Los barítonos del mar

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Ballena jorobada fotografiada en el mar que circunda las costas de Bahía Solano/Esteban Duque Mesa.
A través del canto los cetáceos acompañan momentos importantes de sus vidas como el reconocimiento, el cortejo y el parto


UDEA/DICYT Mientras la ballena jorobada hembra da a luz, el macho canta. Su canción dura cerca de treinta minutos y es la misma que entonan los individuos de su grupo cercano. Ante los oídos humanos, es un sonido fuerte, penetrante, complejo, que abarca todo el espectro audible. Ese canto es producto de un aprendizaje.

«Los cantos de ballenas no vienen codificados genéticamente. Aunque todas nacen con la capacidad de cantar, van aprendiendo las canciones a través de su vida. Pueden aprenderlas de su familia, pero también de individuos que están fuera de su núcleo», explicó Esteban Duque Mesa, biólogo de la Universidad de Antioquia dedicado a la investigación sobre la acústica de cetáceos.

Hasta hoy solo se han estudiado los cantos de las Azules, las Jorobadas y las Francas del Pacífico Norte. La complejidad de sus sonidos hace que los científicos acudan a una suerte de sinestesia para estudiarlos, ya que no responden a los patrones de la comunicación humana. Los métodos de análisis de la acústica de cetáceos apelan a las diferencias en las vocalizaciones.

A través de un programa llamado Raven, los investigadores generan espectrogramas —representaciones visuales del sonido— de dos ejes X: tiempo y Y: frecuencia, y, para establecer particularidades, miden parámetros como la duración, la frecuencia y la energía.

«La frecuencia pico, por ejemplo, es el parámetro que evidencia el punto de energía máxima de un sonido, y en el contexto de la fauna marina, representa el punto de la acústica en el que el animal quiere dar énfasis. Desde lo biológico esto es muy significativo porque habla de aquel aspecto que el animal más desea comunicar o transmitir», detalló Duque Mesa, quien ha desarrollado gran parte de sus investigaciones en Bahía Solano y Tribugá, en la costa del departamento del Chocó.

Esta región es sala de parto de cerca de 3000 ballenas jorobadas que semestralmente transitan el Pacífico sudeste, entre el norte de Perú y Costa Rica. Los cetáceos llegan atraídos por la temperatura del agua y las leves corrientes marinas que propician la protección de sus recién nacidos.

Mientras los ballenatos nacen, la zona se convierte en una miscelánea de sonidos de cetáceos. Para estos análisis sonoros se hace un muestreo a través de un hidrófono —micrófono acuático de gran sensibilidad—. A cada canto se le pone códigos e información rigurosa sobre el individuo que las emite —sobre su especie, si está solo o acompañado— y sobre las condiciones meteorológicas en las que se dio el canto —el oleaje, la nubosidad, la pluviosidad—.

Desde la perspectiva musical, las ballenas tienen dialectos y, dependiendo de las comunidades, tienen ciertos tipos de acentos; además hay elementos que señalan que tienen ritmos, escalas y pulsos. Aunque se evidencia que sus construcciones sonoras tienen que ver con la estética o la comunicación, el mensaje exacto de lo que quieren decir es un enigma, opinó Simón Castaño Ramírez, músico e investigador de las músicas de los animales.

Los cantos de ballenas, y en general los sonidos que emiten algunas especies de la fauna terrestre, pueden ser analizados desde la ciencia, pero también desde la estética. Sin embargo, con el ánimo de obtener información meramente biológica y de evitar al máximo el sesgo humano, cada sonido es sometido a algoritmos estadísticos que permiten establecer una medición y le dicen al investigador que su clasificación es consistente. Desde la biología, la predictibilidad es el factor que hace que una vocalización sea canto, también tiene que ver con la repetitividad, que puede evidenciar que hay composición.

Sistemas sociales sonoros

Por medio del estudio de cantos de ballenas jorobadas que transitan los mares de Perú y Colombia, y, posteriormente, de las que habitan los mares cercanos a México y Estados Unidos, Duque Mesa cree que es posible que las ballenas del mundo compartan información acústica, algo así como si cantaran fragmentos de una misma canción. Otros investigadores en el mundo también han coincidido con esa perspectiva.

En las costas peruana y colombiana cantan una canción que se conecta eventualmente con el canto de las ballenas de la costa de México y Hawai. Estas, a su vez, conectan su canto con el de las ballenas de los mares del norte de Asia. Y así se va generando una melodía circular alrededor de la Tierra, en la que un grupo de ballenas finaliza el canto donde otro lo comienza. Esto, según Duque Mesa, es un sistema cultural.

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