Un estudio internacional publicado en Nature Climate Change ha revelado que hasta el 36% de los hábitats de sapos y ranas verdaderas y arborícolas podría verse amenazado por la combinación de temperaturas en aumento y la disminución de la disponibilidad de agua. Estos cambios afectan especialmente a las especies de la Amazonía y el Bosque Atlántico, regiones que albergan una de las mayores diversidades de anfibios del mundo.
“El incremento en la frecuencia, intensidad y duración de las sequías tendrá un impacto severo en la fisiología y el comportamiento de muchas especies en estas áreas. Muchas de ellas son endémicas, por lo que no podrán sobrevivir fuera de estos biomas”, señaló Rafael Bovo, investigador de la Universidad de California en Riverside y uno de los autores del trabajo.
El estudio, que incluyó proyecciones climáticas hasta el año 2100, estimó que en un escenario de emisiones moderadas con un aumento de 2 °C, el 15,4% de los hábitats de anfibios experimentará mayor aridez. Sin embargo, en un escenario extremo con un calentamiento de 4 °C, esta cifra podría alcanzar el 36%, afectando regiones tropicales clave como América Central, el norte de Chile y el Mediterráneo europeo.
Impacto en la fisiología y conducta de los anfibios
Los anfibios son particularmente sensibles a la pérdida de agua debido a su piel permeable, lo que los hace vulnerables a ambientes más cálidos y secos. En estos escenarios, se espera que los animales reduzcan su tiempo de actividad para evitar la deshidratación, disminuyendo también sus oportunidades de alimentarse y reproducirse.
“En condiciones más cálidas y secas, los anfibios pasarán más tiempo en refugios, lo que afectará directamente la viabilidad de sus poblaciones”, explicó Bovo. Las simulaciones biofísicas indicaron que en regiones tropicales, como la Amazonía, el tiempo de actividad podría reducirse hasta un 26 % cuando se combinan los efectos del calentamiento y la sequía.
Datos inéditos y modelos de extinción
El estudio combinó información de campo, datos de laboratorio y literatura científica durante tres años. Los investigadores desarrollaron un banco de datos que incluye proyecciones climáticas globales y características de las especies, como distribución geográfica, uso de microhábitats y estrategias para evitar la pérdida de agua, como secreciones cutáneas y posturas específicas.
El trabajo también identificó la necesidad de evaluar si las especies poseen suficiente plasticidad fisiológica y conductual para adaptarse a estos cambios o si podrían evolucionar en miles de años.
Desafíos futuros
El equipo continuará perfeccionando modelos de predicción de extinciones locales y regionales, que podrían servir de referencia para otros grupos animales sensibles al cambio climático. “Quedan tres opciones para estos anfibios: migrar, adaptarse o extinguirse. Nuestro objetivo es comprender mejor cuáles especies tienen el potencial de sobrevivir y qué biodiversidad quedará para el fin del siglo”, concluyó Bovo.
Este estudio aporta información clave para la conservación de anfibios, subrayando la urgencia de implementar estrategias que mitiguen los efectos del cambio climático y protejan la biodiversidad global.