Los maestros de la tierra y el desafío de la educación ambiental

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Por Eduardo Jaime Muñoz, educador ambiental

Cada 26 de enero conmemoramos el Día Mundial de la Educación Ambiental, una fecha que nos invita a reflexionar sobre la importancia de formar ciudadanos conscientes y comprometidos con el cuidado del planeta. En un mundo marcado por la crisis climática y la degradación ambiental, el rol de los educadores ambientales se vuelve esencial. Son ellos quienes, desde sus territorios, cultivan la semilla del cambio y guían a las nuevas generaciones en la construcción de una relación más armónica con la naturaleza.

En este contexto, “los maestros de la tierra” —como podríamos llamar a estos educadores— no solo enseñan sobre el entorno, sino que también forjan lazos profundos entre las comunidades y sus ecosistemas. La educación basada en la naturaleza y al aire libre se presenta como una herramienta clave en este proceso. Así lo demuestra la experiencia en la comuna de Monte Patria, donde docentes, estudiantes y sus comunidades han convertido el entorno natural en un aula viva, integrando la observación y la experiencia directa con el territorio en su aprendizaje.

Aprender con la naturaleza, más allá del aula

Salir del aula y experimentar el mundo natural tiene un impacto transformador en los niños y niñas. La observación del paisaje, el estudio de la flora y fauna local y el contacto con el entorno generan un sentido de pertenencia e identidad territorial que difícilmente se logra dentro de las cuatro paredes de una sala de clases. En las zonas rurales, donde la tecnología es limitada y las distancias imponen barreras, el entorno natural se convierte en un recurso didáctico invaluable.

Eduardo Jaime, educador ambiental.

En mi experiencia como educador ambiental, he visto cómo pequeños detalles de la naturaleza despiertan la curiosidad y el aprendizaje en los niños. Recuerdo cómo los estudiantes se maravillaban al observar la metamorfosis de los sapitos en un estero cercano, comprendiendo de manera intuitiva su ciclo de vida y la importancia de preservar su hábitat. Son estos momentos los que realmente dejan huella, convirtiendo la educación ambiental en un proceso vivencial y significativo.

El desafío de consolidar la educación ambiental

A pesar de su importancia, la educación ambiental aún enfrenta grandes desafíos. Se necesitan políticas públicas más sólidas que permitan ampliar su alcance y consolidarla dentro de los programas educativos. Es fundamental dejar atrás la visión de un desarrollo basado únicamente en el mercado y avanzar hacia un modelo más equilibrado, que valore la relación entre las comunidades y su entorno.

Hoy, el mundo enfrenta crisis ambientales que afectan directamente la vida de las personas: sequías prolongadas, pérdida de biodiversidad, contaminación y migraciones forzadas debido al deterioro de los ecosistemas. En este escenario, la educación ambiental no es un complemento, sino una necesidad urgente para formar ciudadanos críticos y responsables con su entorno.

En el Día de la Educación Ambiental, es imprescindible reconocer el trabajo de estos maestros de la tierra. Con paciencia y dedicación, siembran semillas de conciencia y responsabilidad en sus comunidades, contribuyendo a forjar una sociedad más respetuosa con la naturaleza. La educación ambiental no es solo una asignatura, es un camino hacia la transformación social y ecológica que necesitamos con urgencia.

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