Por, Carolina Pérez, Periodista, Revista Ecociencias.
Las crisis globales exigen respuestas basadas en evidencia científica, cooperación internacional y liderazgos responsables. Sin embargo, en un giro preocupante, figuras como Donald Trump en EEUU y Javier Milei en Argentina, han optado por el negacionismo como estrategia política, desestimando los consensos científicos y debilitando acuerdos fundamentales para el bienestar global. La decisión de Milei de retirar a Argentina de la Organización Mundial de la Salud (OMS), es una decisión que sintoniza con el líder político norteamericano, quien hace algunos días decidió retirar —por segunda vez— a EEUU del Acuerdo de París, representando sus ideologías una amenaza directa para la salud pública y la estabilidad ambiental global.
Durante la pandemia de COVID-19, la OMS fue clave en la coordinación de esfuerzos globales, el desarrollo de vacunas y la distribución de insumos médicos. Desconocer su rol equivale a desarmar los mecanismos de defensa ante futuras pandemias y crisis sanitarias. En este punto quiero detenerme, y recordar el concepto Una Sola Salud, el que reconoce que la salud humana, animal y ambiental están profundamente interconectadas, por lo que las acciones en cualquiera de estos ámbitos repercuten directamente en los otros. En un mundo donde la pérdida de biodiversidad, el cambio en el uso del suelo y el tráfico de fauna silvestre han aumentado el contacto entre especies y facilitado la propagación de enfermedades, este enfoque se vuelve fundamental para prevenir nuevas crisis sanitarias. Se estima que el 60% de las enfermedades infecciosas emergentes tienen origen zoonótico, y la alteración de ecosistemas naturales, junto con el cambio climático, ha creado condiciones propicias para la aparición de patógenos capaces de afectar a la humanidad. Así, la deforestación, la expansión agrícola intensiva y la urbanización acelerada no solo afectan el equilibrio ecológico, sino que también incrementan el riesgo de pandemias. Adoptar estrategias integradas bajo el principio de Una Sola Salud permite una vigilancia epidemiológica más eficiente y medidas preventivas coordinadas entre sectores clave, asegurando una respuesta más efectiva ante futuras amenazas sanitarias.
Por lo anterior, el Acuerdo de París no es meramente un tratado ambiental; cumplir sus compromisos es a la larga también una medida de salud pública. El cambio climático impacta la calidad del aire, el acceso al agua potable, la seguridad alimentaria y la propagación de enfermedades infecciosas. Negar la responsabilidad humana en la crisis climática, como lo hace Milei —quien siguiendo a Trump, acaba de anunciar que está analizando retirar a Argentina del Acuerdo— afirmando que el calentamiento global se trata de ciclos naturales del planeta, y que, la agenda ambientalista es promovida por la marxismo cultural, no solo ignora la abrumadora evidencia científica, sino que pone en riesgo la vida de millones de personas, especialmente de aquellas en condiciones de mayor vulnerabilidad.
Ambos líderes promueven el escepticismo frente a los organismos multilaterales, también debilitan la capacidad de respuesta ante crisis sanitarias. La salida de Argentina de la OMS refleja un patrón peligroso: el rechazo a la cooperación internacional y la creación de una narrativa de autosuficiencia que, lejos de fortalecer a un país, lo deja aislado en momentos críticos. El negacionismo no es solo un problema de percepción ideológica; tiene consecuencias tangibles. Los eventos climáticos extremos, como olas de calor, incendios forestales, inundaciones y sequías, ya están cobrando vidas y afectando economías enteras. En este contexto, los países requieren estrategias de mitigación y adaptación, no discursos que desestimen la realidad. Desvincularse de acuerdos internacionales no solo erosiona la credibilidad de un país en la arena global, sino que también lo priva de financiamiento, tecnología y colaboración para enfrentar la crisis climática y sus efectos en la salud.
La ciencia ha sido clara: la actividad humana es el principal motor del calentamiento global, y el tiempo para actuar se agota. Mientras el mundo avanza hacia la transición energética y la implementación de políticas sostenibles, los liderazgos negacionistas representan un retroceso con costos humanos y ambientales incalculables. En un momento en que la cooperación y la acción climática son más urgentes que nunca, resulta imprescindible cuestionar y rechazar aquellas posturas que ponen en riesgo el futuro de la humanidad.