El impulsor empático del comportamiento ecológico: La necesidad de un enfoque integrado de la educación prosocial y ambiental

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Cuando los científicos cortan el mundo en pedazos y los agrupan en “disciplinas científicas”, se borra de la memoria el hecho de que los fragmentos son parte de un todo mayor. Esto se aplica plenamente a las disciplinas de la educación prosocial y la ambiental. Sin embargo, la combinación de estos dos tipos de educación puede producir resultados que superan con creces la suma de sus partes. Si quiere saber cómo, le invitamos a leer este artículo, el cual intenta dar una mirada diferente. 

Enfoques separados de la educación prosocial y la ambiental

El objetivo de la educación ambiental es aumentar los conocimientos de los y las estudiantes sobre el medio ambiente y promover actitudes positivas hacia la naturaleza, para así lograr un comportamiento ecológico, es decir, comportamiento responsable con el planeta. A su vez, la educación prosocial promueve la apertura hacia otras personas, para así lograr un comportamiento prosocial, es decir, comportamiento empático, cuidadoso y responsable con el bienestar de otras personas. 

Es importante destacar que los programas de educación ambiental rara vez integran los aspectos prosociales. Lo mismo ocurre con los programas de educación prosocial, los cuales en su mayoría ignoran cualquier aspecto de la educación ambiental. Se puede argumentar que la educación prosocial y la ambiental son partes de la educación para el desarrollo sostenible y la formación ciudadana. Sin embargo, en la mayoría de tales programas educativos, el aspecto social se limita a analizar la conexión entre el medio ambiente y la sociedad. Como resultado, la educación para el desarrollo sostenible ha ignorado la relación entre la educación prosocial y la ambiental.

El impulsor empático del comportamiento ecológico

Hemos realizado una investigación científica sobre la relación entre la empatía y los comportamientos hacia el medio ambiente y hacia otras personas. Los resultados del estudio demuestran que la empatía es un impulsor para que un individuo realice comportamientos responsables y de cuidado con otras personas y también con el medio ambiente. Es común considerar la empatía sólo refiriéndose a otras personas, pero nuestro estudio demuestra que esta cualidad es un requisito para la acción ecológica. 

Estos resultados se explican a través de la lógica en que una mayor empatía genera un mayor traslape entre la percepción del “sí mismo” y “el resto” en su sentido amplio, el cual incluye a otras personas y al medio ambiente. En otras palabras, el comportamiento empático difiere sólo en el “receptor”: otros seres humanos u otras entidades o elementos de la naturaleza. Esto ha sido abordado por teorías de desarrollo moral que plantean la idea de la expansión de la responsabilidad moral hacia entidades más allá de otros seres humanos. 

Enfoque integrado de la educación prosocial y ambiental

Basándose en los resultados de nuestro estudio, podemos afirmar que los enfoques de la educación prosocial y la ambiental pueden ser combinados en un solo enfoque educativo. Por un lado, el énfasis tradicional de la educación ambiental en la protección del medio ambiente puede reforzarse con prácticas educativas colaborativas que tengan como objetivo cultivar un mejor ambiente entre los y las estudiantes. Por ejemplo, la clase podría iniciarse formando círculos de estudiantes, hablando sobre cómo se sienten, lo que generaría un ambiente acogedor e inclusivo, de respeto mutuo y de cooperación en el aula. Los resultados de nuestro estudio sugieren que la generación de tal ambiente en la sala de clases también podría resultar en una mayor preocupación por el medio ambiente. A su vez, el énfasis tradicional de la educación prosocial puede reforzarse con prácticas educativas que tengan como objetivo proteger el medio ambiente. Favorecer dinámicas de cuidado está a la base de este enfoque, fortaleciendo la responsabilidad sobre el bienestar tanto social como ambiental.

En opinión de los autores, uno de los principales desafíos educativos es generar en los y las estudiantes la preocupación tanto por otras personas como por el medio ambiente. El enfoque educativo que combine la educación prosocial y la ambiental puede promover un comportamiento sostenible, contribuyendo a los esfuerzos interdisciplinarios para crear una sociedad sostenible desde el punto de vista social y ambiental.

Nota 

Este artículo es parte del proyecto FONDECYT 1200259. 

Por Alexander Neaman

Instituto de Ingeniería Agraria y Suelos, Facultad de Ciencias Agrarias y Alimentarias, Centro Transdisciplinario de Estudios Ambientales y Desarrollo Humano Sostenible (CEAM), Universidad Austral de Chile

Esteban Solano

Doctorado en Ciencias mención Ecología y Evolución, Universidad Austral de Chile

Freddy Yáñez

Magíster en Desarrollo a Escala Humana y Economía Ecológica, Universidad Austral de Chile

Claudia Navarro-Villarroel

Área de Educación, Instituto de Estadística, Universidad de Valparaíso

Christian Berger

Escuela de Psicología, Pontificia Universidad Católica de Chile

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