
En un hallazgo sin precedentes, un equipo internacional de astrónomos y astrónomas fue testigo de una colisión galáctica tan violenta como espectacular: una galaxia, equipada con un poderoso cuásar en su centro, atraviesa a otra, debilitándola con una intensa radiación que impide la formación de nuevas estrellas.
El fenómeno, observado gracias a los telescopios ALMA y VLT, ambos ubicados en el norte de Chile, ha sido apodado “la justa cósmica” por su parecido con los combates medievales. Dos galaxias, a más de 11.000 millones de años luz de distancia, chocan a velocidades de 500 km por segundo en un ciclo de encuentros y retiradas. Pero una de ellas tiene una ventaja devastadora: un cuásar, es decir, un núcleo galáctico hiperactivo alimentado por un agujero negro supermasivo, que emite una potente radiación capaz de desgarrar el gas interestelar de su oponente.
“Es la primera vez que observamos cómo la radiación de un cuásar afecta directamente la estructura interna del gas de otra galaxia”, explicó el investigador Sergei Balashev, uno de los autores principales del estudio publicado en la revista Nature. La intensa radiación rompe las nubes de gas y polvo, dejando atrás solo regiones densas y pequeñas, incapaces de formar nuevas estrellas. Así, la galaxia atacada queda herida y transformada.

Pero este proceso también alimenta al cuásar. Las colisiones galácticas empujan grandes cantidades de gas hacia el agujero negro central, lo que mantiene activa su destructiva energía. Una retroalimentación cósmica donde la violencia alimenta más violencia.
Gracias a la alta resolución de ALMA, el equipo pudo diferenciar claramente las dos galaxias implicadas, algo que antes parecía imposible. Con el instrumento X-shooter del Very Large Telescope (VLT), analizaron cómo la luz del cuásar atraviesa la galaxia víctima, permitiendo estudiar su transformación con un detalle sin precedentes.
Este descubrimiento abre una nueva ventana para entender cómo evolucionan las galaxias y cómo los cuásares influyen en sus entornos. El próximo paso será observar más casos como este con telescopios aún más potentes, como el futuro Extremely Large Telescope de ESO. “Nos permitirá profundizar en el papel de los cuásares en la evolución galáctica”, señala el astrónomo Pasquier Noterdaeme, coautor del estudio.