Identificada una planta que florece en la sabana brasileña tan sólo un día después de los incendios

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La floración ultrarrápida de la ‘Bulbostylis paradoxa’ constituye una prueba de la increíble resiliencia del Cerrado como bioma y de su capacidad de convivir con el fuego
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AGENCIA FAPESP/DICYT – Las plantas del Cerrado, la sabana brasileña, evolucionaron en presencia del fuego. Y cuando el fuego se aplica con inteligencia, como método de manejo criterioso, se erige en un factor indispensable para la preservación de este formidable ecosistema, que constituye la más biodiversa sabana del mundo. Bastan dos meses para que el Cerrado quemado se transforme en un jardín exuberante.

Identificada una planta que florece en la sabana brasileña tan sólo un día después de los incendios

El estudio titulado From ashes to flowers: a savanna sedge initiates flowers 24 hours after fire, publicado recientemente en la revista Ecology, confirmó esta teoría. El artículo referido se enfocó en una especie vegetal que inicia su floración tan sólo 24 horas después de la quema.

“Se trata de la especie Bulbostylis paradoxa, una hierba perenne de la familia Cyperaceae, conocida popularmente en Brasil como cabelo-de-índio” [o mojón de tigre en castellano], declaró la primera autora del artículo, Alessandra Fidelis.

Fidelis es docente de la Universidade Estadual Paulista (Unesp), en su campus de la localidad de Rio Claro, en Brasil, e investigó el tema con el apoyo de la Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de São Paulo – FAPESP en el marco del proyecto titulado “Cómo afecta a la vegetación del Cerrado la época del fuego”.

El Cerrado es una sabana muy peculiar. Y su capacidad de rebrotar y florecer tras los incendios constituye una importante impronta con relación a las sabanas africanas y australianas. Esto ya lo habían informado desde el siglo XIX y a comienzos del siglo XIX los naturalistas que visitaron Brasil, tales como el francés Auguste de Saint-Hilaire (1779-1853) y el danés Eugenius Warming (1841-1924). Y posteriormente fue éste el tema de la tesis de libre docencia del profesor Leopoldo Magno Coutinho (1934-2016), de la Universidad de São Paulo (USP). La propia Fidelis ha venido estudiando esta regeneración posterior a la acción del fuego en el Cerrado desde 2009, pero lo que le llamó la atención, y que concierne a lo inédito del artículo mencionado, es la rapidez para florecer de la especie Bulbostylis paradoxa. “Es el único evento de este tipo descrito hasta el momento en el mundo”, dijo.

Bulbostylis paradoxa es una planta ampliamente difundida en América del Sur, desde Venezuela hasta el sur del continente. Y sólo florece a escala significativa tras el fuego. “En nuestros experimentos con quema criteriosa como práctica de manejo, verificamos que las plantas de esta especie, reducidas por el fuego a la condición de tocones carbonizados, empiezan a mostrar puntitos blancos 24 horas después de los incendios. Esos puntitos son las inflorescencias despuntando. En poco más de una semana, las flores ya están completamente formadas y se encuentran aptas para la polinización. La rapidez de esta respuesta constituye una gran ventaja para estas plantas, pues les permite florecer, fructificar y dispersar sus semillas a través del viento en un espacio libre, con el suelo descubierto, sin barreras ni competidores. Al cabo de tan sólo 40 días después del fuego ya se hace sumamente difícil encontrar semillas, pues las mismas ya se han diseminado”, comentó Fidelis.

 

En general, la gran oferta de semillas tras la quema del Cerrado constituye un importante recurso para animales predadores tales como las hormigas y las aves. El rebrote también suministra hojas más tiernas y apetitosas a los mamíferos de gran porte, tales como los venados y las vacas. El gran problema con relación al fuego son los incendios delictivos o incluso los incendios espontáneos, que terminan adquiriendo proporciones desastrosas debido a la acumulación de material combustible al cabo de años sin quemas adecuadas.

“El Cerrado evolucionó con el fuego. Por eso su vegetación se regenera fácilmente, incluso con la aparición de especies que antes no existían en determinadas áreas. La fauna, empero, puede padecer pérdidas, pues muchos animales quedan aprisionados entre incendios. Y con relación a la flora, cabe recordar que en medio de la vegetación del Cerrado existen bosques en galería, y también aquellas vegetaciones conocidas por allí como montes de valles y veredas. En este caso, algunas especies sensibles al fuego puede que no se recuperen luego de los grandes incendios. Por eso se hace necesario aplicar un manejo criterioso del fuego. La quema preventiva, en las épocas correctas, con zonificación del área total y rotación de las parcelas que se quemarán, constituye la mejor defensa contra los incendios desastrosos”, explicó Fidelis.

La expansión de la frontera agrícola, con monocultivos a gran escala, y el uso intensivo de maquinarias agrícolas y herbicidas, que dejan el suelo completamente limpio y sujeto a la acción de plantas invasoras como las del género Braquiaria y el llamado capim-gordura [Melinis minutiflora], constituyen actualmente la mayor amenaza a la supervivencia del Cerrado. La segunda amenaza en términos de importancia es el uso inadecuado del fuego. Combinados, estos dos factores ponen en riesgo el mantenimiento de todo el ecosistema. Algunos de los más importantes ríos de Brasil nacen en el Cerrado. Entre ellos el Xingú, el Tocantins, el Araguaia, el São Francisco, el Parnaíba, el Gurupi, el Jequitinhonha, el Paraná y el Paraguay. Además de la irreparable pérdida de biodiversidad, la destrucción del Cerrado compromete a las cuencas de estos ríos, con su formidable aporte de agua dulce y su potencial hidroeléctrico.

Además de Fidelis, participaron en este estudio Patrícia RosalemVagner ZanzariniLiliane Santos de Camargos y Aline Redondo Martins, todos de la Unesp.

 

Referencia
Puede leerse el artículo intitulado From ashes to flowers: a savanna sedge initiates flowers 24 hours after fire en el siguiente enlace: esajournals.onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1002/ecy.2648.
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