LIBRO | Minga del cielo oscuro

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Siempre resulta complejo sentarse frente a una hoja en blanco con la finalidad de describir un proyecto, una experiencia, que nos ha dado tanto. Esta aventura que nació fruto de la casualidad, durante una amena conversación entre amigos, ha resultado ser un viaje maravilloso al centro de un proceso de creación grupal que confluye en un mismo punto: la necesidad de compartir y poner en valor concepciones, investigaciones y experiencias que nos pertenecen a todos y que forman parte de nuestro universo compartido.
El proyecto Qoyllur, término que en lengua quechua significa estrella / lucero, nació con la vocación de hacer dialogar al proceso de creación artística con la astronomía. Respondió a una hermandad de voluntades entre el Observatorio Europeo Austral (eso, European Southern Observatory) y el Centro Cultural de España en Santiago de Chile (cceSantiago), y su fin no fue otro que propiciar el diálogo distendido entre el arte y la ciencia, dos disciplinas que comparten elementos tan esenciales como son la libertad de imaginar y de investigar.

Qoyllur nació con la vocación de propiciar ese encuentro no fortuito, pero eliminando toda obligación de rendir cuentas al final del viaje. Qoyllur es la posibilidad de experimentar sin tener que dar nada a cambio, ya que lo primordial es la experiencia en sí, su fluir, y no el producto final. Y ahí radica la importancia de la selección del lugar y de los artistas invitados.
El Observatorio Europeo Austral, aparte de operar junto a sus socios del Gran Conjunto Milimétrico/submilimétrico de Atacama (alma, Atacama Large Millimeter/submillimeter Array), cuenta con otros dos observatorios en Chile: el observatorio de cerro Paranal y el de La Silla. Paranal es un observatorio de última generación, altamente tecnológico, puntero, con un constante fluir de investigadores y personalidades que se interesan en trabajar y visitar el conjunto del Very Large Telescope (vlt) que ahí se mantiene. El observatorio de La Silla es, por el contrario, pura magia.

La Silla es un lugar muy especial, único, un viaje a través del tiempo. Anclado en lo alto del cerro que le da nombre, en mitad de la inmensidad del desierto de Atacama, este lugar permite conectar con un territorio sembrado de suaves colinas rojizas cubiertas de petroglifos, un cielo al alcance de la mano, unas estrellas que lucen sin limitaciones y con uno mismo, desde un plano de humilde igualdad, pudiendo comprender que cada uno de estos elementos forma parte de un todo. En este peculiar lugar del mundo, el/la artista tiene la oportunidad de conectarse con esta inmensidad, disfrutando de una plena autonomía de movimientos y del incondicional apoyo del equipo eso en terreno. De esta manera, siempre ha sido un reto maravilloso invitar a aquellas personas que pudieran participar armoniosamente de esta oportunidad. Y es así como el primer nombre que nos vino a la mente en el año 2017 fue Cecilia Vicuña

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