OBSERVATORIO ALMA/DICYT Gracias al Atacama Large Millimeter/submillimeter Array(ALMA), un equipo de astrónomos observó por primera vez un disco circumplanetario, el anillo de polvo y gas que rodea algunos planetas y que, según creen los astrónomos, controlan la formación planetaria y crean un completo sistema de lunas como el que hay alrededor de Júpiter.
Este joven sistema estelar, conocido como PDS 70, se encuentra a unos 370 años luz de la Tierra. Recientemente se confirmó la presencia de dos planetas masivos similares a Júpiter orbitando alrededor de la estrella. El hallazgo lo había realizado el Very Large Telescope (VLT), de la Organización Europea para la Investigación Astronómica en el Hemisferio Austral (ESO, en su sigla en inglés), que anteriormente detectó el cálido brillo emitido naturalmente por el gas de hidrógeno en proceso de acreción en dirección de los planetas.
Las nuevas observaciones de ALMA en su lugar muestran las débiles ondas de radio emitidas por las diminutas partículas de polvo alrededor de la estrella (de aproximadamente una décima de milímetro de diámetro).
Los datos de ALMA, combinados con las observaciones ópticas e infrarrojas del VLT, proporcionan una evidencia convincente de que un disco de polvo capaz de formar múltiples lunas rodea el planeta más externo conocido en el sistema.
“Por primera vez, vemos indicios concluyentes de un disco circumplanetario que sustentan muchas de las teorías actuales de formación planetaria”, afirma Andrea Isella, astrónomo de la Universidad Rice (Houston, Texas) y autor principal de un artículo publicado en la revista The Astrophysical Journal Letters.
“Al comparar nuestras observaciones con imágenes infrarrojas y ópticas de alta resolución, podemos ver que una extraña concentración de pequeñas partículas de polvo en realidad es un disco de polvo circumplanetario, y es la primera vez que se observa este fenómeno con tanta claridad”, explica Isealla. Según los investigadores, esta es la primera vez que un planeta se detecta claramente en los tres tipos de luz (infrarrojo, óptico, y radio).
A diferencia de los helados anillos de Saturno, que probablemente se formaron tras la colisión de cuerpos similares a cometas y cuerpos rocosos, hace relativamente poco tiempo en la historia de nuestro Sistema Solar, los discos circumplanetarios son restos de procesos de formación planetaria.
Las observaciones de ALMA revelaron dos diferencias claras entre los dos planetas recientemente descubiertos. El más cercano al centro de los dos, PDS 70 b, que está más o menos tan distante de su estrella como Urano del Sol, tiene una estela de polvo detrás de sí. “Todavía no sabemos qué es y qué implicancias tiene para este sistema planetario”, comenta Isella. “Lo único cierto es que está lo suficientemente lejos del planeta como para ser un objeto independiente”.
El segundo planeta, PDS 70 c, se encuentra exactamente en el mismo lugar que una mancha de polvo revelada por los datos de ALMA. Como este planeta es tan brillante en las bandas infrarroja y de hidrógeno, los astrónomos son convincentes al explicar que ya hay un planeta en órbita en ese lugar y que el gas que lo rodea sigue desplazándose hacia su superficie, en un estirón final de su crecimiento adolescente.
Este planeta más alejado se encuentra a unos 5.300 millones de kilómetros de la estrella anfitriona, una distancia similar a la que separa Neptuno de nuestro Sol. Los astrónomos calculan que tiene entre 1 y 10 veces la masa de Júpiter. “De tener una masa más cercana a 10 masas de Júpiter, es muy posible que este planeta tenga lunas de escala planetaria en proceso de formación a su alrededor”, señala Isella.
Las observaciones de ALMA aportaron además otro elemento importante. Estudiar los sistemas planetarios es considerablemente más difícil con telescopios ópticos. En efecto, como las estrellas son mucho más brillantes que los planetas, es difícil filtrar su brillo. Sería un poco como detectar una luciérnaga al lado de una linterna que nos encandila. Con ALMA no se da ese problema, puesto que las estrellas emiten muy poca luz en longitudes de onda milimétricas y submilimétricas.
“Esto significa que podemos volver a observar este sistema en diferentes momentos y mapear con facilidad la órbita de los planetas y la concentración de polvo en el sistema”, concluye Isella. “Así tendremos información única sobre las propiedades orbitales de los sistemas solares en sus primeras etapas de desarrollo”.