Desde la bioquímica y la fisiología, el Dr. Ángel Urzúa estudia especies clave para la pesca y la acuicultura, analizando su desarrollo, nutrición y adaptación a los cambios ambientales.
¿Cómo influyen la alimentación, la temperatura del agua o la contaminación en la salud de peces, moluscos y crustáceos? Estas son algunas de las preguntas que guían la investigación del Dr. Ángel Urzúa, académico de la Facultad de Ciencias de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC) y miembro del Centro de Investigación en Biodiversidad y Ambientes Sustentables (CIBAS). Su trabajo busca comprender la fisiología y bioquímica de organismos acuáticos —desde salmones y camarones hasta sardinas y tiburones— para optimizar su cultivo, mejorar la gestión pesquera y evaluar el impacto del cambio climático en estos ecosistemas.
Investigación para una pesca y acuicultura más sustentables
El Dr. Urzúa analiza aspectos fundamentales como la reproducción, el crecimiento y la nutrición de estos organismos. A través de estudios bioquímicos, examina la composición de proteínas, lípidos, carbohidratos y ácidos grasos, datos clave para determinar su estado de salud y su capacidad de adaptación a cambios ambientales. “Necesitamos saber en qué condiciones viven, qué comen y cómo destinan su energía para crecer, reproducirse y sobrevivir”, explica el investigador.

Además, su trabajo tiene un enfoque ecosistémico, evaluando cómo factores como la oferta de alimento, la temperatura del agua, los niveles de oxígeno y la contaminación afectan a estas especies, esenciales para la pesca artesanal e industrial.
Innovación en acuicultura: el poder de los Omega-3 y la economía circular
Uno de los proyectos en los que participa el Dr. Urzúa, en colaboración con CIBAS y la Facultad de Ingeniería UCSC, busca aprovechar los ácidos grasos esenciales que algunas especies pueden producir de forma natural, como los Omega-3, fundamentales para la salud humana. Esta línea de investigación está especialmente orientada a la acuicultura multitrófica integrada (IMTA), un sistema en el que distintas especies —como truchas, camarones, mejillones y algas— conviven en un cultivo circular donde los residuos de unos son aprovechados por otros, promoviendo un sistema más sostenible y eficiente.
Otro de sus estudios aborda el aprovechamiento de residuos de la pesca, como en el caso del langostino, donde actualmente solo se usa la cola para consumo humano y el resto se desecha. Su equipo trabaja en la extracción y microencapsulación de Omega-3 y astaxantina, un potente antioxidante natural, transformando estos desechos en productos de alto valor para la alimentación y la salud.
Ciencia aplicada para el futuro de los océanos
El conocimiento generado por estas investigaciones es clave para mejorar la gestión de los recursos marinos, diseñar estrategias de conservación y enfrentar los efectos del cambio climático en los ecosistemas acuáticos. “Entender la salud de estos organismos nos permite optimizar el cultivo de especies, mejorar la tecnología acuícola y definir cuotas de captura en la pesca”, concluye el Dr. Urzúa.
Con estudios como estos, la ciencia contribuye a un uso más sustentable de los recursos acuáticos, asegurando su disponibilidad para las generaciones futuras.