Científicos brasileños irán tras la huella de los últimos neandertales en Rumania

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Grupo de neandertales. Ilustración: CSIC.
La misión, encabezada por el arqueólogo y antropólogo Walter Neves, apunta a entender cómo transcurrió el contacto entre los integrantes de esta especie humana y los Homo sapiens, para entender además su desaparición

La ciencia aún no sabe por qué desaparecieron los neandertales. ¿Fueron eliminados violentamente por los sapiens?, o ¿fueron privados por éstos de sus fuentes de recursos naturales, o contaminados por las enfermedades que los mismos puedan haber transportado consigo desde tierras lejanas?. Es posible que estos tres factores se hayan combinado. O quizá pueda haber sido enteramente otra la causa.

De todos modos, dos cosas son seguras. Primero, que la desaparición de la especie Homo neanderthalensis “coincidió” con la llegada del Homo sapiens a Europa. Originario de África, este último vivió durante muchas generaciones en Medio Oriente antes de llegar al continente europeo. En segundo lugar, que hubo contactos sexuales entre ambas especies. La prueba de ello es que los humanos actuales, descendientes de los sapiens, portan en su genoma un pequeño porcentaje de genes neandertales.

Dicho porcentaje, de un 2 % a un 4 %, existe de manera uniforme en todas las poblaciones humanas de la actualidad. No obstante, se ha detectado un índice significativamente mayor, de un 6 %, en el ADN de dos cráneos de Homo Sapiens datados entre 35.000 a 40.000 años atrás encontrados en Rumania. Y en esa región se han descubierto artefactos típicamente neandertales. Pero falta hallar las osamentas que, por lo que todo indica, tienen que existir, tanto por la posición estratégica que los Balcanes ocupan en el pasaje de Medio Oriente a Europa, como debido a la mayor existencia de genes neandertales en los cráneos de sapiens allí desenterrados.

Una cueva situada en la zona de la garganta del río Vârghi, en los Cárpatos orientales, en Rumania. La misión rumano-brasileña prospectará y excavará yacimientos de este tipo en donde pueda haberse concretado la interacción entre Homo sapiens y Homo neanderthalensis (foto: Marius Pascu/Wikimedia Commons)

En busca de estos vestigios para comprobarlo, el veterano investigador Walter Neves viajó a Rumania con el objetivo de prospectar yacimientos arqueológicos y paleontológicos propicios para tal descubrimiento. “El primer paso consiste en determinar los lugares más probables. El paso siguiente será excavar en sitios de más de 40.000 años, con la esperanza de hallar osamentas neandertales”, dice Neves.

Este estudio, que estará a cargo de una comisión científica rumano-brasileña, cuenta con el apoyo de la FAPESP en el marco del proyecto intitulado “La interacción entre neandertales y humanos modernos en el norte de los Balcanes: una abordaje paleoantropológico”.

Una comparación entre los cráneos del Homo sapiens (a la izquierrda) y del Homo neanderthalensis (imagen: Wikimedia Commons)

“Tres cráneos de sapiens hallados en Rumania muestran rasgos típicos de los neandertales, lo que sugiere que puede haber sucedido allí alguna forma de híbrido entre ambas especies. Más recientemente, el ADN extraído de dos de esos tres cráneos mostró que tenía efectivamente un 6 % de genes neandertales, un índice considerado alto. Quedó claro entonces que en esa zona las dos especies intercambiaron genes”, informa el investigador.

Descubrimientos anteriores, realizado en los montes Cárpatos, en Rumania, demostraron que esas montañas constituyeron una de las rutas que utilizaron los primeros sapiens para entrar al continente europeo. El objetivo de Neves es encontrar los lugares exactos en donde se produjo el encuentro con los neandertales y qué sucedió a partir de entonces. “Prospectaremos yacimientos situados en la garganta del río Vârghi, al norte de la cadena montañosa Perani, en los Cárpatos orientales. Con una gran probabilidad, ése fue un lugar de encuentro. Excavaciones realizadas en las cavernas de la región, en la franja correspondiente al Paleolítico medio, pueden aportar información crucial acerca de cómo interactuaron y afrontaron los cambios climáticos que acaecieron en la zona ambas especies humanas”, afirma.

A tal fin, los investigadores realizarán prospecciones arqueológicas utilizando metodologías de documentación y gestión informática desarrolladas por el propio equipo. Aplicarán diversos métodos de datación, incluidos el radiocarbono, la relación uranio-torio y la luminiscencia ópticamente estimulada, para determinar la cronología de los depósitos antropogénicos. Efectuarán análisis de micromorfología y sedimentología para determinar los procesos de formación de los sitios arqueológicos. Por último, analizarán también morfológica y taxonómicamente los restos fósiles y concretarán una batería de análisis moleculares para determinar la dieta, la movilidad y la historia poblacional.

Un antepasado común

Los sapiens y los neandertales descienden de un ancestro común, el Homo heidelbergensis, que habría evolucionado a partir de linajes africanos del Homo erectus hace unos 600.000 años. Las migraciones del Homo heidelbergensis hacia distintos hábitats determinaron la diferenciación de las dos especies hijas. Los sapiens surgieron en África hace alrededor de 230.000 años, y allí permanecieron durante bastante tiempo. Luego migraron hacia Medio Oriente y posteriormente a Europa. Los neandertales se formaron en Europa y habitaron en el continente europeo hace entre 250.000-200.000 años y 40.000 años. Su desaparición, hace aproximadamente 40.000 años, coincidió con la llegada de los sapiens.

“Los neandertales tenían el neurocráneo alargado, la frente achatada y el rostro bastante proyectado hacia adelante. Su cerebro, de alrededor de 1.550 centímetros cúbicos, era mayor que el nuestro, que posee en promedio 1.350 centímetros cúbicos. Pero su corteza prefrontal estaba menos desarrollada, de allí la frente achatada”, describe Neves. El investigador estima que las excavaciones en Rumania podrán dilucidar de qué manera vivían esos primitivos habitantes de Europa, de qué modo se relacionaron con los sapiens provenientes de Medio Oriente y si esa interacción fue lo que determinó su desaparición.

Neves destaca también la importancia geopolítica de esta misión. “Desde el punto de vista de la paleoantropología, Brasil no es nada. El único núcleo de estudio de la macroevolución humana es el nuestro, en el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de São Paulo (IEA-USP). Generalmente, lo que sucede es que son investigadores de los países del Primer Mundo quienes salen en busca de nuestros antepasados en yacimientos de países del Tercer Mundo. Esto les da algo de gran valía en mi área, a lo que le damos en broma el nombre de fossil power (poder fósil). Ahora estamos invirtiendo el sentido: somos investigadores del Tercer Mundo que estamos yendo a estudiar la macroevolución humana en el Primer Mundo. Esto es importante para Brasil, pues los estudios de la evolución humana tienen una visibilidad muy grande”, afirma.

Esta será la segunda misión paleoantropológica al exterior de científicos brasileños. La primera, encabezada por el propio Neves, se concretó en Jordania, y estuvo financiada mayoritariamente por la FAPESP. “En Jordania trabajamos con nuestros antepasados de 2.500.000 de años. Ahora trabajaremos en un lapso de entre 60.000 y 40.000 años. Y nuestro sueño para el futuro es establecer una misión brasileña en África”, resume el investigador.

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