Datos satelitales abiertos permitirán desarrollar un modelo que conecta polinización y terrenos con potencial agrícola

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El estudio corresponde a Laura Pérez, doctora en ecología y postdoctorante de Data Observatory, Centro ANID, quien desarrolla hasta el 2025 un estudio que, utilizando imágenes satelitales y datos abiertos asociados a floración, creará modelo de conectividad ecológico en paisajes agrícolas.

Un innovador estudio que utiliza datos satelitales abiertos ayudará a desarrollar un modelo que integra la presencia de insectos polinizadores y la restauración de predios agrícolas. El estudio es de Laura Pérez, doctora en Ecología y Biología Evolutiva y postdoctorante de Data Observatory, Centro ANID, quien desarrolla hasta el 2025 esta investigación para una mejor toma de decisiones en agricultura y apicultura de zonas degradadas en Chile.

Especializada en servicios ecosistémicos especialmente en el de polinización, la científica de datos colombiana y radicada por una década ya en Chile, creará un modelo geoespacial que permitirá evaluar zonas con potencial de restauración en el bosque nativo y conservar sus agentes polinizadores para planificar de una forma más sustentable la producción agrícola.

“Si bien en Chile existe un proyecto de restauración ecológica para agricultores, es importante disponer de datos que permitan concentrar esfuerzos y recursos en aquellos predios con mayor potencial y que permitan conservar polinizadores como abejas nativas, moscas florícolas, entre otros; evitando que los monocultivos perjudiquen la diversidad de estos insectos”, explica la investigadora de Data Observatory.

La crisis climática actual ha demostrado que la biodiversidad es esencial para el buen estado de los servicios ecosistémicos y por ende para la sostenibilidad de la población humana. El crecimiento de la población ha llevado a un aumento de diversas actividades tales como la urbanización, el desarrollo de infraestructura y la expansión agrícola; que unidas, han contribuido a la pérdida de biodiversidad debido a la formación de parches o fragmentos de hábitats pequeños y aislados, generando paisajes poco diversificados y estructuralmente pobres, con baja resiliencia frente a los cambios ambientales.

En la actualidad cerca del 40% de la superficie terrestre libre de hielo se usa para la agricultura, lo que implica grandes desafíos considerando los efectos del cambio climático. Según datos de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (ODEPA), en Chile cerca del 75% de los cultivos de frutales tienen algún nivel de dependencia de la polinización, por lo tanto, la disminución en la comunidad de insectos representa un riesgo para la producción agrícola, razón por lo que se ha enfatizado la conservación de los polinizadores nativos para mantener y estabilizar la polinización.

Laura Pérez asegura que la reducción de hábitats ha limitado el movimiento de polinizadores y polen a través de parches de hábitat aislados, y eventualmente generan un fenómeno conocido como “limitación del polen”, disminuyendo la viabilidad de las poblaciones de plantas.

Los polinizadores dependen de la presencia de flores silvestres y al aumentar los parches de vegetación natural se puede mejorar la conectividad y de esta forma generar una mayor estabilidad de este servicio ecosistémico. Medir la pérdida o ganancia de los servicios ecosistémicos a nivel del paisaje es fundamental, ya que estos ayudan al rendimiento y la protección de sistemas agrícolas.

“La agricultura necesita de ecosistemas sanos y con biodiversidad abundante para mantener la producción de alimentos en el largo plazo y disminuir su vulnerabilidad ante el cambio climático. Para Odepa son muy importantes estas iniciativas que permiten avanzar hacia un sector más sustentable, que tengan como centro la producción de alimentos. Para la formulación de políticas públicas en el sector agrícola, la vinculación con la ciencia nos permite tener insumos clave para entender el funcionamiento de los agroecosistemas y cómo distintas prácticas y formas de manejo pueden, no solo disminuir el impacto ambiental de la producción, sino ayudar a conservar y mejorar los recursos naturales y la biodiversidad que forman parte de los sistemas, y que a su vez son la base de la producción”, sostiene María José Pizarro, Jefa del Departamento de Sustentabilidad y Cambio Climático en ODEPA.

“Identificar los lugares con mejor restauración de la conectividad agrícola, ayudaría no solo a una mayor y mejor polinización, sino también al control de plagas, a un mejor uso del recursos hídrico, y al uso eficiente de sitios baldíos. Asimismo, los apicultores sabrían basados en datos satelitales abiertos y confiables, dónde ubicar sus colmenas con un mejor rendimiento”, añade la investigadora de Data Observatory.

Paula Díaz, Directora Ejecutiva del DO, añade que “en la actualidad, la teledetección puede ayudar a evaluar los impactos de esta relación entre polinización y territorio, y podría ayudar a modelar la capacidad de respuesta de los cultivos y sus rendimientos ante diferentes escenarios climáticos, así como desarrollar estrategias más efectivas en la planificación y gestión de los paisajes agrícolas, con el objeto de maximizar los rendimientos y la prevención de pérdidas ante eventos climáticos. Este es un proyecto que evidencia el impacto económico y social de la ciencia de datos aplicada, uno de los pilares estratégicos de Data Observatory”.

La Fundación Data Observatory (DO), es una institución público-privada-académica, cuya misión es la gestión de grandes bases de datos complejas, con el objeto de promover el desarrollo de un país sostenible basado en la ciencia de datos. La organización fue fundada por los Ministerios de Economía y Ciencias, este último hoy representado por el Ministerio del Medioambiente, además de Amazon Web Services (AWS) y Universidad Adolfo Ibáñez (UAI).

 

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