Estudio revela nuevos datos sobre los primeros asentamientos humanos en el norte de Chile mediante herramientas biogeoquímicas

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Una reciente investigación interdisciplinaria utilizó herramientas biogeoquímicas para investigar la llegada, el asentamiento y los patrones alimenticios de los primeros humanos que habitaron el norte de Chile.

El artículo, titulado “Biogeochemical tools to reveal early human settlements on the South American west coast”, contó con la participación de los doctores Sergio Contreras y Matías Frugone, del Departamento de Química Ambiental de la Facultad de Ciencias de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC), además de la colaboración de la académica del Departamento de Antropología de la Universidad de Chile, Dra. Carolina Belmar, quien recientemente obtuvo financiamiento para continuar esta línea de investigación.

La publicación apareció en la revista científica Past Global Changes (PAGES), parte de un proyecto internacional con sede en Europa que busca comprender los cambios ambientales del pasado para mejorar las proyecciones climáticas futuras y apoyar la sustentabilidad global.

El equipo también incluyó a la investigadora postdoctoral Carolina Godoy (PUC), la Dra. Natalia Viña, el biólogo marino Felipe Luna —ambos graduados de la UCSC— y Horacio Ramírez, magíster en Arqueología de la Universidad de Chile.

La investigación fue seleccionada para una edición especial de la revista, titulada “Early human traces: Landscape openness proxies across space and time”, que convocó a científicos de todo el mundo interesados en rastrear indicios de ocupación humana temprana a través de indicadores ambientales.

El enfoque del estudio se centró en el análisis de ácidos grasos esenciales y esteroles de origen animal y vegetal, compuestos que permiten inferir patrones alimenticios e interacciones entre humanos y su entorno. “Estos compuestos ofrecen una nueva ventana para reconstruir la historia humana en sitios arqueológicos donde el registro de cerámica o herramientas es escaso”, señaló el Dr. Contreras.

Una de las líneas del estudio permitió, a través de esteroles, distinguir tipos de vegetación y sus cambios en el tiempo. Otra se enfocó en residuos orgánicos presentes en cerámicas arqueológicas, lo que ayudó a reconstruir las dietas del pasado. “Los ácidos grasos varían dependiendo de si provienen de herbívoros, carnívoros o plantas, lo que permite trazar su origen en distintas matrices”, explicó la Dra. Belmar.

Entre los hallazgos destacados, se identificaron huellas de los primeros asentamientos humanos en Chile central y su posible interacción con megaherbívoros extintos, como gonfotéridos, caballos y ciervos prehistóricos. “Todo indica que estos humanos convivieron con grandes animales en zonas como Tagua-Tagua, en un contexto de importantes cambios climáticos hace más de 12.500 años”, añadió el Dr. Frugone.

El valor de esta investigación radica en su capacidad para complementar y confirmar hipótesis arqueológicas a partir de evidencias bioquímicas. “Hoy podemos afinar las interpretaciones del pasado humano, más allá de los restos materiales. Con estos datos podemos empezar a responder preguntas más complejas sobre migraciones, hambrunas o conflictos sociales”, concluyó el Dr. Contreras.

En definitiva, el uso de herramientas biogeoquímicas está abriendo una nueva etapa en el estudio de los asentamientos humanos en Chile y Sudamérica, permitiendo reconstruir con mayor precisión la relación entre cultura y ambiente a lo largo del tiempo.

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