Nuevos horizontes para el pescador artesanal

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Por Claudia Razeto, directora del Programa Caletas Sustentables de Fundación Chile

Claudia Razeto, directora del Programa Caletas Sustentables de Fundación Chile

Cada 29 de junio, el rito se repite en caletas de todo el país: los pescadores salen en procesión con una imagen de su patrono, San Pedro. Más que un acto religioso, es una tradición seguida por generaciones de pescadores, que celebran la continuidad de este milenario oficio.

Instaurado como el Día Nacional del Pescador Artesanal, es también una oportunidad para reconocer a la pesca como patrimonio cultural de las comunidades costeras, sopesando su contribución a la seguridad alimentaria y la economía regional: un tercio de los desembarques pesqueros del país y una fuerza laboral compuesta por 92.000 pescadores inscritos en el Registro Pesquero Artesanal (RPA).

Quedan pocas dudas sobre la relevancia económica, social y cultural de la pesca artesanal en Chile. Sin embargo, se trata de una actividad que hoy enfrenta enormes desafíos: el cambio climático, la merma de los recursos marinos, la pesca ilegal y la contaminación por plásticos, entre otras amenazas.

En la mayor parte de las cerca de 500 caletas que se distribuyen en la extensa costa chilena, ya no es posible continuar realizando la labor de la pesca de la misma forma en que se ha ejecutado por generaciones. Más allá de la renovación tecnológica, la subsistencia del oficio pone a prueba la versatilidad del pescador, que hoy debe incorporar estrategias para la sustentabilidad y valorización de sus recursos.

La imagen romántica del pescador tradicional, que transforma su bote y su arte de pesca en su mundo, cede paso al que extiende los límites, con visión emprendedora, instalando un restaurante o creando nuevas formas de comercialización; o bien, promueve el cambio en su comunidad para restaurar los equilibrios en el ecosistema marino. Así lo hemos visto en el Programa Caletas Sustentables, de Fundación Chile, desde que iniciamos este trabajo con los pescadores artesanales en 2019, y nuestra visión ha sido justamente apoyar esos proyectos innovadores que surgen desde las mismas comunidades costeras.

Un ejemplo de este renovado espíritu son los Jaiberos de San Antonio, en la región de Valparaíso, que bajaron la extracción de la disminuida merluza común para focalizarse en la jaiba limón, adoptando un sistema de captura que les permite asegurar la reproducción de la especie.  Además, valorizaron el recurso en una planta de procesos, posicionándolo como “el chocolate del mar”, comercializando incluso una crema de jaibas enlatada.

Más al sur, en la región del Maule, los pescadores de Duao, una de las caletas más importantes del país en la extracción de la merluza, están apostando por diversificar los recursos y acortar la cadena de comercialización, distribuyendo directamente su producto en un furgón refrigerado, financiado por el programa Caletas Sustentables.

Desde las islas del Archipiélago Juan Fernández y Rapa Nui, en la región de Valparaíso, y Puerto Raúl Marín Balmaceda, región de Aysén, y en otra iniciativa respaldada por Caletas Sustentables, las comunidades pesqueras han hecho historia, impulsando la creación de Áreas Marinas Costeras Protegidas de Múltiples Usos (AMCP-MU) y ahora organizándose en una red para la conservación de estas zonas.

Estos son sólo una muestra de los muchos casos de este nuevo pescador artesanal que, sin perder su esencia, su “patrimonio cultural”, expande sus posibilidades para mantener y mejorar su aporte a la comunidad. Un cambio de mirada que, desde Caletas Sustentables, apoyamos y promovemos.

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