Tormentas solares: su impacto en nuestro planeta e incidencia para la exploración espacial

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Tormentas solares
El profesor Juan Valdivia, de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, explica sus efectos sobre nuestra vida cotidiana y aborda la incidencia que este tipo de fenómenos pueden tener en la futura exploración espacial de otros planetas

UCHILE/DICYT Entender las condiciones en el clima espacial alrededor de los planetas es de gran importancia si la humanidad desea salir de la Tierra y establecer misiones permanentes en otros puntos del Sistema Solar. Frente a ese futuro cada vez más próximo, uno de los aspectos fundamentales es comprender el funcionamiento y los efectos de las tormentas solares.

Así lo explica Juan Valdivia, profesor de la Facultad de Ciencias, quien destaca que las tormentas solares que expulsan gran material del Sol pueden tener efectos concretos para nuestra civilización, a pesar de estar protegidos por un campo electromagnético. Sin embargo, aclara que ello sería más complejo en un lugar como Marte, que no cuenta con esa protección. “Por su estructura, nuestro planeta genera una fuerza que actúa sobre las partículas cargadas que componen el plasma que es expulsado por el Sol, y que evita que caigan a la superficie y nos golpeen deflectándolas. Esta interacción entre el viento solar y nuestro campo magnético es el mismo que se mide con la brújula”, explica.

Este astro también cuenta con un campo magnético, que genera “estas llamaradas, explosiones que liberan enormes cantidades de material, y que son las que pueden llegar luego a nuestro planeta. Cada once años se alterna entre fases activas y tranquilas, y en dos o tres años entraremos nuevamente a una activa, donde puede verse afectada nuestra rutina diaria”, sostiene Valdivia.

Consultado sobre los efectos que una tormenta solar puede tener, el académico recordó que las partículas solares expulsexadas en las tormentas afectan la electrónica de los satélites al llenarse de partículas con alta energía, por lo que deben apagarse. Esto se transforma en un problema debido a nuestra cada vez mayor dependencia de tecnologías, como las comunicaciones satelitales, o programas de posicionamiento, como Waze o Googlemaps.

“El problema de fondo es que podemos tener muy buena electrónica, pero eso encarece los satélites Habría que construir uno muy pesado para que sea resistente a todo, y hay que balancear qué tan grande y robusto es, y lo que se tendría que gastar. Lo que se hace hoy día es que hay varios satélites monitoreando el Sol y los especialistas avisan a los operadores que el clima espacial se complica para apagarlos a tiempo”, detalla Valdivia.

Incluso, la exposición sostenida de pasajeros o tripulantes en vuelos a grandes latitudes durante una tormenta solar puede provocar problemas de salud. “A un avión no le puedes cambiar la ruta de un momento a otro porque lo mandaste en una ruta con cierto combustible, necesitas 14 horas de anticipación al menos, por lo que se están haciendo inversiones para tratar de hacer predicciones a largo plazo de tormentas que afecten a la Tierra”, afirma.

Exploración espacial

En este sentido, asegura que es necesario constituir un servicio de clima espacial (como el del enlace ralacionado), similar al servicio meteorológico, que monitoree la actividad solar, que cuente con personas preparadas para comprender los fenómenos propios del clima espacial y pueda transmitir esa información públicamente. “Cuando se envíe gente a colonizar Marte, los participantes deben tener claro cómo estará el clima espacial en el planeta, y probablemente las colonias deberán estar protegidas de alguna forma, quizás en alguna caverna o bajo tierra. Pero también hay que pensar qué pasará cuando la nave espacial vaya en camino y se enfrente a una tormenta”, plantea.

El académico enfatiza que Marte no tiene dinámica interna ni magma, ni una parte líquida en su núcleo como la Tierra. Solo posee un débil campo magnético protegiéndolo de las tormentas solares, por lo que las partículas y los meteoritos pueden llegar más fácilmente a la superficie. Por otra parte, indica que cuando se quiera diseñar un viaje interestelar a planetas fuera del Sistema Solar “hay que entender cómo serán los climas espaciales, cómo será las dinámicas de sus estrellas, si esos planetas tienen campos magnéticos. Imagínate hacer ese viaje y que el planeta no tenga campo magnético o que la estrella sea demasiado activa. Tenemos la suerte de que hemos empezado a trabajar este tema para entender cuánto afecta lo que está sucediendo en torno a la Tierra o los planetas para saber cuán vivibles son”.

Finalmente, advirtió que si bien nuestro país cuenta, al igual que Argentina, con un laboratorio desarrollando esta área, “los más desarrollados en Latinoamérica son Brasil y México, que cuentan con una agencia de clima espacial y presupuesto de la nación asignado”.

 

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