El sueño, o el buen dormir, no es solo una necesidad biológica, sino un aliado esencial en el aprendizaje, la memoria y la salud integral. Así lo señala Roberto Ferreira, académico de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Talca y director del Núcleo Milenio para la Ciencia del Aprendizaje (MiNSoL), dormir bien es crucial para el desarrollo cognitivo, emocional y cultural, y puede incluso protegernos de enfermedades neurodegenerativas a largo plazo.
Ferreira explica que durante el sueño, nuestro cerebro no solo descansa, sino que trabaja intensamente para consolidar lo que hemos aprendido a lo largo del día. “Cuando aprendemos algo nuevo, como un idioma, esa información se guarda temporalmente en el hipocampo. Durante el sueño, especialmente en las fases profundas, el cerebro transfiere esos datos a la neocorteza, donde se almacenan de manera permanente“, detalla el experto.
Este proceso es vital para niños y adolescentes, cuyo cerebro está en pleno desarrollo. Ferreira recomienda que los niños de hasta 12 años duerman entre 9 y 12 horas, y que los adolescentes lo hagan entre 8 y 10 horas cada noche. “El sueño es especialmente importante en estas etapas de la vida, ya que un mal descanso puede afectar no solo el rendimiento escolar, sino también el bienestar emocional, provocando irritabilidad, ansiedad y estrés”.
Las investigaciones respaldan estas afirmaciones: dormir menos de lo necesario o tener un sueño interrumpido puede resultar en una pérdida significativa de la capacidad de retención y aprendizaje. “Las personas que duermen menos de cinco horas por noche pierden gran parte de lo aprendido durante el día, además de sufrir de fatiga y falta de concentración”, advierte Ferreira.
Consejos para un sueño reparador
Para mejorar la calidad del sueño, Ferreira sugiere establecer rutinas regulares y respetar los ciclos de descanso. Un consejo crucial es exponerse a la luz del sol lo antes posible en la mañana, lo que ayuda a sincronizar nuestro reloj biológico. “La luz matutina activa nuestro ciclo circadiano, preparando el cuerpo para sentirse cansado y listo para dormir al final del día”, explica.
Ferreira también advierte sobre el uso de alarmas. “Despertar con una alarma puede interrumpir el sueño REM, crucial para el bienestar emocional”, señala el experto. Además, recomienda cenar al menos dos horas antes de acostarse y optar por comidas ligeras para evitar que la digestión interfiera con el descanso.
Finalmente, Ferreira sugiere limitar las siestas a 15-30 minutos. “Una siesta corta puede ser revitalizante, pero dormir demasiado durante el día puede dificultar el sueño nocturno”.