Estudio evaluó respuestas fisiológicas de organismos que habitan la Zona de Mínimo Oxígeno en el Pacífico Sur Oriental

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La investigación analizó cuatro especies marinas frente a condiciones de hipoxia y alta presión parcial de dióxido de carbono (pCO₂).

Respuestas fisiológicas a la hipoxia y alta pCO₂ en crustáceos habitantes de la Zona de Mínimo Oxígeno en el Pacífico Sur Oriental” es el título de la tesis desarrollada por Erika Jorquera en el marco del Doctorado en Ciencias con mención en Biodiversidad y Biorecursos (DCBB) de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC). El trabajo fue dirigido por el Dr. Antonio Brante (UCSC) y codirigido por el Dr. Ángel Urzúa (UCSC) y el Dr. Mauricio Urbina (Universidad de Concepción).

El objetivo del estudio fue comprender cómo responden organismos tolerantes al bajo oxígeno cuando se enfrentan simultáneamente a condiciones de hipoxia y alta presión de CO₂, tal como ocurre en la Zona de Mínimo Oxígeno (ZMO) del Pacífico Sur Oriental. Para ello se analizaron dos especies de krill que transitan entre la columna de agua y la ZMO (Euphausia mucronata y Euphausia eximia), y dos especies de crustáceos bentónicos que habitan de manera más permanente en esta zona: el langostino colorado y el langostino amarillo.

En oceanografía, la hipoxia se refiere a la disminución del oxígeno disuelto en el agua marina. Las especies estudiadas son clave en las tramas tróficas debido a su abundancia y la alta biomasa que generan. “Son organismos muy interesantes desde el punto de vista fisiológico, ya que sabemos que toleran ambientes con bajo oxígeno. Este estudio permite entender cómo lo logran, y comparar especies pelágicas con otras bentónicas”, explicó la investigadora.

Principales resultados y relevancia

Las muestras analizadas fueron recolectadas principalmente en la Región del Biobío, a excepción de Euphausia eximia, capturada frente a las costas de Antofagasta. Entre los resultados más relevantes, se observó que el langostino colorado y el langostino amarillo presentan mayor tolerancia a la hipoxia en comparación con las especies de krill.

“El krill entra diariamente a la ZMO y sale en la noche, permaneciendo alrededor de 12 horas. En cambio, los langostinos permanecen de manera más constante dentro de esta zona, por lo que desarrollan una mayor tolerancia al bajo oxígeno”, detalló Jorquera.

Además, destacó la capacidad de predicción ambiental del krill, ya que su comportamiento diario le permite anticipar la entrada y salida de la hipoxia. “Los langostinos, en cambio, dependen más del entorno, de eventos como el ingreso de masas de agua oxigenadas, lo cual puede tardar días o semanas. Están más a merced de los cambios ambientales. Ambos grupos se adaptan a este ecosistema, pero en términos de tolerancia fisiológica al bajo oxígeno, los langostinos muestran una mejor respuesta”, agregó.

La relevancia del estudio se vincula con la necesidad de comprender los límites fisiológicos de estas especies para anticipar su comportamiento frente al cambio climático. “Este conocimiento es clave para una mejor gestión y conservación de los ecosistemas marinos, especialmente en el caso de los langostinos, que tienen importancia comercial. Aún se desconoce mucho sobre su dinámica, y este tipo de estudios permite comprender mejor su variabilidad, distribución y manejo pesquero”, subrayó.

Un hallazgo destacable fue que la alta concentración de CO₂ en la ZMO parece favorecer la tolerancia a la hipoxia. “Estos animales están naturalmente adaptados a ambientes ricos en CO₂, lo que podría explicar su resiliencia. Es un aspecto poco estudiado y muy relevante. Por ejemplo, el langostino colorado mantiene su tolerancia a la hipoxia incluso en alta pCO₂, y el langostino amarillo la mejora”, concluyó.

Experiencia académica

Respecto a su paso por el DCBB, Erika Jorquera valoró profundamente la experiencia. “El inicio fue exigente por la carga académica, pero muy enriquecedor. Aprendí sobre temáticas que no estaban directamente ligadas a mi tesis, lo que amplió mi perspectiva”, señaló. Además, compartió que ingresó al programa siendo madre de un niño de cinco años y, durante el proceso, tuvo a su segundo hijo. “Sin duda fue un gran desafío. Agradezco profundamente el apoyo brindado por la UCSC, que me permitió avanzar y culminar esta etapa. Estoy muy agradecida”, finalizó la nueva doctora.

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