UCHILE/DICYT El doctor Luis Quiñones, sub-director del Departamento de Oncología Básico Clínico (DOBC) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, impulsó la transformación de su laboratorio en mayo de 2020 para contribuir al análisis diagnóstico de muestras de personas sospechosas de estar contagiadas con el SARS CoV-2
Esta unidad, posteriormente, además se adjudicó un proyecto ANID con el fin de crear una herramienta para predecir la gravedad de cada paciente frente a esta infección.
En ese contexto, fueron contactados por el doctor Rodrigo Young, bioquímico chileno, académico del Institute of Ophthalmology de la University College London y co-fundador, además, de la empresa Diagnosis Biotech, recientemente instalada en nuestro país. “Su interés era hacer un estudio de cómo se contaminaban las superficies con este virus pues, dentro de estas, hay algunas que son muy personales, como son las de los celulares y los computadores. De hecho, lo más personal es el celular, porque recibe la exhalación cuando hablamos y el contacto digital cuando tocamos la pantalla al escribir o usar alguna aplicación. Entonces, iniciamos una investigación acerca de correlación entre la contaminación de estas superficies y el contagio individual; es decir, cuánto refleja esta superficie la carga viral que tiene la persona”.
El proyecto se puso en marcha con la participación del profesor Nelson Varela, también perteneciente al DOBC de la U. de Chile, la doctora María Alejandra Lavanderos y la estudiante de Doctorado en Ciencias Biomédicas Leslie Cerpa, todos miembros del laboratorio que encabeza el doctor Quiñones (uno de los dos que aporta esta casa de estudios a la red nacional para el diagnóstico de COVID-19), además de investigadores de la Universidad de Santiago, de la Clínica Dávila y de otras organizaciones.
Para ello, en primer término reunieron un grupo piloto de 540 muestras, incluyendo hisopado nasofaríngeo e hisopado de la pantalla de los smartphones de los participantes. “De hecho, la primera muestra fue la mía. Me contagié con COVID-19 en mayo del 2020, afortunadamente casi asintomático. Cuando partimos la investigación yo me hice el PCR y salió positivo, por lo que me fui a mi casa por dos semanas, y ahí tomamos muestras a mi teléfono y a mi notebook”, recuerda el académico.
Sistema de alta sensibilidad y especificidad
Las muestras de ese grupo piloto fueron procesadas en su laboratorio para establecer si había una correlación entre la muestra positiva de la persona y la de su celular, lo que fue corroborado. Así, el equipo multidisciplinario hizo un segundo grupo de muestras, esta vez de 764 en total, en el cual se probaron los protocolos de validación mediante análisis de sensibilidad y de especificidad.
“El de sensibilidad es para ver qué porcentaje de las personas que aparecen como positivas a la infección también tienen muestras recogidas en sus celulares con el mismo resultado, y esa cifra fluctuó entre 81 y 100 por ciento. Es decir, las personas que tenían mucha carga viral arrojaban un 100 por ciento de detección en la muestra de su teléfono; las que tenían una carga viral menor eran un poco menos detectables en sus celulares: alrededor del 80 por ciento. El análisis de especificidad, en cambio, orientado a saber si la muestra de superficie detecta de forma correcta los casos negativos, constató que esa especificidad está alrededor del 98 por ciento”.
El Dr. Quiñones plantea además que por sugerencia editorial de la revista E-Life y a iniciativa del doctor Young “quisimos probar si esta metodología sirve para detectar variantes de SARS CoV-2, y así es. Como esta parte del estudio se realizó hace algunos meses, pudimos detectar tan solo las variantes brasileña y sudafricana, lo cual describimos en esta publicación, con una muy buena correlación”.
De esta forma, añade, “este método de screening, que fue denominado por el doctor Young como PoST –sigla de Phone Screen Testing-, se acerca a los resultados de los PCR de muestras nasofaríngeas en más de un 90 por ciento, y esto en el caso de que la persona tenga una baja carga viral, lo que es muy bueno y permite pensar que podría configurarse en un método no invasivo de diagnóstico, y alternativo también al test de antígenos, que es menos sensible. La única limitación de esta investigación está relacionada con la penetración de los smartphones en las diversas regiones, pero en Chile su disponibilidad es muy elevada”.
Esta investigación fue publicada como pre-print el 23 de junio de 2021 en E-life, una revista científica de acceso abierto y revisada por pares, dedicada a las ciencias de la vida y la biomedicina. Cuenta con el patrocinio del Instituto Médico Howard Hughes, la Sociedad Max Planck y la Wellcome Trust, y pertenece al grupo Nature.