020 incluido— sus cinco años más cálidos registrados, en una tendencia que es probable que continúe, y no está en camino de cumplir los objetivos acordados para mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 2 °C o en 1.5 °C por encima de los niveles preindustriales”, asegura el informe.

Juan Camilo Villegas Palacio, docente de la Escuela Ambiental de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Antioquia, afirmó que “esto significa que se mantiene la dinámica normal de los últimos 50 años. Al comienzo de 2020 teníamos una alta concentración de dióxido de carbono en la atmósfera y cuando la pandemia ya era una realidad, esa concentración bajó; por eso se generó la falsa creencia de que esto era efecto de las cuarentenas”.

El investigador explicó que “todos los años, durante el invierno en el hemisferio norte, en diciembre, enero y febrero, se registra el pico más alto de dióxido de carbono en la atmósfera, porque las plantas y los ecosistemas de los árboles de esa zona del planeta están inactivos; estos empiezan a despertar en la primavera, a partir de marzo, y están muy activos en junio, julio y agosto, cuando se presenta el pico más bajo de esa concentración de dióxido de carbono”.

Las cuarentenas estrictas por la covid-19 empezaron en enero de 2020 en China, se extendieron por el planeta hasta avanzado abril y se levantaron de manera gradual en el verano boreal, así que no fue más que una coincidencia con este comportamiento cíclico y natural de la Tierra.

“Lo que hicieron estos organismos de Naciones Unidas, como se debe hacer, fue mirar 2020 en contexto y al compararlo encontraron que es evidente que este año ha sido el de la concentración más alta de dióxido de carbono en la atmósfera desde que hay registros”, puntualizó Villegas.

Un engañoso cielo azul

Al optimismo también contribuyó el hecho de que, por algunas semanas, los cielos de varias ciudades altamente contaminadas lucieron diáfanos, como se notó en imágenes satelitales y foto grafías de la época.

Esto se debió, en gran medida, a que hubo una disminución de la emisión de dióxido de nitrógeno durante los picos de la pandemia, porque gran parte del transporte y una parte de la industria se paralizaron.

Un estudio del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la Nasa —elaborado a lo largo de la pandemia y cuyos resultados parciales fueron revelados en noviembre de 2020—, recogió datos de 46 países, procedentes de 5756 sitios de observación en tierra, que transmiten mediciones de la composición atmosférica por hora en tiempo casi real. En 50 de las 61 ciudades analizadas se detectaron reducciones de dióxido de nitrógeno de entre el 20 y el 50 %.

“Sabíamos quelas cuarentenas iban a tener un impacto en la calidad del aire, pero pronto también quedó claro que iba a ser difícil cuantificar cuánto de ese cambio está relacionado con las medidas de contención, frente a la estacionalidad general o la variabilidad en la contaminación”, dijo el investigador principal, Christoph Keller.

Álvaro Rúa Giraldo, docente de la Escuela de Microbiología de la Universidad de Antioquia y quien estudia la calidad del aire en el Valle de Aburrá, asegura que en esta parte del mundo hay dos factores a tener en cuenta al analizar la disminución de material particulado —pm— en la atmósfera.

“En Medellín no se presentó la segunda contingencia ambiental de cada año en 2020, que ocurre a partir de septiembre, porque tenemos dos eventos. Uno es la cuarentena por la pandemia, en especial al comienzo, en la etapa del aislamiento total, cuando la circulación del tránsito automotor se vio reducida en más de un 80 %, esa contaminación disminuyó; pero cuando las medidas se volvieron más flexibles, otra vez los niveles de contaminación volvieron a subir”, indicó el experto.

“Y luego llegó el fenómeno de La Niña, con los aguaceros constantes, con muchos milímetros de agua, lo cual causó el efecto natural de la lluvia, que es limpiar ese material particulado del aire y por eso no tuvimos esa segunda contingencia», sostuvo Rúa, y agregó que «si hiciéramos una medición de los contaminantes de las aguas del río Medellín y de las quebradas del Valle de Aburrá, vamos a encontrar una alta contaminación con productos químicos, asociadas a ese efecto barrido causado por las lluvias”.

 

- Publicidad -