Paulina Assmann, doctora en Física y segunda Seremi nombrada por el Ministerio de Ciencia, estará a cargo del desarrollo científico y tecnológico de la Macrozona Centro-Sur del país.
Desarmar y armar radios, televisores viejos y enchufes; ésa era su actividad favorita al volver del colegio. Quería entender la mecánica de los aparatos, explorarlos desde adentro y conocer su ingeniería secreta. También era fanática de la serie Star Trek, construía bombas de humo caseras y leía todo lo que tuviera que ver con los agujeros negros que, hasta el día de hoy, la apasionan por su misterio y complejidad. Con 13 años, la recién nombrada Secretaria Regional Ministerial de Ciencia de la Macrozona Centro Sur, ya sabía que sería científica.
Hoy, con 35 años, Paulina Assmann es doctora en Física de la Universidad de Concepción, con especialidad en Astrofísica. Hasta el mes pasado, antes de asumir su nuevo cargo, trabajaba como subdirectora de Relaciones Internacionales de esa casa de estudios y como investigadora del Centro de Astrofísica y Tecnología Afines (CATA). En su nombramiento, el ministro Andrés Couve destacó su “trayectoria excepcional, vinculada con la innovación y comprometida con el desarrollo regional de la ciencia y la tecnología”.
El punto de partida de ese camino, como suele suceder en ciencia, ocurrió dentro de una sala de clases. Para la asignatura de literatura de octavo básico, en el Liceo Asunción de Talcahuano, Assmann tuvo que realizar un ensayo sobre la bomba atómica, y entrevistó al profesor de Física sobre el funcionamiento de esa arma de destrucción masiva. Al docente le pareció admirable su capacidad para hacer preguntas y le propuso escribir sobre un tema científico que le interesara durante el fin de semana. Era la primera vez que Assmann exploraba las ciencias y eligió el virus Hanta. Con ese trabajo —que abordaba los síntomas y las formas correctas de prevenir el virus— ganó un cupo para el primer Congreso Explora de la Región del Biobío.
“Es necesario y tenemos que ser capaces de vincular la ciencia con la sociedad. Si no, no sirve de nada. Llevar la ciencia a todos los rincones, porque es un cúmulo de conocimientos que permiten que las personas puedan navegar bien por la vida”.
—Ese congreso, que era una iniciativa para niños, me abrió las puertas a un mundo inexplorado e impensado para mí —cuenta la Seremi—. Desde ahí, nadie me paró. Participé en laboratorios durante las vacaciones, en olimpiadas regionales y nacionales de Física, y en el programa “Científicos por un mes” del Centro de Estudios Científicos (CECs).
Su talento y esfuerzo la llevaron ser elegida por la NASA, cuando estaba en segundo medio, para participar en la construcción de un satélite que realizó mediciones atmosféricas. Apenas un año después, ganó un concurso de CONICYT para tener la oportunidad de determinar el período de rotación de un asteroide en un observatorio profesional. Aunque su familia quería que estudiara Medicina, Assmann decidió abrirse camino en un terreno, hasta ese momento, dominado por hombres: Licenciatura en Física en la Universidad de Concepción.
—Aunque éramos pocas, en pregrado no vi que se hiciera ninguna diferencia entre estudiantes hombres y mujeres —dice la científica—. Recién empecé a sentir esas diferencias en el trato durante el doctorado, pero nunca dejé que me afectaran.
En sus investigaciones, ha estudiado la composición y el origen de los agujeros negros, y su dinámica dentro de los cúmulos estelares. También ha desarrollado modelos matemáticos para simular la formación de galaxias enanas, que se comportan como satélites de nuestra Vía Láctea. Como el nacimiento de ese tipo de galaxias es todavía un misterio, Assmann diseñó un programa computacional que es capaz de determinar posibles escenarios de formación, y sus posibilidades de medición con la nueva generación de telescopios.
A principios de noviembre, Assmann asumió como Seremi de Ciencia para las regiones de O’Higgins, Maule, Ñuble y Biobío. Es la segunda autoridad regional en ser nombrada por el ministerio, luego de la ecóloga Olga Barbosa, quien estará a cargo de la Macrozona Sur.
—Esto surgió de improvisto —dice—. Yo estaba trabajando en Relaciones Internacionales de la Universidad de Concepción, promoviendo los proyectos de ciencia de la universidad a un nivel político. Así me vinculé con el intendente de la región y conocí el mundo de la política regional. Yo era de las que estaba en Twitter pidiendo que existiera el Ministerio de Ciencias. Este nombramiento fue como si me dijeran: “¿Quería ministerio? Ahora trabaje entonces”.
—En su carrera científica, ¿qué ha sido lo más difícil a lo que se ha enfrentado?
—El mayor desafío no ha tenido que ver con la ciencia en sí, ha sido el compatibilizar mi vida científica con mi familia. Porque siempre he tenido la suerte de hacer lo que he querido, estudiar lo que me gusta, tener acceso al financiamiento para realizar los proyectos, pero compatibilizar ambos aspectos de mi vida ha sido muy complicado y es un desafío diario.
—¿Cuál es el paso más urgente que tiene que dar la ciencia chilena?
—La ciencia es parte del ser humano y es transversal a todas las áreas, por eso, es necesario y tenemos que ser capaces de vincularla con la sociedad. Si no, no sirve de nada. Llevar la ciencia a todos los rincones, porque es un cúmulo de conocimientos que permiten que las personas puedan navegar bien por la vida.
—¿Qué rol debe cumplir en esta etapa que está viviendo el país?
—El gran rol del ministerio debe ser entregar la evidencia para poder tomar decisiones correctas. La evidencia científica debe ser parte de las decisiones en políticas públicas. En estos momentos, aplicar el pensamiento crítico es fundamental para avanzar.
Vía Explora Conicyt/Natalia Correa