Gracias al Telescopio Espacial James Webb (JWST) y al Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), un equipo de astrónomos realizó un descubrimiento revolucionario en la Gran Nube de Magallanes (LMC): un supercúmulo estelar recién nacido. Este hallazgo, publicado en The Astrophysical Journal, proporciona información clave sobre las primeras etapas de formación de estrellas masivas fuera de la Vía Láctea.
Hace entre 6 y 7 mil millones de años, los supercúmulos estelares eran los principales motores de formación estelar, produciendo cientos de nuevas estrellas al año. Sin embargo, hoy son extremadamente raros en nuestro universo cercano. Las observaciones del JWST confirmaron que la región N79 de la LMC alberga un supercúmulo estelar de solo 100.000 años de antigüedad, permitiendo a los astrónomos presenciar el nacimiento de un fenómeno cósmico único en una galaxia vecina.
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Ubicada a 160.000 años luz de la Tierra, la LMC es un laboratorio ideal para estudiar la formación estelar. En esta galaxia, las condiciones son similares a las que existían en el universo temprano. Las imágenes captadas por el instrumento MIRI del JWST identificaron 97 objetos estelares jóvenes en la región N79, incluyendo H72.97-69.39, un supercúmulo que contiene más de 1.550 estrellas jóvenes. Entre ellas, una protoestrella destaca por ser más de 500.000 veces más luminosa que el Sol.
ALMA complementó estas observaciones al revelar detalles sobre los filamentos de polvo y gas que colisionan en N79, un proceso que podría ser clave para la formación del supercúmulo estelar. Este enfoque en múltiples longitudes de onda, combinando datos del JWST y ALMA, permitió a los investigadores conectar las estructuras moleculares a gran escala con la formación de cúmulos y protoestrellas individuales.
“La LMC nos ofrece un asiento de primera fila para estudiar el nacimiento de estrellas en un entorno similar al universo temprano”, explica Isha Nayak, autora principal del estudio. “Por primera vez, podemos observar protoestrellas individuales de baja masa fuera de nuestra galaxia, revelando detalles sin precedentes sobre la formación estelar extragaláctica”.
Este trabajo también profundiza en la química de los viveros estelares, explorando la presencia de hielo, moléculas orgánicas y polvo. Estas observaciones aportan una comprensión más completa sobre el ciclo de vida de las estrellas masivas y su impacto en la evolución de las galaxias, ofreciendo pistas sobre los procesos que dieron forma a los primeros cúmulos estelares y, en última instancia, a nuestra propia existencia.