Vía Chile Científico
El impacto de la crisis sanitaria del Sars-CoV-2 en la divulgación científica.
Todos los días escuchamos hablar sobre “la curva” del coronavirus: que si la curva de casos nuevos y de fallecidos por COVID-19 ha seguido una trayectoria “exponencial”, “lineal”, o “de meseta”. Sin embargo, existe otra curva sobre la cual se habla poco: la del increíble aumento de publicaciones científicas sobre este virus (SARS-CoV-2).
Según The Economist, sólo en los últimos tres meses, han aparecido más de 7 mil artículos sobre el SARS-CoV-2, principalmente en el área de la epidemiología y la virología. Lo más impactante es que el 20% de ellos se han publicado sólo durante la primera semana de mayo. Nature hace hincapié en que este aumento exponencial ha sido poco democrático, no sólo privilegiando a ciertas disciplinas, sino que perjudicando de manera importante a las investigadoras, debido a la sobrecarga de trabajo doméstico que han significado las medidas de confinamiento.
Cualquier persona que haya trabajado en la academia sabe que publicar es un proceso largo: no solo se invierte mucho tiempo y recursos en diseñar metodologías, recolectar datos, verificar resultados; sino que también en redactar los artículos para enviar a revistas académicas. Una vez ahí, comienza un largo proceso de iteraciones, evaluaciones a cargo de expertos externos, correcciones, y ediciones. Solo el proceso de publicación puede demorar, fácilmente, entre seis meses y un año. Todo eso, mientras – crucemos los dedos – no aparezca una publicación sobre el mismo tema en otra revista del área. Para muchos/as investigadores/as se trata de “publish or perish” lo cual quiere decir que, si quieres tener una carrera académica exitosa, “publicas o mueres” o “publicas para no morir” (de lo contrario “hasta ahí no más llegaste”).
¿Por qué se ha dado el aumento exponencial de publicaciones relacionadas al coronavirus?
Pueden existir varias explicaciones, unas más optimistas que otras. Entre las primeras, es posible que el aumento en el número de publicaciones se debe a una creciente necesidad de conocimiento: vivimos una pandemia por lo que, líderes políticos, periodistas, y ciudadanos/as están ávidos de respuestas rápidas para poder manejar la crisis. Del mismo modo, también se puede señalar que las características del SARS-CoV-2 son “únicas” y “excepcionales” generando un mayor interés de los/as científicos/as del área por estudiarlo: a diferencia de otros virus, el SARS-CoV-2 plantea un dilema apasionante entre baja letalidad, pero altísima tasa de contagio, lo que lo transforma en un coronavirus “brillante”.
Entre las explicaciones menos optimistas, es posible sugerir la geopolítica de la pandemia. Dejando de lado las teorías conspiratorias, a diferencia de otras pandemias, el SARS-CoV-2 ha azotado primera y terriblemente a los países desarrollados y no al sur global como crisis anteriores. China, Estados Unidos, y Europa Occidental no solo son célebres porque a estas latitudes el SARS-CoV-2 “llegó primero”, sino que además constituyen los centros del conocimiento mundial. Un ejemplo doméstico: estas regiones del mundo concentran los principales destinos elegidos por nuestros/as investigadores/as para cursar estudios doctorales a través de Becas Chile.
Ahora bien, los problemas de las líneas de investigación de estos centros constituyen “la primera línea” de la investigación de excelencia, concentrando las revistas de mayor índice de impacto y programas más competitivos. Es lógico, entonces, que lo que les afecte primeramente atraerá el interés de estudio, y no tanto lo que sucede acá en el sur global.
Retomando los datos publicados por The Economist, si se analizan las publicaciones realizadas durante el brote de ébola de 2014-16 y de zika de 2015-16 (que afectaron a África y América), solo se publicaron 100 artículos en Internet en formato “primeros avances” (que se conocen como preimpresiones o preprints), en lugar hacerlo en revistas académicas con revisión de pares (ya se mencionó cuán largo este proceso puede ser).
Entre las explicaciones que oscilan entre el optimismo y el pesimismo, es posible ubicar a los aprendizajes y dinámicas de la misma comunidad científica. Por un lado, se puede postular que los/as científicas han aprendido las consecuencias negativas de sus respuestas tardías. Según cifras oficiales de la Organización Mundial de la Salud, el coronavirus “anterior” (el MERS-CoV) generó 858 muertes en 2012, mientras que el SARS-CoV-2 ya alcanza más de 300 mil. Por otro lado, el alcance de la actual pandemia coincide con un cambio en las lógicas de la publicación académica: la creciente importancia de las preimpresiones y otras formas de divulgación dentro de la comunidad científica (almetrics o DORA).
La importancia de las preimpresiones o preprints
El artículo de The Economist muestra que los repositorios de preimpresiones están cobrando mayor importancia, relegando la publicación en revistas académicas a un lugar “menos relevante” para los/as investigadores: las preimpresiones se encuentran en servidores en línea, ofrecen la oportunidad de divulgación de la información rápidamente y con un mínimo de formalidades; lo cual ya constituye una tendencia en áreas como matemáticas, física, y epidemiología. Es importante señalar que para “subir” investigaciones a estos servidores virtuales, los manuscritos siguen una estructura de artículo académico. Una vez “arriba”, el repositorio ofrece la oportunidad de leer, descargar, y realizar comentarios gratuitamente (porque, claro, el acceso a la mayoría de las revistas científicas nunca es gratis).
Por ejemplo, el genoma del SARS-CoV-2 fue publicado de esta manera a solo 10 días de ser aislado en un laboratorio chino en enero de 2020 (recordemos que los primeros casos reportados en Chile datan de marzo 2020). Esta rapidez ha permitido innovar en la creación y distribución de exámenes de detección, la elaboración de medicamentos para tratar la COVID-19, y una carrera mundial por el desarrollo de una vacuna, lo cual ha derivado en proyectos colaborativos internacionales. Para la investigación tanto en virus como de la enfermedad, los servidores de preimpresiones más importantes son bioRxiv (originado en 2013, orientado a ciencias biológicas) y medRxiv (originado en 2019, orientado a investigación en salud y medicina).
Los repositorios mencionados son gestionados por el Cold Spring Harbor Laboratory de Estados Unidos (importante detalle geopolítico). Si volvemos al artículo de Nature en donde se analiza la brecha de género en el número de publicaciones durante la pandemia, las estadísticas corresponden a preimpresiones y no a artículos de revistas académicas (importante detalle contra el optimismo desmesurado).
¿Una luz de esperanza en la carrera académica?
Los escenarios posibles oscilan entre el optimismo y pesimismo. ¿Podría comenzar a gestarse una nueva ética dentro de la comunidad científica?, uno de cuyos vicios ha sido su extrema competitividad. Si bien, puede constituir un aporte democratizador del conocimiento dentro de la comunidad científica, sus alcances pueden ser limitados debido a que no ataca otros vicios como: la brecha de género, las pobres condiciones laborales, una línea más en la lista de cosas por hacer y cumplir en la carrera académica, sobreinformación, la jerarquización de “los verdaderos científicos” y “los humanistas” (en alusión a quienes nos dedicamos a las ciencias sociales y humanidades), entre muchos otros.
En días en que la pandemia de la COVID-19 solo parece ser sinónimo de hambre y muerte, pensemos en que no solo se ha abierto la posibilidad de cambiar la forma en que vivimos como sociedad, sino que en la que hacemos ciencia: que el publicar para no morir abra espacio al publicar para compartir (y, mientras tanto, vivir).
Puedes conocer más sobre las preimpresiones en el siguiente video.