Alejandro Pérez Matus, doctor en biología marina: “Es posible recuperar los bosques submarinos”

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Desde muy pequeño, Alejandro Pérez Matus, comenzó a explorar el mar, primero como observador y luego buceando desde temprana edad. Fue tal su fascinación por el océano que estudió biología marina en la Universidad Católica del Norte (UCN) y en Florida Atlantic University en Estados Unidos. 

En sus primeros años de vida laboral trabajó en la organización de conservación marina Oceana, y luego se incorporó al programa de magister de la UCN. Con el correr de los años, se interesó en la relación entre las algas y los peces, “quise estudiar a las diferentes especies de peces y después su dieta, y me di cuenta de la importancia de las algas para la dieta de los peces”, explica.

Con el fin de profundizar más en esta relación, Alejandro hizo un doctorado en biología marina en la Universidad de Wellington, Nueva Zelanda, y a su regreso a Chile continuó trabajando en esta relación intrínseca entre peces y algas.

Chile es uno de los países que posee mayor abundancia de bosques submarinos de algas pardas en sus costas, pudiendo encontrarlos de norte a sur del país. Estos bosques están representados principalmente por el huiro palo (Lessonia trabeculata), huiro negro (Lessonia spicata L. berteroana) y el huiro flotador (Macrocystis pyrifera).

Los bosques submarinos, cada uno con sus características particulares, cumplen un rol ecológico de gran importancia en los ecosistemas costeros, siendo la base de tramas tróficas bentónicas, y proveyendo hábitat para más de cien especies de invertebrados y peces, los cuales utilizan estos bosques para alimentación, zonas de asentamiento larval, crianza de juveniles, y como áreas de refugio contra depredadores y condiciones ambientales adversas.

En esta entrevista, el académico de la Pontificia Universidad Católica de Chile profundiza sobre la importancia de los bosques submarinos, sus principales amenazas y cómo es posible recuperarlos.

¿Cuál es la importancia de los bosques submarinos?
Hay varios servicios que las algas proveen al ser humano en términos de su importancia ecológica. Si hablamos un poco de historia, en la bitácora de Darwin donde se documenta su paso por el sur de Chile se menciona la importancia de las algas para el fueguino. Imagínate que hace 200 o 300 años, los bosques de algas evitaban el naufragio de grandes embarcaciones que trataban de dominar las costas sin cartas de navegación, los que con su densidad prevenían muertes, evitando el hundimiento. Actualmente, la investigación científica ha aportado mucho al conocimiento sobre estos ecosistemas a nivel global y hoy se sabe que las algas nutren la industria farmacéutica y la industria alimentaria con alginato, un subproducto, un carbohidrato estructural, que permite que las algas puedan permanecer rígidas, pero también se sabe que las algas sostienen grandes pesquerías y especies de importancia para la pesca como el erizo rojo, el loco, peces y otros organismos. Por otro lado, está la secuestración de carbono, que aún se está evaluando su contribución real, pero que podría ser muy importante en este contexto de cambio climático. 

¿Existe alguna investigación que permita dimensionar el valor de los bosques submarinos? 

En una publicación reciente realizamos un metanaálisis, un estudio cuantitativo, para evaluar el valor de las algas tanto en términos de secuestración de químicos como carbón, nitrógeno, fósforo y, por otro lado, en su importancia para las pesquerías. El resultado de este trabajo concluyó que colectivamente las algas proveen 500 mil millones de dólares a las economías globales y regionales. Son números muy interesantes y que nos permiten comprender su valor para el mundo, considerando que el 28% de las costas del planeta están dominadas por estas algas, por lo tanto, tienen una contribución enorme a la sociedad en general.

¿Cuáles son los principales problemas que enfrentan estos ecosistemas hoy en día?

Las algas están distribuidas a lo largo de las costas, tanto en el hemisferio norte como el hemisferio sur, y no exclusivamente en zonas templadas, sino que también en zonas templadas frías, subtropicales e incluso tropicales de aguas profundas. Los bosques submarinos se ven amenazados por múltiples factores, como, por ejemplo, el cambio climático. Con las olas de calor que se dan tanto en el hemisferio norte como en el sur, las variaciones de temperatura afectan a estos ecosistemas. 

Por otro lado, está la alta demanda que existe por los subproductos de estas algas, la cual no va a cesar. Hay que considerar que la población humana sigue aumentando, por lo tanto, la industria alimentaria y la industria farmacéutica van a seguir demandando estos compuestos. Casi el 40% de la extracción de algas pardas del planeta desde sistemas naturales es en Chile, entonces es una amenaza que tenemos en el país.

¿Qué han podido aprender en estos años de investigación sobre la recuperación de estos ecosistemas? ¿Es posible recuperarlos?

Hay mucho interés por restaurar bosques amenazados, lo cual se inició en California, donde hay una gran historia de investigación en la materia, así como en Australia, Nueva Zelanda y en el Reino Unido. Se espera que en los próximos 30 años se puedan recuperar cuatro millones de hectáreas de algas.

En Chile, ¿qué hemos podido aprender del impacto de la extracción? En un programa de monitoreo experimental que llevamos realizando por alrededor de cuatro años, nos hemos dado cuenta de que las algas se recuperan mayormente en zonas donde hay algún tipo de figura de manejo, es decir, las áreas de manejo o áreas que están dentro de una reserva o un área protegida de múltiples usos, y esto se debe a que hay componentes bióticos que permiten su rápida recuperación. En las áreas de manejo hay funciones ecológicas que se mantienen debido a que, potencialmente en estas áreas, la pesca está más regulada. Al contrario, en áreas desprovistas de manejo, hemos encontrado que la recuperación es más lenta donde hay un resurgimiento de especies de bajo nivel trófico, como los erizos y caracoles como la Tegula. 

De todos modos, las figuras de manejo deben ir de la mano con la fiscalización y la trazabilidad, además del conocimiento compartido con quienes se dedican a la recolección de las algas.

¿Qué papel tienen los recolectores y las recolectoras de algas en la recuperación de las algas?

Ellos son partícipes y parte de la solución, y están conscientes de su rol en el manejo. Se trata de una actividad económica importante para ellos y tienen arraigado el principio de sustentabilidad, porque obviamente quieren que las algas perduren en el tiempo, de otra manera, pierden su fuente de ingreso. Ese conocimiento además se adiciona a este otro conocimiento, el que tiene que ver con las interacciones con otras especies que juegan un rol importante en el desarrollo de la vida en el mar. 

En el mundo científico se ha hablado bastante sobre el proyecto Kelper, ¿podrías contarnos en qué consiste?

En los congresos internacionales a los que me ha tocado asistir, se dan a conocer investigaciones muy interesantes sobre diversos temas. En uno que se desarrolló en Italia, se dio una oportunidad muy especial respecto al tema de las algas, encontrándonos con científicos de otras partes del mundo que trabajaban en cosas similares a nosotros en Chile. Esto, de por sí, ya es muy motivante, el hecho de poder establecer comparaciones interregionales es algo muy valioso para la ciencia.

El proyecto Kelper contó dentro de sus objetivos evaluar la estabilidad del ecosistema de bosques de algas pardas de Chile y Perú, su capacidad de recuperación y explorar metodologías que permitieran una restauración activa de estos bosques, para acelerar el proceso de recuperación natural. 

La iniciativa se enfocó en los efectos de las cosechas masivas del huiro palo (Lessonia trabeculata) en el norte de Chile, pero también exploró algunos aspectos de demografía y ecología de otras especies como el huiro canutillo (Macrocystis pyrifera) y el huiro (Eisenia cockerii).

En este proyecto participaron investigadores de Perú, Chile y el Reino Unido, y trajo muchas cosas positivas aparte del financiamiento, nos permitió iniciar una larga historia de colaboración con grandes personas de estos países, fue muy interesante desde esta perspectiva. Además, logramos formar estudiantes de distintos niveles, posibilitar pasantías post doctorales y llevar a cabo nuestra investigación a pesar de las limitaciones y restricciones que nos enfrentamos durante la pandemia.

Por otro lado, creo que este tipo de trabajo conjunto nos ha enseñado a trabajar de forma colaborativa, lo cual desde mi punto de vista es mucho más beneficioso que desde la competencia.

¿Qué falta para que la recuperación de los bosques submarinos pueda ser una realidad?

Tener un programa de monitoreo financiado por entidades estatales es clave, y no solamente de macroalgas pardas, sino también de otros ecosistemas. La investigación que se realiza en las universidades es muy importante también, ampliar el conocimiento de las algas a distintas profundidades mediante el buceo científico, técnica que ha sido muy utilizada en California, en Europa, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica.

 

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