Se estima que las necesidades anuales de adaptación oscilan entre 160.000 y 340.000 millones de dólares para el final de la década, y hasta 565.000 millones para 2050. El Secretario General de la ONU propone cuatro maneras para desbloquear los fondos necesarios.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) afirma en su último informe, publicado este jueves, que los países deben intensificar urgentemente sus esfuerzos para adaptarse a los adversos efectos actuales y futuros del cambio climático.
El Informe sobre la Brecha de Adaptación 2022 se ha publicado antes de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima COP27, que se inaugura este fin de semana en Sharm El-Sheikh (Egipto).
En el documento, se pide un aumento de la financiación y la aplicación de medidas destinadas a ayudar a las naciones y comunidades vulnerables a adaptarse a la emergencia climática ante los crecientes riesgos de un clima cuyos cambios están aumentando los fenómenos climáticos extremos.
Se estima que las necesidades anuales de adaptación oscilan entre 160.000 y 340.000 millones de dólares para el final de la década, y hasta 565.000 millones para 2050.
Actuar con urgencia ahora
“El cambio climático está asestando un golpe tras otro a la humanidad, como pudimos comprobar a lo largo de 2022, de forma más visceral en las inundaciones que anegaron gran parte de Pakistán”, declaró Inger Andersen, directora ejecutiva de la citada agencia de la ONU.
“El mundo debe reducir urgentemente las emisiones de gases de efecto invernadero para limitar los impactos del cambio climático. Pero también debemos aumentar urgentemente los esfuerzos para adaptarnos a los impactos que ya están aquí y a los que vendrán“.
El informe subraya que la adaptación, además de la mitigación, debe ser el centro de la respuesta mundial a la crisis climática.
Los impactos se intensificarán
En el marco del histórico Acuerdo de París de 2015 sobre el cambio climático, los países se comprometieron a limitar el calentamiento global a 1,5 °C por encima de las temperaturas preindustriales, pero están muy lejos de conseguirlo.
Las inundaciones de Pakistán y otros impactos actuales, como la histórica sequía en el Cuerno de África, se están produciendo cuando el aumento de la temperatura global está a sólo 1,1°C por encima de los niveles preindustriales.
En un informe complementario publicado a principios de esta semana, el PNUMA señaló que las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (CDN) -los planes nacionales de los gobiernos para hacer frente al cambio climático- apuntan a un calentamiento global de hasta 2,6 °C para finales de siglo.
Además, las investigaciones del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) muestran que los riesgos climáticos se intensificarán con cada décima de grado.
Fracaso en la protección
Para el Secretario General de la ONU, António Guterres, el informe deja claro que el mundo no está protegiendo a las personas de lo que él llamó “los impactos actuales” del cambio climático.
“Las necesidades de adaptación en el mundo en desarrollo se dispararán hasta 340.000 millones de dólares al año para 2030. Sin embargo, el apoyo a la adaptación hoy en día es menos de una décima parte de esa cantidad”, dijo en un mensaje para marcar el lanzamiento.
“Las personas y comunidades más vulnerables están pagando el precio. Esto es inaceptable“.
El informe señala que los avances en materia de adaptación han sido “lentos e irregulares”.
El 80% de los países cuenta con al menos un instrumento de planificación de la adaptación nacional, mientras que solo un tercio de los 197 gobiernos que forman parte de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) han incorporado objetivos cuantificados y con plazos definidos en materia de adaptación.
Además, casi el 90% de los instrumentos de planificación analizados tienen en cuenta el género y los grupos desfavorecidos, como los pueblos indígenas.
La financiación es un problema
Sin embargo, la financiación de estos planes sigue siendo el punto de fricción. Los costes de adaptación estimados son entre cinco y diez veces mayores que los flujos de financiación internacional para la adaptación de los países en desarrollo, que alcanzaron los 29.000 millones en 2020, lo que supone un aumento del 4% respecto al año anterior.
Ese mismo año, los flujos combinados de financiación para la adaptación y la mitigación se quedaron al menos 17.000 millones de dólares por debajo de los 100.000 millones prometidos año tras año a los países en desarrollo.
El PNUMA dijo que es necesario un aumento significativo para cumplir el objetivo de duplicar los flujos de financiación de 2019 para 2025, como se destacó en el resultado de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, celebrada el año pasado en Glasgow, en el Reino Unido, también conocida como COP26.
“Las naciones deben respaldar las firmes palabras del Pacto Climático de Glasgow con acciones contundentes para aumentar las inversiones y los resultados en materia de adaptación, a partir de la COP27”, afirmó Andersen.
Entretanto, aunque la aplicación de las medidas de adaptación, principalmente en la agricultura, el agua, los ecosistemas y los sectores transversales, está aumentando, no está a la altura de los impactos climáticos y podría verse superada por la aceleración de los riesgos climáticos.
No hay tiempo que perder
Subrayando la necesidad de una fuerte voluntad política para aumentar las inversiones y los resultados, el Secretario General dijo que la brecha de adaptación debe ser abordada de cuatro maneras críticas.
Primero, Guterres pidió que se aumente drásticamente la cantidad y la calidad de la financiación para que los países desarrollados alcancen el objetivo de duplicar el apoyo a la adaptación hasta los 40.000 millones de dólares anuales para 2025.
“En la COP27, los Estados deben presentar una hoja de ruta creíble con hitos claros sobre cómo se entregará este dinero, preferiblemente como subvenciones, no como préstamos”, dijo Guterres.
También deben utilizar su influencia como accionistas gubernamentales de los Bancos Multilaterales de Desarrollo para priorizar la adaptación, la resiliencia y la vulnerabilidad. Al menos la mitad de toda la financiación climática debería fluir hacia la adaptación.
Desbloquear” las vías de inversión
Segundo, el mundo necesita urgentemente un nuevo modelo de negocios para convertir las prioridades de adaptación en proyectos invertibles, continuó, señalando el desajuste entre lo que los gobiernos proponen y lo que los financiadores consideran invertible.
“El proceso de inversión está bloqueado; debemos desbloquearlo ahora. Necesitamos un aumento global de la inversión en adaptación para salvar millones de vidas de la carnicería climática. Ya es hora de que haya una coordinación sin precedentes entre los gobiernos receptores, los socios de desarrollo y otros financiadores”, dijo.
Para ello, el Secretario General ha pedido al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y a varios fondos para el clima que trabajen con financiadores públicos y privados para poner a prueba un nuevo acelerador para la adaptación al cambio climático en determinados países.
La alerta temprana salva vidas
Tercero, Guterres destacó la necesidad de “mejorar los datos y la información sobre los riesgos climáticos que son cruciales para proteger las vidas y los medios de subsistencia en los países y comunidades vulnerables.
En su último punto, el responsable de la ONU subrayó la importancia de cumplir su llamamiento a favor de sistemas universales de alerta temprana en un plazo de cinco años y pidió que se proporcione el apoyo financiero y técnico necesario para aplicar un plan de acción que la Organización Meteorológica Mundial (OMM) presentará en la COP27.
Aunque estas áreas prioritarias exigen una cooperación y un apoyo internacional sin precedentes, también reconoció que en muchos lugares es demasiado tarde para la adaptación.
Por lo tanto, la COP27 debe proporcionar una hoja de ruta clara y con plazos definidos para cerrar la brecha de financiación para hacer frente a las pérdidas y los daños, una cuestión que, según dijo, será “una prueba de fuego para el éxito” de la Conferencia en Egipto.
Fuente Naciones Unidas