El análisis del núcleo interno de un huracán permite predecir el incremento de su intensidad

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Huracán
Investigación conjunta de expertos de EEUU y Colombia basada en imágenes de satélite

 

El análisis de las imágenes satelitales de 15 ciclones de alta y baja intensidad –como por ejemplo los tifones María y Ampil, que azotaron Japón en 2018 y en 2024 respectivamente– evidenció que cuando el núcleo interno del ojo del huracán se contrae, hace que la velocidad de los vientos aumente produciendo una intensificación rápida. Así lo dieron a conocer investigadores de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) y la Universidad de Maryland (Estados Unidos).

El hallazgo, presentado durante el II Congreso Internacional de Variabilidad y Cambio Climático, organizado por las Facultades de Ciencias y Ciencias Agrarias de la UNAL Sede Bogotá, mejora la predicción de huracanes de rápida intensificación, responsables de grandes afectaciones en el mundo.

El objetivo del estudio se centró en caracterizar estos ciclones mediante el análisis de datos provenientes del Satélite Geoestacionario Operacional Ambiental (GOES por sus siglas en inglés), proyecto del Servicio Meteorológico Nacional de Estados Unidos, y Himawari-8, satélite meteorológico operado por la Agencia Meteorológica de Japón.

El trabajo es adelantado por los estudiantes Jhayron Pérez, de la Maestría en Meteorología de la Universidad de Maryland, y Duván Nieves, de Ingeniería Ambiental de la Facultad de Minas de la UNAL Sede Medellín, y dirigido por el profesor Carlos Hoyos, de la misma Facultad.

Durante su intervención en el Congreso, los investigadores explicaron que “los ciclones tropicales que alcanzan categorías 4 y 5 en la escala Saffir-Simpson (que mide la intensidad de los huracanes) con vientos superiores a 252 km/h, son los más destructivos y han afectado gravemente regiones colombianas”.

Algunos de los más recordados son Joan, en octubre de 1988 –que atravesó la península de La Guajira y se desplazó por el sur de San Andrés–; César, en julio de 1996; Mathew, en octubre de 2016 –que se desplazó por el norte de la península de La Guajira–, e Iota, en noviembre de 2020.

“Con este trabajo buscamos entender por qué estos ciclones se intensifican tan rápidamente, ya que hoy el 80 % de las alarmas resultan ser falsas, lo que genera pérdidas de vidas y económicas”, señalan.

Rápida intensificación, un peligro creciente

Hasta el momento el estudio se ha centrado en unos 15 ciclones del mundo, entre ellos el tifón María, un poderoso ciclón tropical de alta intensidad que se formó en julio de 2018 en el océano Pacífico occidental alcanzando la categoría 5 en la escala Saffir-Simpson, con vientos que superaron los 260 km/h. El fenómeno afectó especialmente a Taiwán, las islas Ryūkyū de Japón y la costa sureste de China, y aunque las regiones costeras fueron las áreas más daminificadas, también provocó deslizamientos de tierra y pérdidas económicas significativas en las áreas agrícolas.

Otro fenómeno de baja intensidad fue el tifón Ampil, que se formó en julio de 2018 en el océano Pacífico y afectó a Japón y China, particularmente la región oriental de Shanghái, y aunque no alcanzó las categorías más altas sí causó inundaciones y la evacuación de miles de personas.

Nuevas herramientas para mejorar la previsión

El estudiante Nieves señaló que “los ciclones de rápida intensificación presentan una contracción en el núcleo interno, lo que aumenta la fuerza de los vientos y concentra el momento angular provocando que se intensifiquen rápidamente”.

Según los expertos, “estamos confirmando la teoría de los ciclos de convección en los ciclones tropicales de alta intensidad, la cual se basa en el principio de la convección atmosférica, donde el aire caliente tiende a subir y el aire frío a bajar, creando corrientes de aire. El proceso es fundamental para el transporte de calor en la atmósfera y es responsable de muchos fenómenos climáticos, como la formación de nubes y tormentas.

La inestabilidad térmica en la atmósfera, provocada por diferencias de temperatura, alimenta estas corrientes de convección, afectando así el clima en diferentes regiones.

La investigación sugiere que estos hallazgos se podrían implementar en modelos predictivos dinámicos y estadísticos para mejorar los pronósticos en tiempo real. Con imágenes satelitales actualizadas cada 10 minutos sería posible ofrecer predicciones más precisas y reducir la incertidumbre en las alertas.

Los investigadores consideran que los aportes de su trabajo tienen un gran potencial para mitigar el impacto de los ciclones tropicales en regiones vulnerables como San Andrés. “Esperamos que estos avances se implementen operativamente en Colombia, y que luego se puedan extrapolar a otras regiones afectadas por estos fenómenos”, concluyeron.

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