El megaproyecto energético que pone en riesgo los prístinos cielos chilenos para la astronomía

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Observatorio Paranal. Crédito: ESO/P. Horálek

El norte de Chile, hogar de los cielos más oscuros y prístinos del mundo, enfrenta una amenaza sin precedentes debido a la posible instalación del megaproyecto energético INNA. Este ambicioso complejo industrial, propuesto por AES Andes, busca producir hidrógeno y amoníaco verde mediante fuentes de energía solar y eólica. Sin embargo, la ubicación planificada para el proyecto, a tan solo 5-11 kilómetros del Observatorio Paranal, plantea serios riesgos para la investigación astronómica.

Patrimonio astronómico privilegiado en riesgo

El Observatorio Paranal, operado por el Observatorio Europeo Austral (ESO), se encuentra en el desierto de Atacama, región reconocida por sus condiciones excepcionales para la astronomía. Desde su inauguración en 1999, Paranal ha sido clave para importantes avances científicos, como la captura de la primera imagen de un exoplaneta y la confirmación de la expansión acelerada del universo.

Los cielos chilenos son responsables de cerca del 60% de la observación astronómica mundial, destacando su relevancia para la ciencia global. Según Itziar de Gregorio, representante de ESO en Chile, “Chile, y en particular Paranal, es un lugar verdaderamente especial para la astronomía: sus cielos oscuros son un patrimonio natural que trasciende sus fronteras y beneficia a toda la humanidad”.

Contaminación lumínica, el principal desafío

El proyecto INNA contempla un complejo industrial de más de 3,000 hectáreas, con instalaciones como un puerto, plantas de producción de amoníaco e hidrógeno, y miles de unidades de generación de electricidad. Durante su vida operativa, esta infraestructura podría generar contaminación lumínica significativa, afectando la calidad de las observaciones astronómicas.

ESO advierte que estas emisiones, junto con el polvo generado durante la construcción y el aumento de la turbulencia atmosférica, podrían causar daños irreparables a los cielos del Observatorio Paranal y al cercano Cerro Armazones, donde se construye el Extremely Large Telescope (ELT).

La respuesta de la comunidad científica

Tanto ESO como el observatorio ALMA han expresado su preocupación por el impacto del megaproyecto. ALMA, que opera en el mismo desierto de Atacama, enfatizó que preservar los cielos oscuros es un desafío global que afecta directamente a la capacidad de la humanidad para explorar el universo.

La astrónoma Teresa Paneque, hizo un llamado a la participación ciudadana en el proceso de evaluación ambiental, “la generación de energías limpias es necesaria para un futuro mejor, pero se puede hacer a mayor distancia para que no afecte algo fundamental como la investigación astronómica”.

Si bien INNA se alinea con la Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde de Chile y promete producir 100,000 toneladas de hidrógeno y 650,000 toneladas de amoníaco al año, la reubicación del proyecto es considerada esencial por la comunidad científica. Según Xavier Barcons, director general de ESO, “las emisiones de polvo y la contaminación lumínica tendrán un impacto irreparable en las capacidades de observación astronómica”.

El subsecretario de Ciencia, Tecnología e Innovación, Cristián Cuevas, enfatizó en la necesidad de armonizar la diversificación energética con la protección de los cielos chilenos, destacando que “es posible resguardar las zonas de interés científico mientras avanzamos en la agenda energética”.

Los cielos oscuros de Chile no solo representan un recurso natural único, sino un pilar para el avance de la astronomía mundial. La reubicación del megaproyecto INNA es fundamental para evitar un impacto irreversible en este patrimonio irremplazable.

Preservar estos cielos prístinos es un compromiso que trasciende fronteras y generaciones, asegurando que la humanidad continúe explorando y entendiendo el cosmos desde uno de los mejores laboratorios naturales de la Tierra.

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