Un equipo de investigación del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) y el Instituto de Química Física Blas Cabrera (IQF-CSIC) ha logrado cuantificar, por primera vez, la emisión global de metanotiol, un gas de azufre producido por la vida marina. Este gas contribuye significativamente a la formación de partículas y nubes en la atmósfera, ejerciendo un efecto enfriante en el clima. El estudio, publicado en Science Advances, revela que el océano emite azufre en mayor cantidad de lo que se pensaba, con un impacto considerable en el sistema climático.
Un descubrimiento que amplía una hipótesis climática de décadas
Hace casi 40 años, se planteó la hipótesis de que el plancton microscópico en la superficie de los océanos produce gases de azufre, como el dimetilsulfuro (DMS). Estos gases, al oxidarse en la atmósfera, generan aerosoles que reflejan la radiación solar hacia el espacio, reduciendo el calor retenido por la Tierra. Este proceso contrarresta el efecto de los gases de efecto invernadero. Además, los aerosoles fomentan la formación de nubes densas, las cuales potencian aún más este enfriamiento, convirtiéndose en elementos clave para regular la temperatura global.
El nuevo hallazgo del equipo del CSIC identifica al metanotiol como un actor adicional en este ciclo. Este compuesto, antes ignorado, amplía el impacto climático de las emisiones de azufre marino.
El metanotiol: un nuevo componente en el aroma del mar
“Hasta ahora, pensábamos que el dimetilsulfuro era la única fuente de emisiones marinas de azufre. Este compuesto, derivado del plancton, es también responsable del característico olor del marisco”, explica Martí Galí, del ICM-CSIC. “Hoy sabemos que el metanotiol también es emitido por los océanos y hemos logrado cuantificarlo globalmente”. Este trabajo combina mediciones de campo realizadas en el Océano Antártico y el Mediterráneo con datos satelitales, revelando que las emisiones de metanotiol incrementan en un 25% las emisiones totales de azufre conocidas.
Aunque esta cifra puede parecer modesta, su impacto climático es notable, ya que el metanotiol es más eficiente que el dimetilsulfuro en formar aerosoles. Julián Villamayor, del IQF-CSIC, destaca: “Su capacidad para oxidarse y generar partículas magnifica su influencia climática”.
Impacto climático del metanotiol
Los investigadores incorporaron estas emisiones a un modelo climático avanzado. Los resultados son especialmente visibles en el hemisferio sur, donde la actividad humana y las emisiones de azufre fósil son menores. Aquí, el metanotiol aumenta entre un 30% y un 70% la formación de aerosoles sobre el Océano Antártico, reduciendo la radiación solar que llega al agua en verano entre 0.3 y 1.5 W/m².
“Los modelos climáticos actuales tienden a sobreestimar la radiación solar en el Océano Antártico debido a limitaciones en la simulación de nubes. Incorporar esta nueva fuente de azufre nos ayuda a alinear los modelos con la realidad”, señala Rafel Simó, del ICM-CSIC.
El océano como regulador climático
El estudio refuerza la idea de que los océanos no solo capturan calor y absorben dióxido de carbono, sino que también generan gases y partículas con efectos climáticos inmediatos. No obstante, los científicos advierten que estos procesos naturales son insuficientes para contrarrestar el impacto de las actividades humanas. “El planeta se calienta y seguirá haciéndolo si no reducimos drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero”, concluyen.
Este avance subraya la complejidad del sistema climático terrestre y la necesidad de considerar todos sus componentes para entender y mitigar el cambio climático.