CONICET Aunque parezca que los continentes son bloques rígidos y estáticos, a lo largo del tiempo geológico, estas grandes masas han cambiado de manera significativa. Muchos de los procesos que transcurrieron durante millones de años, al día de hoy, dejan una visión mucho más certera de lo que ocurrió en la Tierra. En el caso del origen de la Patagonia, comenta Sebastián Oriolo, investigador del CONICET en el Instituto de Geociencias Básicas, Aplicadas y Ambientales de Buenos Aires (IGEBA, CONICET-UBA), desde la década de 1980 en el ámbito de las geociencias existe una gran controversia sobre cómo se formó la Patagonia. La discusión radica en si fue un continente separado y en algún momento de la historia chocó y se unió con el resto de Sudamérica, o alternativamente si su evolución fue “in situ”, conjunta con Sudamérica, siendo siempre parte de su borde más austral. Sobre eso se basa un paper que acaba de publicar en la revista Gondwana Research un grupo de investigación internacional que lideró el científico del CONICET.
“Los datos nuevos que tenemos, sumados a una revisión de investigaciones previas, nos hacen pensar en el modelo in situ. Esta evolución implica que la mayor parte de Patagonia ha ido creciendo de manera paulatina durante la era Paleozoica, abarcando un lapso de 250 millones de años, entre 500 y 250 millones de años atrás. A lo largo del tiempo, las variaciones en los grandes procesos tectónicos hicieron que los arcos volcánicos, similares a los Andes actuales, evolucionen de distintas maneras. Por ejemplo, que se trasladen alternativamente hacia áreas internas o externas del continente, que aumenten o disminuyan el volumen de magma producido, o combinaciones de estos factores. En el caso de la Patagonia, estos procesos habrían durado un par de cientos de millones de años, generando nueva corteza continental y alcanzando luego cierto grado de estabilidad como continente”, explica Oriolo.
Posteriormente a este proceso, señala el científico, la Patagonia sufrió una historia muy compleja. Hace aproximadamente 200 millones de años hubo un gran desarrollo de arcos volcánicos en el sector central a occidental, es decir, en la parte andina y la estepa, asociados a grandes cuencas sedimentarias y sistemas geotermales. Esto dio lugar a la formación de los sistemas petroleros de la Cuenca Neuquina como la Formación Vaca Muerta y grandes yacimientos de importancia económica de oro y plata en Santa Cruz y Chubut.
El investigador indica que “en la Patagonia, durante los últimos 100 millones de años, se encuentra la formación del cinturón volcánico de los Andes -incluyendo los actuales volcanes activos- y numerosas cuencas sedimentarias. Lo interesante es que tenemos buenas evidencias de que todos estos sucesos estuvieron fuertemente influenciados por la historia antigua de creación de corteza. Esto quiere decir que las estructuras generadas hace más de 300 millones de años fueron reutilizadas posteriormente como canales para el ascenso de magma, la circulación de fluidos geotermales y la apertura de cuencas sedimentarias. En este sentido es fundamental entender la evolución temprana para poder evaluar aspectos más concretos y aplicados, como la exploración de hidrocarburos y metales, ya que las características de las rocas más antiguas habrían ejercido un importante control en la generación de los grandes yacimientos de interés económico”.
El proceso de investigación
El trabajo se realizó en conjunto entre científicos y científicas de la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Nacional de Río Negro, entre otras, que investigaron distintos sectores de la Patagonia y que se integran con los informes previos de colegas que han trabajado allí en las últimas décadas. “Para resolver esta historia, nos enfocamos en rocas que tienen entre 500 y 250 millones de años, las cuales aparecen de forma esporádica. Trabajamos mucho con el detalle en áreas inexploradas, pero a la vez tenemos que observar varias zonas en simultáneo para no perder la perspectiva regional del problema. Esta investigación, de carácter regional, se llevó a cabo en las provincias de Neuquén, Río Negro y Chubut”, señala Oriolo.
“Los estudios que hacemos son muy variables. Hacemos viajes de campo, mapeamos las rocas que encontramos, relevamos sus estructuras y tomamos muestras para el laboratorio. Luego, se realizan los análisis geoquímicos, examinamos ciertos minerales que nos permita obtener la edad de los distintos procesos geológicos y realizamos estudios para entender las condiciones de presión y temperatura en las que estas rocas fueron generadas. Con toda esta información podemos evaluar la evolución en el tiempo y espacio, asociándolas a procesos geológicos como la generación de montañas y su posterior destrucción”, puntualiza el científico.
Emiliano Renda, becario del Instituto de Investigación en Paleobiología y Geología (IIPG, CONICET-UNRN) e integrante del grupo de estudio, concluye: “Este tipo de investigaciones permite resaltar el vínculo entre la investigación básica, involucrando el entendimiento de cómo nuestro continente se fue generando en el tiempo y de la investigación aplicada, ya que sin el entendimiento de los procesos que se dieron previamente es muy difícil o imposible prever donde pueden hallarse yacimientos de interés económico, que en muchos casos tienen importancia global. Tanto en la geología como en la historia del hombre y las sociedades, se cumple la máxima de que el pasado es la clave del presente”.