Nuevas investigaciones han posicionado al guanaco como un aliado clave para la restauración del bosque esclerófilo de Chile central, un ecosistema gravemente afectado por la acción humana y la megasequía. Este antiguo habitante sudamericano, cuyo nombre proviene del quechua wanacu, es mucho más que el mamífero más grande de Chile: es un “jardinero natural” que contribuye significativamente a la regeneración de los bosques.
Un vínculo ancestral con el bosque esclerófilo
Tras la colonización en América, esta especie comenzó a desaparecer de muchas zonas, como Chile central y actualmente, su población se encuentra fragmentada a lo largo del país. Ahora, un reciente experimento demostró el relevante vínculo de Lama guanicoe con el bosque mediterráneo chileno, particularmente con el espino, ecosistema en el que el guanaco ha habitado desde hace millones de años. Hoy, sus poblaciones están fragmentadas, y el bosque mediterráneo donde habitó durante millones de años está en peligro. Sin embargo, un reciente estudio liderado por Matías Guerrero, del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) y el Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2), junto a Meredith Root-Bernstein, investigadora del IEB y el Museo de Historia Natural de París, revela un vínculo evolutivo entre el guanaco y el espino (Vachellia caven), una especie clave del bosque esclerófilo.
El equipo realizó un experimento en Altos de Cantillana, Región Metropolitana, donde reintrodujeron cinco guanacos en una hectárea. Después de dos años de monitoreo, los espinos en la zona con guanacos crecieron más que en las áreas controladas sin su presencia. Según Guerrero, esta interacción sugiere una relación evolutiva y beneficios mutuos entre ambas especies.
“En este experimento medimos el largo de la rama, la cantidad de subramas y el ángulo de las mismas. Y a partir de eso monitoreamos mes a mes todos los árboles marcados, cerca de 100. De esta forma nos dimos cuenta que los espinos dentro del cerco con guanacos, crecieron más que la zona control, que no tenía guanacos, pero sí animales de ganado”, explica Guerrero.
El guanaco como jardinero natural
El guanaco se alimenta de hojas, brotes y frutos, y dispersa semillas a través de su sistema digestivo, enriqueciendo el suelo. Además, su peculiar forma de ramonear, cortando ramas de abajo hacia arriba, fomenta la aparición de subramas y acelera el crecimiento del espino. Este efecto cascada contribuye a la restauración del bosque.
Otro hábito interesante del guanaco es su afición por revolcarse en el suelo, creando “baños de polvo”, que despejan áreas dominadas por hierbas invasoras, abriendo espacio para nuevas plantas. También trazan senderos que permiten la regeneración del bosque sin grandes perturbaciones.
Además de su papel ecológico, el guanaco es un animal adaptable y rústico, lo que lo hace ideal para ser reintroducido en ecosistemas degradados más allá de su hábitat actual en zonas altiplánicas y la Patagonia.
El legado de Juan Armesto y una visión socioecológica
El estudio, publicado en Journal of Arid Environments, también es un homenaje al cofundador del IEB, Juan Armesto, quien aportó una visión integral sobre la interacción entre plantas y animales. Según Guerrero, “sin Armesto, no habríamos comprendido el rol ecológico del guanaco ni su potencial para la restauración de este ecosistema altamente degradado”.
Con estos hallazgos, los investigadores proponen un plan piloto de reasilvestramiento con guanacos en el Cajón del Maipo, que cuenta con áreas protegidas y santuarios de la naturaleza. Este enfoque, sin embargo, no se limita a aspectos ecológicos; busca construir alianzas con comunidades locales, ganaderos, arrieros y operadores turísticos.
La investigación también plantea la posibilidad de usar llamas, animales domesticados y adaptados a convivir con humanos, como una alternativa para restaurar ecosistemas en zonas con mayor densidad poblacional.
Desafíos y oportunidades para la restauración
La reintroducción de guanacos enfrenta desafíos como la falta de financiamiento y datos, así como amenazas actuales como los perros de libre deambular y actividades industriales. A pesar de ello, los investigadores están comprometidos con promover una restauración socioecológica, que involucre a actores clave en un esfuerzo colaborativo para proteger la biodiversidad del bosque esclerófilo, un ecosistema único y crítico para Chile central, donde vive la mayor parte de la población del país.
En palabras de Guerrero, “el guanaco puede ser el eslabón perdido para recuperar un ecosistema que hemos degradado por siglos”. Este enfoque inspirador tiene el potencial de transformar la relación entre humanos y naturaleza, fomentando la coexistencia y restauración en un mundo cada vez más afectado por el cambio climático.