El monitoreo estandarizado con cámaras trampa permitió dar con el carnívoro nativo, unas de las especies representativas del área de conservación.
Entre los matorrales subandinos y cumbres rocosas de la Reserva Natural Altos de Cantillana, a solo 70 kilómetros de Santiago, se han captado imágenes de un gato colocolo (Leopardus colocolo), uno de los siete depredadores presentes en esta área de conservación. Este registro fue logrado gracias al monitoreo continuo realizado por guardaparques, siguiendo la metodología del Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado (SNASPE), y es fundamental para el estudio y conservación de carnívoros nativos y otras especies en un ecosistema con una biodiversidad única.
Con una extensión de 12 mil hectáreas, la Reserva Natural Altos de Cantillana corresponde a un reservorio de biodiversidad que abarca territorios en las comunas de Alhué, Melipilla y Paine. Aquí es posible encontrar especies endémicas de flora y funga, además de una variedad de fauna que permiten mantener el equilibrio ecosistémico.
Entre los carnívoros nativos que habitan la Reserva, se encuentran el puma (Puma concolor), el gato güiña (Leopardus guigna), el zorro culpeo (Lycalopex culpaeus), el zorro chilla (Lycalopex griseus), el chingue (Conepatus chinga) y quiques (Galictis cuja). Estos mamíferos, que forman parte esencial de la biodiversidad local, se alimentan principalmente de carne, consumiendo tanto vertebrados como invertebrados.
Los gatos colo colo son depredadores y, por tanto, cumplen un rol importante en el control de las poblaciones de los animales herbívoros, ayudando a mantener el equilibrio natural y con ello evitando efectos negativos sobre la vegetación en el largo plazo. No obstante, a pesar de su importancia, los carnívoros enfrentan diversas amenazas, muchas de ellas asociadas a la fragmentación del hábitat.
“Su hábitat, que antiguamente era bastante amplio, está siendo segmentado producto de diversas construcciones o intervenciones que está haciendo el ser humano sobre ella”, indicó Carolina Sánchez, médico veterinaria de la Unidad de Rehabilitación de Fauna Silvestre (UFAS) de la Universidad Andrés Bello. “Esta fragmentación no solo reduce el espacio disponible para estos animales, sino que también afecta su capacidad de cazar y reproducirse, lo que disminuye sus posibilidades de supervivencia”, agregó.
Las especies introducidas o especies exóticas invasoras, como gatos y perros de vida libre, son una amenaza real para la fauna silvestre e incluso para los carnívoros nativos como el gato colo colo. Además de ser transmisores de enfermedades o atacar la fauna silvestre, la simple presencia de un carnívoro exótico produce un cambio de comportamiento de depredadores nativos que evitan las áreas habituales, lo que a largo plazo puede tener efectos negativos para los ecosistemas.
¿Qué podemos hacer para proteger los carnívoros nativos?
Para continuar con el seguimiento de los carnívoros nativos y asegurar su conservación, en la Reserva Natural Altos de Cantillana se está desarrollando el Proyecto “Tras las huellas del esclerófilo”, financiado por el Fondo de Protección Ambiental del Ministerio de Medio Ambiente y en colaboración con organizaciones como UFAS CIS-UNAB, cuyo objetivo es implementar acciones para abordar las amenazas que enfrenta el Santuario de la Naturaleza Altos de Cantillana, particularmente la presencia de mascotas de vida libre, que representan una amenaza seria para la biodiversidad nativa. En este sentido el monitoreo y la educación ambiental es fundamental.
Edgar Ibarra, guardaparque encargado del monitoreo, expresó que gracias a su trabajo en terreno ha logrado ver distintas especies de aves rapaces, zorros, culebras e iguanas chilenas, especialmente a través de registros de cámaras trampa. Sumado a su labor de control y monitoreo de amenazas que afectan la biodiversidad del área, Edgar también realiza funciones asociadas a educación ambiental, en sus palabras: “yo cumplo con informar a visitantes para que valoren y comprendan que Altos de Cantillana no sólo es un paisaje, sino algo más complejo del cual también formamos parte. Así, todos juntos podemos conservar estos lugares para las futuras generaciones”, destacó.
Al visitar áreas protegidas se recomienda adoptar comportamientos que promuevan la conservación. Esto incluye no arrojar basura, evitar llevar mascotas como perros y gatos, y disfrutar del entorno en silencio. “La experiencia en la naturaleza debe estar enfocada en lo positivo, tanto para los seres humanos como para las especies que habitan el lugar”, recomendó Carolina.