UCHILE La Universidad de Chile se ha propuesto analizar el contexto que enfrentan los estudiantes de educación superior con respecto a alimentación y falta de actividad física, así que ha lanzado del nuevo policy brief “Establecimientos de educación superior saludables: Propuestas para mejorar el ambiente alimentario y de movilidad”, organizado por el Grupo Transdisciplinario para la Obesidad de Poblaciones (GTOP) y la Unidad de Redes Transdisciplinarias de la VID. El escenario que viven las y los estudiantes de la Casa de Bello no es ajeno al de la población nacional, pues de acuerdo al informe de la Federación Mundial de la Obesidad de las Naciones Unidas, si no se cambian los hábitos de las personas, para el 2025, el 43 por ciento de la población será obesa en Chile.
En esa línea, el documento revela que los estudiantes tienen un alto consumo de alimentos no saludables, un bajo consumo de frutas y verduras, y suelen omitir comidas importantes en el proceso formativo, como el desayuno. A su vez, da cuenta que esta población etaria pasa varias horas al día con actividades sedentarias al interior de los recintos universitarios. Por otra parte, el estudio también resalta que sí existe una disposición de estudiantes a moverse de manera activa en instancias como caminatas, bicicleta y transporte público.
Ante esta situación, la investigación señala que el ambiente universitario a nivel nacional puede ser regulado por la coordinación entre el Estado y las instituciones, a través de normativas, guías propias o políticas públicas, que apunten a generar mayor bienestar integral en este grupo social.
La académica de la Facultad de Medicina e integrante de GTOP, Lorena Rodríguez, mencionó que “Chile es un país con importantes problemas alimentarios y nutricionales en todos los grupos etarios. Estos problemas cuentan con factores y determinantes sociales, los cuales se vinculan con el entorno de las personas. En este sentido, según el estudio que hicimos en la U. de Chile, existe entre un 9 a un 15 por ciento de inseguridad alimentaria en jóvenes estudiantes que viven procesos de crisis”.
En esta línea, el documento presenta recomendaciones para aumentar la actividad física en este entorno y fomentar la alimentación saludable al interior de los establecimientos. A nivel general, se propone la regulación de la actividad física, un mejoramiento a la infraestructura de los espacios y un aumento en la oferta de alimentos saludables.
Baja actividad física y mala alimentación
Si bien Chile cuenta desde 2006 con una “Guía para Universidades Saludables y otras Instituciones de Educación Superior” cuyas recomendaciones buscan regular la promoción de salud en las organizaciones educativas, esta es de carácter voluntario.
Además, desde el Ministerio de Salud el foco se ha puesto en el ámbito escolar, no existiendo estudios que demuestren que la Guía sea aplicada en universidades o centros de formación, ni que existan resultados asociados a ella.
En este contexto, sin mayores antecedentes sobre la realidad nacional que enfrentan estudiantes universitarios, los académicos de la Facultad de Medicina, Lorena Rodríguez, Patricia Gálvez y Daniel Egaña, en conjunto con Liliana Morawietz, académica del Instituto de Educación y Rodrigo Mora, académico de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, realizaron el trabajo investigativo.
La profesora Rodríguez sostuvo que, según la evidencia obtenida, “los recintos de educación superior se caracterizan por ser entornos obesogénicos, donde es difícil acceder a alimentos saludables, y donde la infraestructura y organización de las instituciones no facilita la práctica de actividad física”.
Por su parte, Daniel Egaña, también parte del equipo de GTOP, presentó el documento y aludió a que, a nivel general, las y los estudiantes no mantienen una cultura de alimentación saludable, subiendo en promedio tres kilogramos en la etapa universitaria. “Según estudios previos, sólo la mitad de las y los estudiantes nacionales desayuna y un tercio se salta el almuerzo. A su vez, en el grupo etario de 20 a 29 años, existe un 22 por ciento con obesidad y un 35 por ciento con sobrepeso”, sostuvo el investigador.
Josiane Bonnefoy, vicerrectora de Asuntos Estudiantiles y Comunitarios, reflexionó sobre “la oportunidad de acompañar a estudiantes en su transición, pues ellas y ellos tienen una rutina previa a la universidad, la cual en su mayoría es ordenada. En la universidad, si bien tienen mayor autonomía, esta es relativa pues siguen sometidos a reglas, pero estas no son tan estructuradas, contando con desorden en horarios de clases y estrés en el ritmo de estudio, lo que afecta en su calidad de vida”, sostuvo.
Propuestas
El estudio propone el aumento de la actividad física por parte de este grupo etario, lo cual debe estar acompañado del mejoramiento del entorno urbano. En este sentido, Egaña puntualizó que, por ejemplo, “si queremos que las y los jóvenes sean más activos en sus desplazamientos, la política pública debe encargarse de resguardarles de peligros, como lo puede ser la lluvia en invierno”.
Además, la investigación sostiene que es necesario progresar en movilidad a través de una mejor infraestructura que desincentive el uso del automóvil y fomente el uso del transporte público, las caminatas y las bicicletas. Una propuesta concreta es que exista un subsidio de compra hacia esta herramienta de movilización.
En cuanto a alimentación, se propone aumentar el ámbito de acción de la Ley 20.606 a los establecimientos de educación superior, es decir, llevar los sellos “altos en” (calorías, grasas saturadas, azúcares y sodio) a la venta de alimentos en estos espacios. A su vez, se recomienda la implementación de “puntos feria” al interior de los establecimientos, aumentando la oferta de frutas y verduras.
Finalmente, también está considerada una mejora a la infraestructura y calidad de los alimentos en casinos, la implementación de campañas de marketing social acorde con estos cambios estructurales, y la incorporación obligatoria de cursos sobre alimentación, nutrición y salud.