Terremotos, huracanes, tsunamis y erupciones volcánicas están exacerbando el riesgo de extinción de mamíferos, aves, reptiles y anfibios. Estos fenómenos, además, pueden actuar en sinergia con factores provocados por el ser humano, lo que agrava aún más la situación.
Un artículo publicado en la revista PNAS revela que más de 3.000 especies de vertebrados terrestres están bajo amenaza de extinción debido a estos eventos naturales. El estudio se llevó a cabo superponiendo las áreas del planeta donde ocurren estos fenómenos con los hábitats de especies que cuentan con menos de 1.000 ejemplares en la naturaleza o que ocupan menos de 2.500 km², lo que dificulta su recuperación ante la ocurrencia de fenómenos extremos.
Actualmente, existen 8.813 especies con poblaciones muy reducidas o áreas restringidas, de las cuales 3.722 (un 42 %) habitan regiones donde han ocurrido uno o más eventos naturales catastróficos en los últimos 50 años. “Estos datos son alarmantes para el futuro de estas especies”, afirma Fernando Gonçalves, autor principal del estudio realizado en el Instituto de Biociencias de la Universidade Estadual Paulista (IB-Unesp), con el apoyo de la FAPESP.
El 70 % de las especies amenazadas por fenómenos naturales vive en islas, mientras que el 34 % habita en el Neotrópico, una región que abarca desde el sur de México hasta el norte de Argentina. En el Caribe y el golfo de México, los huracanes son la principal amenaza, mientras que en el cinturón de fuego del Pacífico—zona de mayor actividad tectónica en el mundo—, los terremotos, tsunamis y erupciones volcánicas representan el mayor riesgo.
“Muchas especies han sido empujadas hacia áreas de alto riesgo tras perder sus hábitats originales, como es el caso de la rana cohete de Quito (Colostethus jacobuspetersi), que ahora se encuentra restringida a zonas cercanas al volcán Cotopaxi, en Ecuador”, comenta Mauro Galetti, docente del IB-Unesp y coordinador del estudio.
Los investigadores determinaron que 2.001 especies enfrentan un riesgo elevado debido a que un 25 % o más de su distribución geográfica se encuentra en áreas donde ocurrieron eventos naturales. Para un 16 % de esas especies, sus hábitats están expuestos a dos o más fenómenos con alta incidencia.
Lo preocupante es que el 30 % de estas especies vive fuera de áreas protegidas, y solo un 15 % cuenta con planes específicos de conservación.
En Brasil, dos especies figuran en la lista del estudio: la lagartija Liolaemus lutzae, amenazada por una marejada ciclónica en 2004, y el sapo Melanophryniscus cambaraensis, afectado por huracanes en la región sur del país.
De los cuatro fenómenos naturales estudiados, solo los huracanes tienen una relación directa con el calentamiento global. Según el IPCC, se prevé un aumento en la frecuencia de estos eventos extremos. Gonçalves advierte que aunque algunas especies han sobrevivido a eventos naturales pasados, es posible que las adaptaciones que las protegieron antes no sean suficientes para resistir la sinergia entre los desastres naturales y los impactos humanos.
Entre las alternativas propuestas para mitigar los efectos en las especies más vulnerables se encuentran la creación de corredores ecológicos, la reproducción asistida en cautiverio y el traslado de poblaciones a áreas más seguras. Estas acciones, junto con la conservación en áreas protegidas, son cruciales para asegurar la reserva genética de las especies amenazadas.