Estudio muestra que las interacciones entre orugas y hormigas mutualistas tienen un vínculo altamente específico

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Hormigas cortadoras de hojas/Brandon Martin/Rice University

Un estudio publicado en la revista Insect Science revela que la relación entre ciertas orugas y hormigas mutualistas es sumamente específica. Investigadores de Brasil, vinculados a la Universidad de São Paulo (USP), la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS) y la Universidad Federal de Alagoas (UFAL), demostraron que cada especie de oruga interactúa exclusivamente con una especie particular de hormiga, garantizando su protección a cambio de secreciones azucaradas.

Una alianza con reglas estrictas

Las orugas de la familia Riodinidae han desarrollado una relación simbiótica con ciertas especies de hormigas, a las cuales ofrecen un líquido dulzón a cambio de resguardo contra depredadores. Sin embargo, este vínculo es tan específico que, al alterar las parejas naturales de orugas y hormigas en un experimento, las hormigas atacaron y eliminaron a las orugas foráneas, incluso cuando estas secretaban su néctar característico.

El papel de los hidrocarburos

El estudio también analizó la composición química de la cutícula de las orugas y las hormigas, particularmente los hidrocarburos, sustancias que cumplen un rol clave en el reconocimiento entre individuos. Los investigadores descubrieron que estos compuestos no son similares entre especies, pero en el caso de las orugas, pueden actuar como señales químicas para las hormigas, indicando una fuente de alimento confiable.

“La secreción azucarada de las orugas permite que ciertas hormigas las reconozcan y las protejan, pero esta relación no es intercambiable entre especies”, explica Luan Dias Lima, autor principal del estudio y postdoctorante en la Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras de Ribeirão Preto (FFCLRP-USP), con el apoyo de la Fundación de Apoyo a la Investigación del Estado de São Paulo (FAPESP).

Un experimento revelador

Para probar esta especificidad, los científicos recolectaron orugas de dos especies: Juditha molpe, asociada a Dolichoderus bispinosus, y Nymphidium chione, que solo convive con Pheidole biconstricta. En un grupo experimental, mantuvieron a las orugas en su entorno natural con sus hormigas habituales, mientras que en otro grupo intercambiaron las parejas.

Los resultados fueron concluyentes. En el primer grupo, la interacción transcurrió con normalidad: las hormigas palparon a las orugas con sus antenas hasta detectar los órganos especializados de secreción, consumieron el néctar y comenzaron a protegerlas. En cambio, en el grupo con parejas alteradas, las hormigas inicialmente ignoraron a las orugas, pero tras consumir el líquido dulce, su actitud cambió rápidamente. Al agotar la secreción, las hormigas inspeccionaron más detenidamente a las orugas y, en la mayoría de los casos, adoptaron una conducta agresiva, atacándolas e incluso cortándolas en pedazos.

“Las hormigas mataron a casi todas las orugas en el grupo de parejas alteradas. Las soldadas de Pheidole biconstricta usaron sus poderosas mandíbulas para despedazar a J. molpe”, detalla Dias Lima.

Un vínculo vital para la supervivencia

La precisión de esta asociación es tan crítica que las mariposas adultas depositan sus huevos exclusivamente en las plantas donde habitan las hormigas específicas de su especie.

“Si las orugas no son protegidas por sus hormigas mutualistas, es muy probable que no sobrevivan a la depredación”, enfatiza el investigador.

Los científicos ahora buscan entender si los hidrocarburos de las orugas también influyen en su interacción con otros depredadores y parasitoides, organismos que dependen de señales químicas para localizar a sus presas y hospedadores. Este hallazgo podría aportar nuevas perspectivas sobre las estrategias de defensa química en insectos y la evolución de las interacciones mutualistas en la naturaleza.

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