Investigadoras de la Universidad de Talca analizan las brechas de género que persisten en el ámbito científico, destacando tanto los avances como las barreras que aún dificultan una mayor equidad.
Uno de estos desafíos es la baja representación femenina en áreas como las ciencias duras. “Existe un sesgo sobre nuestras competencias, y la falta de modelos femeninos hace que los hombres tengan mayor representación e incentivo para seguir carreras científicas”, señala Dailys Acosta, quien desarrolla un sistema de liberación de fármacos para terapias anticancerígenas en su tesis doctoral en el Instituto de Química de la UTalca.
Los roles de género y la doble carga
A esto se suman los roles de cuidado, que históricamente han recaído sobre las mujeres. “Conciliar la vida familiar con la carrera científica es un desafío enorme. Incluso en postulaciones a laboratorios, he visto casos en los que prefieren contratar hombres antes que mujeres”, subraya Acosta.
Jessica Zúñiga, investigadora en el desarrollo de fármacos para la diabetes, enfrenta obstáculos similares. “La carga mental en las mujeres en la academia es brutal y muchas veces invisible. Nos exige trabajar el doble o el triple para obtener los mismos resultados que un colega varón”, enfatiza la académica del Departamento de Ciencias Básicas Biomédicas de la UTalca.
“La investigación es como una carrera de postas, pero nosotras la corremos con una mochila gigante. Tengo tres hijos y cuando me preguntan quién soy, respondo: ‘mujer, mamá y luego científica’. Un hombre, en cambio, simplemente dice ‘científico’”, reflexiona.
Subestimación y sesgos
Las investigadoras también advierten que su trabajo muchas veces es desestimado o descalificado por estereotipos de género. “Todo parte de construcciones sociales que influyen en la validación de nuestras capacidades, en liderazgo, en gestión de proyectos o incluso en habilidades técnicas”, explica Constanza Reyes, académica de la Facultad de Economía y Negocios de la UTalca.
Este fenómeno se origina desde la educación. “Desde la infancia, a niñas y niños se les socializa con preferencias por ciertas disciplinas, lo que influye en sus elecciones futuras”, agrega Reyes.
Avances y desafíos pendientes
Si bien se han impulsado iniciativas para reducir estas brechas, las investigadoras coinciden en que el acceso a financiamiento sigue siendo desigual. “Aún hay barreras en la adjudicación de recursos, lo que perpetúa la desigualdad en el ámbito científico”, afirma Acosta.
Otro obstáculo es la movilidad internacional. “Las mujeres somos muchas menos en pasantías en el extranjero porque tenemos hijos. No puedo aceptar una invitación para irme seis meses a EE.UU. porque no tengo quién los cuide ni dónde estudien. ¿Cómo compatibilizo mi vida allá con la investigación?”, plantea Zúñiga.
Para enfrentar estos desafíos, Acosta enfatiza la necesidad de políticas con mayor flexibilidad para la maternidad. “No podemos perder presencia en la ciencia. Somos inteligentes, tomamos decisiones y lideramos proyectos fuertes”, sostiene.
Reduciendo brechas
Iniciativas como el programa INES Género de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) buscan impulsar la paridad, financiando proyectos dirigidos por mujeres.
“Me adjudiqué un proyecto de INES Género y es un apoyo valioso. También hay fondos con perspectiva de género, lo que es clave, porque el género sigue influyendo en cómo nos movemos en la sociedad”, destaca Reyes.
Acosta concluye con una visión optimista: “El hecho de que existan programas y concursos exclusivos para mujeres ha permitido que más científicas lideren proyectos y tomen decisiones clave en la investigación. Ese es el camino que debemos seguir”.