Una nueva investigación reveló que hay sectores donde la pesquería se encuentra en buen estado y en otras, en problemas, por lo que se propone implementar medidas de manejo diferenciadas y así sacar a la merluza común de la sobreexplotación.
El Dr. Cristián Canales Ramírez se declara “un loco por la investigación pesquera”, una disciplina de la que poco se habla, pero que tiene una importancia crucial. Sin ella, no sabríamos, por ejemplo, el estado de conservación de las pesquerías, tampoco su distribución o épocas en que se reproducen las especies marinas.
Canales ha ocupado distintas posiciones tanto en el sector público como académico, siempre enfocado en la evaluación de los distintos recursos pesqueros y hoy lidera el magíster en gestión de recursos acuáticos de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, en donde ha podido continuar con otra de sus pasiones: enseñar.
En esta entrevista para Ecociencias, el Dr. Canales explica la importancia de la ciencia para la correcta administración de los recursos pesqueros, además de contar detalles de un inédito estudio publicado en una prestigiosa revista científica que entrega luces importantes que permitiría mejorar el manejo de la merluza común, pesquería que se encuentra en estado de sobreexplotación hace más de una década.
¿Cuál es tu trabajo y tus líneas de investigación?
Siempre me he dedicado a estudiar el sector pesquero, específicamente en la evaluación de los recursos pesqueros a través de datos, lo cual resulta particularmente importante en esta disciplina. Las pesquerías son recursos naturales dinámicos y que tienen mucho valor, no solo desde el punto de vista ecológico, sino también económico ya que genera empleos y divisas para el país. Sin embargo, para que ese valor se extienda en el tiempo, es crucial que el desarrollo de la actividad sea sostenible y en armonía con el medio ambiente, con el fin de que las futuras generaciones tengan la oportunidad de ver y gozar de estos recursos. Entre otras actividades, me dedico a asesorar al Estado de Chile con mis investigaciones a través de mi participación en los Comités Científicos, además del trabajo colaborativo que realizo con el Instituto de Fomento Pesquero (IFOP), particularmente en el mejoramiento de los modelos de análisis que permitan entregar recomendaciones de captura para fines de administración pesquera. Y en eso he tenido bastante aceptación y, la verdad, es que me gusta mucho este tema, entonces creo que se nota mi entusiasmo y por eso siempre me llaman.
¿A qué llamamos pesca sostenible?
La pesca sostenible significa extraer exactamente lo que la biología es capaz de renovar, es decir, que los recursos y la actividad pesquera se mantengan sin afectar al medio ambiente y a las especies. En ello, la evaluación de stocks juega un rol fundamental, ya que trata específicamente de conocer lo que hay en el agua, cuánto hay y cuánto es lo que deberíamos sacar para que el recurso se mantenga a través del tiempo. Para esto usamos modelos matemáticos que nos permiten entender los datos y hacer recomendaciones y pronósticos. Pero también es de suma relevancia conocer la biología, por ejemplo, qué tanto viven las especies, cuándo se reproducen, a qué talla comienzan a desovar y a qué talla se empiezan a pescar. Por ejemplo, en Chile se capturaban recursos como el orange roughy que vive más de 100 años, y al otro extremo, tenemos la anchoveta que vive dos años y medio. De este modo, si es que no se hacen investigaciones para conocer la longevidad de las especies, es muy difícil elaborar medidas de manejo efectivas. Hay una estrecha relación entre la longevidad y la tasa de renovación, mientras más viven los peces, más les cuesta recuperarse y por eso las pesquerías demersales, como los distintos tipos de merluza, especies longevas que llegan a vivir más de 20 años, son tan difíciles de recuperar. La anchoveta, por el contrario, como tiene una vida corta, vive intensamente, desova en poco tiempo y, por ello, es más rápido de recuperar.
¿Se han realizado estudios que contribuyan a entender el estado de conservación de algunas pesquerías como la merluza común?
Hace muy poco publicamos un estudio en la revista Frontiers in Marine Science respecto de la merluza común, el pez demersal más conocido por la gente, característico de la zona central de Chile y que hace muchos años está en lista roja, está sobreexplotada. Esto quiere decir que, según nuestro ordenamiento pesquero, está bajo su punto biológico de referencia lo cual nos obliga a activar un plan de recuperación.
El trabajo que hicimos recientemente consistió en que, reconociendo que la merluza tiene una larga distribución que va desde Coquimbo por el norte, hasta Lebu más o menos por el sur, nos preguntamos si todas estas merluzas son iguales biológicamente, es decir, si por ejemplo, todas desovan en la misma talla. Nos cuestionamos si eso era realmente así y empezamos a analizar la biología de estas merluzas a través de su distribución y descubrimos que la merluza que desova hacia el norte lo hace a menores tamaños que la del sur, es decir, la talla de la primera madurez es mucho menor hacia el norte de la distribución de la merluza. Y como la biología es fundamental para definir los puntos biológicos de referencia, nos preguntamos qué pasaría si reconocemos esa diferenciación y hacemos una evaluación de la población por zonas. El estudio nos permitió evidenciar que hay lugares en que las merluzas están muy bien y, otras, donde están agotadas. Por tanto, el manejo de la pesquería debería considerar aquello y no seguir con el error de suponer que es una única gran población, porque así no vamos a recuperar nada. Tal vez los esfuerzos de deberían concentrar en la zona donde está más mal y manejarla de otra forma respecto de la zona en donde está bien. Ese fue nuestro aporte y creo que fue bien recibido.
¿Qué desafíos observas en cuánto al manejo pesquero en Chile?
Creo que al sistema de manejo pesquero en Chile le cuesta desplazarse en el cambio de normativas. Por ejemplo, existen normativas que definen unidades de pesquerías y, en el caso de la merluza común está definida como una sola unidad, es decir, toda la merluza que se distribuye frente a las costas de Chile se le considera como un único stock o población, lo que dificulta avanzar hacia un manejo espacial explícito. Lo mismo sucede con otros recursos como el camarón nailon, que se considera como una sola gran población a lo largo de la costa de Chile, pero se sabe que eso no es así.
Nosotros indicamos en nuestras recomendaciones que hay que hacer un estudio que permita diferenciar estos niveles espaciales de una manera un poco más fina y definir dónde empieza y termina una unidad biológica. Lo que nos queda claro es que luego de hacer todo el análisis podemos decir que las merluzas del norte y las del sur no son homogéneas, pero sí están emparentadas.
¿Se trata de un estudio inédito en la materia?
Totalmente. Por un lado, está el análisis de una gran cantidad de datos y por otro, pone el acento en que la merluza común no es un stock homogéneo y de alguna forma se debe reconocer este hecho, lo cual permitiría, incluso, liberar presiones, puesto que, como sabemos, hay una parte social muy importante en la pesca de la merluza, entonces decisiones que se toman sin tener consideraciones espaciales terminan por afectar a muchos pescadores.
Seguimos con un manejo pesquero basado en las ideas de los años 80s, pensando en un único gran stock y todo eso ya no resiste análisis, pero continuamos en ello, cuesta dar vuelta la hoja por temas administrativos.