Un reciente estudio liderado por investigadores del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) reveló la historia evolutiva y la estrategia reproductiva del cactus “chilenito” (Eriosyce chilensis), una especie endémica y en peligro crítico de extinción que habita exclusivamente en los roqueríos costeros entre Los Molles y Pichidangui. El hallazgo fue publicado en la revista científica Plant Diversity.
El chilenito no solo es una joya botánica, sino también un ejemplo de evolución en acción: sus flores imitan a las de otra especie de cactus para atraer polinizadores más eficientes, como las abejas nativas, lo que le otorga una ventaja reproductiva frente a otras especies polinizadas por aves como el picaflor gigante.
Una historia evolutiva sorprendente
Durante casi una década de investigación, el equipo liderado por el biólogo Pablo Guerrero descubrió que, contrario a lo que se pensaba, esta especie no es un híbrido, sino el resultado de un proceso de especiación simpátrica, es decir, la formación de una nueva especie dentro del mismo territorio que sus parientes cercanos. Lo más llamativo es el fenómeno de mimetismo floral: sus flores se asemejan a las de Eriosyce mutabilis, facilitando la visita de abejas polinizadoras, aunque su cuerpo es más parecido al de E. litoralis, su especie hermana.

A diferencia de otros casos de engaño floral en la naturaleza, el chilenito no defrauda a sus visitantes: tanto él como las especies que imita ofrecen polen y néctar a los insectos que los visitan, generando un beneficio mutuo que refuerza su rol en el ecosistema.
Especie clave del ecosistema costero-mediterráneo
El chilenito no solo alimenta a abejas endémicas como las del grupo Andrenidae, sino que estas abejas, a su vez, son fuente de alimento para reptiles como lagartijas, lo que convierte al cactus en una pieza central de la red ecológica costera. Su estructura en forma de embudo, cargada de polen y néctar, atrae a polinizadores pequeños y grandes, que cumplen un rol vital para la reproducción de diversas especies de plantas en el área.
Amenazas y llamado a la conservación
Aunque algunas plantas pueden vivir hasta 100 años, su existencia está en riesgo por la destrucción de su hábitat. El avance de proyectos inmobiliarios, los incendios forestales, la ganadería, la acumulación de residuos y la desertificación han reducido su superficie en al menos un 11% en solo una década. A esto se suma una preocupante disminución de nuevas generaciones de cactus, a pesar de su alta producción de flores y semillas.
La especie ha sido oficialmente catalogada como “en peligro” en Chile y como “en peligro crítico” por la UICN. Su hábitat específico —grietas de roca en una estrecha franja costera— dificulta cualquier intento de restauración sin medidas urgentes.

“El chilenito no es solo una planta: es un testimonio viviente de los procesos evolutivos que dan forma a nuestra biodiversidad. Si desaparece, perdemos también un laboratorio natural invaluable”, afirma el investigador Gastón Carvallo, coautor del estudio.
Actualmente, existen esfuerzos de conservación liderados por el Ministerio del Medio Ambiente, instituciones académicas y organizaciones locales, que buscan proteger tanto a esta especie como al ecosistema costero que la sostiene. Sin embargo, los científicos advierten que es urgente una estrategia de largo plazo que contemple educación ambiental, restauración ecológica y protección efectiva del territorio.