Nuevo mapa muestra el total de biomasa existente en la Selva Amazónica

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Distribución de la biomasa ubicada sobre el suelo de la Amazonia, en toneladas por hectárea. Imagen: Jean Pierre Ometto et al./Scientific Data.
El documento fue elaborado en el marco del estudio desarrollado por científicos del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil y otros colaboradores. El mapa combina el barrido del área mediante láseres, imágenes satelitales e inventarios de campo.

AGENCIA FAPESP – En el contexto de la grave crisis que atraviesa la Amazonia, una buena noticia es la difusión de un nuevo mapa de toda la biomasa de la selva ubicada sobre el suelo. Con una combinación de barrido con láseres aerotransportados, imágenes satelitales e inventarios de campo geolocalizados, todo ello integrado mediante tratamiento computacional pesado y aprendizaje automático, dicho mapa constituye el mayor relevamiento de la biomasa existente en un bosque tropical del mundo.

Los resultados de este estudio fueron publicados en el periódico científico Scientific Data, del grupo Nature. Y la investigación contó con el apoyo de la FAPESP, con financiamiento también del Fondo Amazonia. “Nuestro trabajo estimó la biomasa total de la selva Amazónica con base en el mapeo de 3.600 kilómetros cuadrados por medio de transectos [franjas de terreno a lo largo de las cuales se registran y se contabilizan signos de interés] distribuidos por todas las categorías de vegetación de la región. Y mostró una concentración de biomasa promedio de 174 toneladas por hectárea, con un máximo de 518 toneladas por hectárea”, comenta Jean Ometto, investigador sénior del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe) de Brasil, integrante del comité de coordinación del Programa FAPESP de Investigaciones sobre Cambios Climáticos Globales (PFPMCG) y autor principal del artículo.

El relevamiento principal se concretó mediante barrido con láseres aerotransportados. En dos campañas consecutivas (2016/2017 y 2017/2018) se recabaron datos de 901 transectos distribuidos por todas las áreas de la selva. Cada transecto cubría un área de mínima 375 hectáreas, en rectángulos de 300 metros de ancho por 12,5 kilómetros de largo. Y se los sobrevoló a baja altitud (600 metros) con un avión Cessna equipado con un sensor lídar (del inglés Light Detection and Ranging). Al emitir ocho pulsos de láser por metro cuadrado en promedio, este dispositivo permitió determinar las alturas, los diámetros y las densidades de los árboles existentes en el sector.

“Los valores obtenidos en los 901 transectos se integraron con datos del radar Palsar [Phased Array L-band Synthetic Aperture Radar], transportado por el satélite Alos [Advanced Land Observing Satellite], con índices de vegetación suministrados por el satélite Modis [Moderate-Resolution Imaging Spectroradiometer] y con información de precipitaciones de la misión TRMM [Tropical Rainfall Measuring Mission]. Y los resultados se extrapolaron a toda la selva. El tratamiento matemático nos permitió estimar con bastante precisión el contenido de biomasa de la selva no deforestada, del orden de los 75.000 millones de toneladas [cabe recordar que ésa es la biomasa de la selva sobre el suelo, es decir, que no tiene en cuenta las raíces]”, afirma el investigador.

Como la Amazonia pasó por un intenso proceso de deforestación durante el cuadrienio 2019-2022, el valor total de la biomasa es seguramente menor en la actualidad. En las áreas deforestadas, el cruzamiento de los datos del mapa con información de desmonte suministrada por el sistema Prodes, del Inpe, permite calcular con mayor precisión la pérdida de biomasa y la correspondiente emisión de dióxido de carbono (CO2) hacia la atmósfera.

“A decir verdad, nuestro objetivo no fue crear un mapa estático, sino producir una serie histórica. Cuando rehagamos el mapa al cabo de uno o dos años podremos saber si está produciéndose una pérdida o un incremento de biomasa”, comenta Ometto.

En momentos en que se están emitiendo fuertes alertas de que la Amazonia puede estar llegando cerca de un punto de no retorno, es decir, de dejar de ser un sumidero de carbono para convertirse en emisora de carbono hacia la atmósfera, y con el riesgo de que su biomasa se degrade en otro tipo de estructura forestal, este mapa aporta información crítica para la toma de decisiones referentes a la planificación, la conservación y el manejo sostenible.

Por añadidura, la investigación hizo posibles algunos descubrimientos sumamente interesantes, como el de los geoglifos precolombinos que son testigos del poblamiento relativamente denso de la Amazonia en el pasado, o el del árbol más alto de la selva, un majestuoso angelim vermelho [Dinizia excelsa] de 88,5 metros de altura.

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