En este nuevo estudio, encabezado por científicos del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe) de Brasil, se demuestra que el modelo construido con base en imágenes satelitales de la misión Sentinel-2 mostró sus ventajas con relación a los productos operativos disponibles para el Pantanal, al ser capaz de refinar las estimaciones de las áreas quemadas a escala regional. De acuerdo con el referido trabajo, la metodología diseñada con el Sentinel-2 alcanzó una precisión aproximada del 96 %, con lo cual puede ayudar a mejorar la estimación de gases y aerosoles asociados a la quema de biomasa.
Esta conclusión refuerza la necesidad de desarrollar abordajes con miras a mejorar los datos sobre los impactos del fuego en regiones críticamente sensibles a los cambios climáticos como el bioma en cuestión, que hagan posible evaluar la influencia de esos incendios sobre los ecosistemas y sobre la biodiversidad. La importancia de esto aumenta en medio de las advertencias derivadas del pronóstico de un fuerte fenómeno El Niño este año, que puede llevar a que la porción norte del Pantanal y sus alrededores en la Cuenca del Alto Paraguay queden más secos y por ende más susceptibles al fuego.
“Los resultados de esta investigación no indican que un modelo o un producto es peor o es mejor que el otro. Existen variaciones metodológicas, de allí que surjan divergencias de estimaciones. Pero las imágenes provenientes del sensor MSI a bordo de los satélites Sentinel-2 presentan dos puntos positivos: su resolución espacial –con una imagen de 10 metros y un nivel de detalle mucho mayor de las áreas quemadas– y su resolución temporal, que es sumamente importante para este tipo de estudios. Sucede que mientras que algunos sensores como los de la serie Landsat tardan hasta 16 días para registrar un área, este acorta ese tiempo a cinco días”, afirma la ingeniera forestal Andeise Cerqueira Dutra, doctoranda en la División de Observación de la Tierra y Geoinformática del Inpe (DIOTG-Inpe) con dirección de tesis a cargo del investigador Yosio Edemir Shimabukuro. Cerqueira Dutra es una de las autoras del estudio junto a Shimabukuro, y cuenta con el apoyo de la FAPESP en el marco de dos proyectos (22/01746-5 y 23/02386-5).
Para Guilherme Augusto Verola Mataveli, investigador de la DIOTG-Inpe, quien también firma el artículo, es importante perfeccionar este tipo de análisis y obtener estimaciones a escala regional no solamente para refinar la cuantificación de áreas devastadas, sino también para calcular las emisiones de gases de efecto invernadero, con impacto directo sobre los cambios climáticos.
“La crisis del fuego en el Pantanal en el año 2020 estuvo ocasionada por una sequía extrema, eventos que tienden a ser cada vez más frecuentes y no solamente en esta región, sino también en otras partes de Brasil. Se volverá cada vez más importante contar con un mejor conocimiento sobre el impacto de estas crisis climáticas en el bioma y en su biodiversidad, a los efectos de tomar decisiones referentes a los planes de manejo y a los programas de mitigación de los efectos del fuego”, explica Verola Mataveli, quien lleva adelante estudios que cuentan con el apoyo de la FAPESP (16/02018-2, 19/25701-8, 23/03206-0 y 20/15230-5), en parte en el ámbito del Programa FAPESP de Investigaciones en Cambios Climáticos Globales (PFPMCG).
“La búsqueda de medios con miras a perfeccionar estos productos y generar datos más precisos tiene una gran importancia para la sociedad. Un ejemplo de ello es el proyecto piloto que se lanzó este año en el Pantanal, en el cual también se utilizan datos de teledetección para situar áreas afectadas por el fuego y estimar la acumulación de material combustible, por ejemplo. Asimismo, los gestores de organismos vinculados con el medio ambiente y las brigadas de bomberos pueden emplear estos resultados para efectuar el manejo integrado del fuego, mediante la definición de sitios prioritarios y de acciones de combate y control de los incendios”, complementa Cerqueira Dutra.
Las consecuencias
El Pantanal constituye el mayor humedal tropical del mundo. Se inunda estacionalmente, y la estación de sequía en general varía de julio a octubre (septiembre es el mes considerado como el pico de incendios en la región).
El bioma es un hotspot o punto crítico de biodiversidad, y experimentó en 2019 una alteración en los patrones de lluvias, modulados por el monzón de verano de América del Sur, por lo cual padeció una sequía prolongada en 2020, año en el que las precipitaciones en la parte brasileña fueron las menores desde la década de 1980. Se ubicaron un 26 % por debajo del promedio entre 1982 y 2020. Entre las consecuencias de esta sequía significativa, se registró una superficie inundada un 34 % menor que el área media.
Asimismo, del total de áreas quemadas, el 35 % lo fue por primera vez. En investigaciones realizadas tras la crisis, se constató que el fuego mató a alrededor de 16.000.000 de animales de pequeño porte (de menos de 2 kilos) y a otros 944.000 de mayor porte (lea más en: revistapesquisa.fapesp.br/es/los-incendios-en-el-pantanal-han-matado-a-17-millones-de-animales/).
En tanto, los jaguares o yaguaretés (Panthera onca), que son los felinos más grandes de América, se vieron enormemente afectados: los focos de incendios arrasaron el territorio correspondiente al 80 % del área de vida de estos animales, con un 45 % de los ejemplares padeciéndolos (unos 740 ejemplares) en este bioma, que alberga a la segunda mayor población de la especie existente en el mundo.
Otra consecuencia fue el aumento de casos de problemas respiratorios en la población de los estados de Mato Grosso y Mato Grosso do Sul, con más internaciones, tal como se demostró en un estudio de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), ligada al Ministerio de Salud de Brasil. Tras los incendios, el costo estimado de la restauración ascendió a unos 123 millones de dólares.
El método
Los investigadores utilizaron imágenes del Sentinel-2 para efectuar las estimaciones de áreas quemadas en la parte brasileña del Pantanal en el año 2020 y las compararon con las realizadas con los productos basados en el sensor MODIS (Moderate Resolution Imaging Spectroradiometer, por sus siglas en inglés) y en los sensores embarcados de los satélites de la serie Landsat. Los resultados basados en el MODIS (MCD64A1 y Fire_cci) estimaron el área afectada en 35.837 km² y 36.017 km², respectivamente. En tanto, los basados en Landsat (MapBiomas Fuego y GABAM) se ubicaron en 23.372 km² y 14.307 km².
Visualmente, los mapas exhiben un patrón de distribución espacial similar, pero la estimación realizada con base en el Sentinel fue capaz de detectar una cantidad mayor de incendios menores que las otras, especialmente en el este del Pantanal. “El modelo que hemos desarrollado se encuentra disponible para quienes tengan interés en él, como así también los datos recabados en la validación. Creemos podrán ser útiles en otros proyectos, en trabajos futuros”, dice Verola Mataveli.
Y Cerqueira Dutra añade: “Con el pronóstico de sequías cada vez más frecuentes, existe una tendencia que indica que habrá una mayor cantidad de episodios de incendios. Por eso creemos que se entablarán más colaboraciones, con más datos disponibles. Esperamos también que queden accesibles más datos de campo, fundamentalmente para los científicos que trabajan con teledetección, para generar productos más precisos”.
Entre enero y el 23 de agosto de este año, el Pantanal registró 381 focos de fuego, de acuerdo con datos del Inpe. En idéntico período del año 2020, fueron 8.127 focos, la mayor cantidad desde 1998 para el bioma. Este año, los incendios forestales se han intensificado en el mundo en medio de las olas de calor, dejando muertos y destruyendo pueblos en Europa y en Estados Unidos.