La sociedad chilena, en las distintas regiones que conforman Chile, enfrenta hoy una severa crisis y conflictos por el agua, debido a la prolongada escasez hídrica que afecta al país, especialmente a las regiones del Norte, Centro y Sur, desde hace más de 10 años.
Esta situación ha obligado a tomar medidas paliativas —en muchos casos, el aprovisionamiento mediante camiones aljibes— para asegurar el suministro de este vital elemento a las comunidades humanas, ecosistemas y a la actividad productiva. En el contexto de las actividades que el Centro Fondap Crhiam ha desarrollado durante los últimos cinco años, bajo el alero de la Universidad de Concepción e instituciones asociadas, se constituyó un grupo interdisciplinario de estudios del agua y la sociedad, que ha preparado la presente publicación.
Chile ha carecido —carece— de un sistema efectivo de gestión del agua; por ello, en tiempos de escasez y multiusos del recurso emergen los conflictos. Se encuentran entonces, los que se enfrentan con la resistencia conservadora, de carácter neoliberal, opositora
al necesario cambio regulatorio. En un reciente reporte sobre el manejo integrado del recurso hídrico, que revisa los avances en la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ods), Chile aparece dentro de los países con una gestión integrada muy deficiente, comparable a países de mucho menor desarrollo, a pesar de los avances en su Índice de Desarrollo Humano y sus indicadores económicos. La principal debilidad del modelo de gestión del agua consiste en considerarla como un recurso a ser explotado de forma privada, con escasa o nula regulación pública, en vez de reconocerla como un bien a ser conservado y distribuido equitativamente, priorizando el derecho básico al consumo humano. Este cambio de paradigma es el que impulsamos, esperando contribuir a la toma
de conciencia, pública y privada, donde además se incorpore el concepto de seguridad hídrica, en tanto sello y principio impulsado por las Naciones Unidas, entendida como la provisión confiable de agua cuantitativa y cualitativamente aceptable para la salud, la producción de bienes y servicios y los medios de subsistencia, junto con un nivel aceptable de riesgos relacionados con el agua. La defensa del agua (de los recursos naturales, en general) en tiempos de competitividad global y de cambio climático irreversible, es la única garantía de construcción de un orden ecosocial verdaderamente sustentable. Para ello debemos pensar menos lineal y más circularmente, para hacer coincidir el movimiento de los componentes ecosistémicos del planeta con los movimientos complejos de la vida humana y la economía en la Biósfera. En verdad, todo es Bien Común, incluso aquello que paradojalmente se denomina privado. Todo lo privado está hecho de interacciones de bienes y valores comunes.
Una actitud realmente republicana y sustentable es defender el sentido y la propiedad común de los recursos naturales, también del agua. El futuro de la sociedad sustentable depende de este recurso maravilloso y vital. Por lo mismo, el recurso hídrico no puede ni debe estar sujeto a los vaivenes y movimientos especulativos de las oscuras transacciones del mercado neoliberal. El mercado no reconoce derechos humanos ni naturales. El mercado es brutal. ¿Qué gestión de cuenca podría realmente hacerse con el recurso hídrico privatizado a perpetuidad? La entrega de derechos de agua a perpetuidad a sectores privados —quienes, por lo demás, ya disfrutan— es tema de discusión en el actual debate chileno sobre el futuro de la regulación del recurso hídrico y la modificación del Código de Agua. En caso que el capital privado accediese a derechos a perpetuidad del recurso hídrico, la pregunta, legítima y fundamental, sería: ¿qué queda, también a perpetuidad, para la vida humana, para los pequeños productores de alimentos, para las comunidades indígenas, para las localidades rurales, para satisfacer la sed natural del cuerpo humano que día a día requiere de agua para sobrevivir y desarrollarse, para la necesaria vida y reproducción de los ecosistemas que nos proporcionan rica biodiversidad? En verdad, nada claro queda de la discusión en marcha, salvo las promesas discursivas del agua como un derecho humano, puramente hipotéticas e inciertas: probablemente, lo que queda después de la apropiación privada definitiva del recurso y, por cierto, en caso de emergencias hídricas, los camiones aljibes (cada vez más frecuentes en muchas localidades y, por cierto, también privados), son el agua del que dispondremos.