Las olas de calor extremas registradas en 2022 y 2023 en el Mediterráneo occidental no solo han marcado temperaturas récord, sino que también revelan una aceleración alarmante de los efectos del cambio climático, según un estudio reciente liderado por investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC). Los resultados, publicados en Nature npj Climate and Atmospheric Sciences, confirman que las anomalías de temperatura en estos dos años, con incrementos de +3,6°C en 2022 y +2,9°C en 2023, superaron las variaciones climáticas naturales de los últimos 1.000 años, un fenómeno que está ocurriendo mucho antes de lo que se esperaba.
Este estudio, realizado en colaboración con instituciones como la Universidad de Zaragoza, el Instituto de Geociencias (IGEO-CSIC), y las universidades de Johannes Gutemberg (Alemania) y Cambridge (Reino Unido), evidencia que las olas de calor extremas, que se pensaban fenómenos raros con una frecuencia de ocurrencia de una vez cada 10.000 años, podrían estar sucediendo ahora cada 4 a 75 años, dependiendo de los futuros escenarios de emisiones de gases de efecto invernadero. Esta aceleración no solo subraya el impacto del cambio climático antropogénico, sino que también indica que los modelos predictivos ya no son suficientes para predecir el alcance de estos fenómenos, que antes se consideraban parte del futuro lejano, para finales del siglo XXI.
Para llevar a cabo esta investigación, los científicos combinaron reconstrucciones históricas a partir de la dendrocronología —el estudio de los anillos de crecimiento de los árboles—, los datos meteorológicos registrados desde 1890, y las proyecciones climáticas obtenidas mediante modelos predictivos. La dendrocronología permitió a los investigadores rastrear las variaciones de temperatura y precipitaciones hasta el año 1119, una base de datos invaluable que muestra que los niveles actuales de calor en la región mediterránea son insosteniblemente altos en comparación con las condiciones climáticas previas.
Uno de los factores más relevantes identificados por los investigadores fue el aumento anómalo de las temperaturas en el océano Atlántico y el mar Mediterráneo. Estos océanos, que están experimentando un calentamiento acelerado —el doble de rápido que la media global— han exacerbado las olas de calor y la sequía en la región. Además, las condiciones de 2022 y 2023, caracterizadas por una menor nubosidad proveniente de las Azores, favorecieron la entrada de aire caliente desde el Sáhara hacia Europa, lo que intensificó las olas de calor. En estos dos años, también se registraron valores récord en el número de horas de máxima radiación solar, una reducción significativa en el hielo de los glaciares del Pirineo y los Alpes, y una notable disminución del caudal de los ríos debido a la escasez de lluvias durante el invierno y la primavera previos.
En términos de impacto social y económico, los efectos de estas olas de calor y las prolongadas sequías han sido devastadores. Según el investigador del MNCN, Gerardo Benito, estos fenómenos no solo han afectado gravemente a los ecosistemas y la biodiversidad, sino también a sectores clave de la economía, como el turismo y la agricultura, que son pilares en las economías mediterráneas. En 2022, la región experimentó la segunda mayor superficie quemada en el Mediterráneo occidental, un récord alarmante. Además, el calor extremo provocó más de 60.000 muertes relacionadas con el calor en Europa, con un impacto particularmente grave en países como Italia y España.
A nivel ecológico, las olas de calor y las sequías prolongadas también han tenido efectos adversos sobre la capacidad de absorción de carbono de los ecosistemas, una situación que agrava aún más el cambio climático. El estudio concluye que los fenómenos extremos que antes se proyectaban para finales del siglo XXI ya están ocurriendo en la actualidad, lo que hace evidente la urgencia de adoptar medidas de adaptación y mitigación frente al cambio climático.
El investigador Ernesto Tejedor, líder del proyecto, subraya que este estudio marca un hito en nuestra comprensión de los efectos del cambio climático en la región mediterránea. “Las olas de calor que antes se consideraban eventos raros ya están ocurriendo con mayor frecuencia y tienen consecuencias devastadoras tanto a nivel ambiental como socioeconómico. Si no tomamos medidas significativas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y adaptarnos a estos nuevos escenarios climáticos, las consecuencias serán cada vez más severas”, afirma Tejedor.
El estudio demuestra que el cambio climático está acelerando fenómenos extremos como las olas de calor en el Mediterráneo occidental, y que por tanto, ya no se trata de meros eventos esporádicos, sino una nueva normalidad que exige acciones urgentes. Las economías mediterráneas, dependientes del turismo y la agricultura, se encuentran en una situación de vulnerabilidad creciente, y la adaptación a este nuevo escenario climático es esencial para mitigar los impactos sociales, económicos y ambientales que ya estamos experimentando. Las políticas de mitigación deben ser ahora una prioridad global, ya que el cambio climático no es un fenómeno distante, sino una realidad presente que afecta nuestra vida cotidiana y el futuro de nuestro planeta.