Científicos confirman que la dispersión de la gripe aviar en la Antártica es mayor de lo esperado

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El velero de la expedición Australis ante una colonia de pingüinos en la Antártida. / Antonio Alcamí.

Un equipo internacional de científicos, incluyendo personal investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha confirmado que la dispersión de la gripe aviar de alta patogenicidad (HPAI H5N1) en la Antártica es más extensa de lo que se había anticipado. Este estudio, llevado a cabo en el marco de un proyecto internacional que rastrea la presencia del patógeno en la región, ha identificado 14 nuevos casos de infección en diversas especies, incluyendo pingüinos, palomas antárticas y lobos marinos.

El equipo del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CBMSO-CSIC), liderado por Antonio Alcamí, había previamente detectado la presencia del virus en muestras de skuas y de un elefante marino en la península antártica. Recientemente, tras el reanálisis de muestras recogidas durante la Expedición Australis, los científicos confirmaron la expansión del virus en la región austral, evidenciando una mayor dispersión en el norte de la península antártica.

Los nuevos casos de infección se detectaron en especies emblemáticas como los pingüinos de Adelia, donde ya se habían registrado mortalidades masivas con más de 500 cadáveres encontrados en la isla Heroína en el mar de Weddell. Esta isla, junto con otras como Paulet y Beagle, ha sido identificada como un “punto caliente” para la propagación del virus, donde todas las especies animales analizadas, desde aves hasta mamíferos marinos, presentaron infección.

Durante la conferencia del Scientific Committee on Antarctic Research (SCAR), celebrada en Chile, el equipo del CSIC presentó estos hallazgos, destacando que la expansión del HPAI H5N1 podría tener un impacto devastador en la fauna antártica durante el próximo verano austral. La detección del virus en nuevas especies y su propagación entre diferentes grupos de animales subraya la amenaza que representa para la biodiversidad de la región.

El virus HPAI H5N1, que originalmente evolucionó en aves de corral, ha mostrado una preocupante capacidad de adaptarse y propagarse entre la fauna salvaje a nivel global. Su llegada a la Antártida, confirmada por primera vez en febrero de 2024, ha sido seguida por descubrimientos que evidencian su expansión continua en esta región remota y frágil. La investigación, impulsada por la expedición a bordo del velero Australis, ha proporcionado datos cruciales sobre la extensión del virus, revelando su impacto no solo en aves, sino también en mamíferos marinos.

Los científicos advierten que la presencia del virus en la Antártica podría desencadenar consecuencias impredecibles para los ecosistemas locales, especialmente en las poblaciones de pingüinos. La situación requiere un monitoreo continuo y medidas de conservación urgentes para mitigar el impacto potencial de esta enfermedad en una de las regiones más aisladas y ecológicamente vulnerables del planeta.

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