Una investigación brasileña descubrió que tanto el azúcar añadido como el sodio pueden jugar un rol clave en el desarrollo del cáncer gástrico, dependiendo del tipo de dieta que siga una persona. El estudio, publicado en BMC Medicine, propone un enfoque innovador para analizar cómo los patrones alimentarios influyen en esta enfermedad.
El hallazgo
El equipo de investigación evaluó los hábitos alimentarios de 1.751 personas de cuatro regiones de Brasil: São Paulo, Goiânia, Fortaleza y Belém. Mediante un análisis estadístico avanzado, identificaron dos grandes grupos de patrones alimentarios:
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Patrón alimentario no saludable (PANS): caracterizado por un alto consumo de carnes procesadas, bebidas azucaradas y comida rápida.
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Patrón alimentario saludable (PAS): basado en frutas, verduras y bajo contenido de sodio.
Los resultados fueron sorprendentes y reveladores:
- En el patrón no saludable, el azúcar añadido a los alimentos procesados explicó entre un 7% y un 21% del riesgo asociado al cáncer gástrico.
- En el patrón saludable, el exceso de sodio fue el principal factor que aumentó el riesgo, incluso en personas con hábitos alimentarios considerados sanos.
¿Qué tipo de cáncer analizaron?
El foco fue el adenocarcinoma gástrico, un tipo de tumor maligno que se forma en la mucosa interna del estómago y representa más del 90% de los casos de cáncer gástrico. Este cáncer es uno de los más comunes en Brasil, con una alta tasa de mortalidad: 3 de cada 4 personas diagnosticadas fallecen en un plazo de cinco años.
¿Por qué la sal es peligrosa?
El sodio en exceso puede provocar daño en la mucosa gástrica, generar inflamación crónica y facilitar la colonización por Helicobacter pylori, una bacteria asociada a gastritis y úlceras que puede evolucionar hacia cáncer. En Brasil, un 60% de la población adulta supera el consumo diario recomendado de sodio, principalmente a través de alimentos como pan, arroz, carnes y productos etiquetados como “integrales”.
¿Y el azúcar?
El consumo elevado de azúcares añadidos también se vincula a procesos inflamatorios y metabólicos que pueden favorecer la aparición de tumores. A pesar de su impacto, su rol en el desarrollo del cáncer gástrico ha sido poco explorado hasta ahora.
Educación y prevención son claves para avanzar
“Falta información clara sobre alimentación. No se trata de alarmar, sino de educar y respetar las realidades culturales”, explica la oncóloga Maria Paula Curado, investigadora líder del estudio y jefa del Grupo de Epidemiología y Estadística en Cáncer del A.C.Camargo Cancer Center.
La experta enfatiza que no se puede imponer un modelo alimentario único: “No podemos decirle a alguien que come asado todos los días que lo deje por completo, pero sí debemos informarle sobre los riesgos de ciertos excesos y acompañar con educación nutricional práctica”.
Desde 2022, Brasil cuenta con una nueva legislación de etiquetado frontal de alimentos que advierte, mediante un símbolo de lupa, cuando un producto excede ciertos niveles de sodio o azúcares añadidos. Sin embargo, los científicos del estudio recomiendan profundizar las estrategias de promoción de una alimentación más saludable.
Recomendaciones de la OMS
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Sodio: menos de 2 gramos diarios (aprox. 5 gramos de sal).
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Azúcares añadidos: no más del 10% de las calorías diarias (en una dieta de 2.000 calorías, eso equivale a 50 gramos de azúcar, o unas 10 cucharaditas de té).
Un solo envase de bebida azucarada de 350 ml puede contener hasta 38 gramos de azúcar añadido.
El estudio —parte de una tesis doctoral en oncología— destaca la necesidad urgente de considerar los patrones alimentarios completos, y no solo nutrientes individuales, para comprender mejor cómo prevenir el cáncer gástrico. También subraya el valor de adaptar las campañas de salud pública a las realidades sociales y culturales de cada región.
Lee el estudio completo en:
BMC Medicine – Exploring the link between dietary patterns and gastric adenocarcinoma in Brazil