Minería de oro en la Amazonía peruana ha causado más daño a las turberas en dos años que en tres décadas

0
44
Agua de disposición residual producto de la minería de oro en el sector Guacamayo (Madre de Dios)/Gabriel Alarcón Aguirre.
La inmersión de la minería de oro en la amazonía peruana, ha significado una amenaza creciente para el clima y el ecosistema amazónico.

La minería de oro en el sur de la Amazonía peruana ha provocado una destrucción sin precedentes en las turberas ricas en carbono. Un estudio reciente, publicado en la revista Environmental Research Letters, revela que en los últimos dos años se ha perdido más superficie de turberas que en las tres décadas anteriores combinadas. Este hallazgo plantea una grave amenaza para el equilibrio ambiental y el clima global.

La expansión de la minería y su impacto oculto

Durante décadas, la minería artesanal de oro ha sido una actividad común en la región de Madre de Dios, donde los suelos contienen depósitos auríferos de fácil acceso. Hasta ahora, los efectos más visibles de esta actividad han sido la deforestación y la contaminación por mercurio, pero la nueva investigación muestra que el impacto va mucho más allá.

Utilizando más de 35 años de imágenes satelitales del programa Landsat de la NASA, los científicos rastrearon la expansión de la minería sobre las turberas amazónicas, ecosistemas clave para el almacenamiento de carbono. Sus resultados son alarmantes: más de 550 hectáreas de turberas han sido destruidas, liberando entre 0,2 y 0,7 millones de toneladas de carbono a la atmósfera. Lo más preocupante es que más del 55% de esta pérdida ocurrió en apenas los últimos dos años, superando la degradación acumulada en las décadas previas.

Turberas: guardianas del carbono bajo amenaza

Las turberas son fundamentales para la estabilidad climática, ya que almacenan carbono con una densidad mucho mayor que los bosques tropicales. De hecho, las turberas de esta región contienen tanto carbono como los bosques, pero en un área siete veces menor. Esto significa que incluso la pérdida de pequeñas extensiones de turba puede tener un impacto desproporcionado en la emisión de gases de efecto invernadero.

Actualmente, la minería en turberas representa el 9% de toda la actividad minera en la región, pero está creciendo a un ritmo acelerado. Si la tendencia continúa, en 2027 podría representar el 25% de la minería total. Hasta la fecha, 63 de las 219 áreas de turberas ya han sido afectadas, poniendo en riesgo inmediato más de 10.000 hectáreas. Esto podría liberar hasta 14,5 millones de toneladas de carbono, una cantidad equivalente a las emisiones anuales de millones de automóviles.

Un ecosistema descubierto hace poco y en peligro de desaparecer

Las turberas del sur de Perú fueron identificadas por la ciencia recién en 2012. Apenas una década después, el mismo grupo de investigadores que documentó su existencia advierte ahora sobre su acelerada destrucción.

El Dr. John Householder, autor principal del estudio, advierte:

“La minería se está expandiendo rápidamente a estas áreas frágiles porque el acceso es cada vez más fácil y no hay suficiente fiscalización para protegerlas. Si no detenemos la destrucción, el daño a las turberas amazónicas podría ser irreversible, con consecuencias ambientales, sociales y económicas a largo plazo”.

Además, destaca que aún existen muchas áreas donde se sospecha la presencia de grandes depósitos de turba, pero faltan estudios de campo que lo confirmen.

“Nuestros hallazgos son una llamada de atención. En el corto plazo, podríamos perder ecosistemas enteros antes de que la ciencia siquiera los haya documentado completamente”, alerta Householder.

Una crisis que exige acción urgente

El estudio deja en claro que las turberas amazónicas enfrentan una amenaza sin precedentes y que su protección debe convertirse en una prioridad. La acelerada expansión minera, combinada con la falta de regulación efectiva, pone en jaque uno de los mayores reservorios de carbono del planeta.

Si no se toman medidas urgentes, la desaparición de estos ecosistemas no solo contribuirá a la crisis climática, sino que también afectará a las comunidades locales y la biodiversidad única de la Amazonía.

El tiempo para actuar se está agotando.


- Publicidad -