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Biocomunicación: cómo se comunican los organismos en la naturaleza

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Red de Ecología Funcional, Red de Interacciones Multitróficas, Instituto de Ecología, A.C.

Fig. 1. León rugiendo. Foto: Royalty free image.

Resumen 

Los organismos se comunican de diferentes formas con otros organismos con los que interactúan. El estudio de las formas de comunicación se conoce como biocomunicación. Generalmente es por sonidos, formas y colores; pero puede ser química (feromonas), y actualmente se investiga que algunas flores pueden “oír” a los polinizadores.

Palabras clave

Fig. 2. Abeja, Apis mellifera, en flor compuesta. Foto: Armando Aguirre Jaimes

Biocomunicación, feromonas, mimetismo, polinizadores, interacciones, zumbidos, recompensas, moscas, abejas, esfíngidos.

 

Fig. 3. Flor de la parásita Rafflesia arnoldii. Foto: pinterest.com

Artículo 

Los organismos mantienen comunicación con otros, ya sean de la misma especie o de diferente especie, y esta comunicación es lo que permite los diferentes tipos de interacciones ecológicas. En sentido amplio la comunicación se define como el estímulo recibido por un individuo que le fue enviado por otro, así la manera como los organismos se comunican en la naturaleza se conoce como biocomunicación. Debido a que, como parte del reino animal, los humanos compartimos mecanismos de biocomunicación que presentan diversos animales silvestres a través de la vista, el tacto, el oído, el olfato y el gusto, nos resulta familiar entender o interpretar sus mecanismos de comunicación. Por ejemplo, se habla de la agudeza visual de las águilas que les permite distinguir una presa particular a grandes distancias; el plumaje colorido y exhuberante que exhiben los machos de algunas aves que al ser vistoso atraen parejas; y que decir de los suaves trinos de aves y canticos melodiosos de las ranas para atraer a las parejas. Aunque más notables son las vocalizaciones de algunos monos para alertar el peligro a la manada, o los rugidos y balidos fuertes e intensos que grandes felinos y elefantes producen cuando defienden sus territorios. Aunque también la comunicación puede ser incolora y silenciosa por medio de las feromonas, sustancias químicas volátiles secretadas por diversas estructuras que se dispersan en el aire a grandes distancias, las cuales juegan papeles importantes en la atracción sexual en diversos animales.

Fig. 4 Flor de la hierba Amorphophallus titanum. Foto Radek Petrasek Nat Geo España

Pero, ¿cómo se comunican las plantas con los diversos organismos con que interactúan?

Las plantas a lo largo de su evolución han desarrollado diversos mecanismos para atraer a otros organismos que las ayudan en su reproducción. Es muy conocido que las flores de algunas plantas son extremadamente vistosas en formas y colores, a veces grandes y solitarias (como algunas orquídeas) y a veces pequeñas pero numerosas y agrupadas (como las margaritas), por lo que funcionan como grandes escaparates que pueden ser identificadas visualmente a la distancia por los visitantes florales.

Fig. 5 Mimetismo batesiano entre Malpiga glabra (derecha) y Oncidium cosyimbephorum (izquierda). Foto Gustavo Carmona.

Algunas plantas son más sofisticadas y combinan en sus flores, colores y/o formas vistosas con la producción de compuestos químicos volátiles (feromonas), con lo cual su presencia puede ser reconocida a grandes distancias por polinizadores muy específicos. Tal como ocurre con algunas orquídeas, por ejemplo, las especies de Stanophea [toritos] y de Catasetum que sus flores emiten aromas suaves y dulces que atraen abejas (Euglossini) y abejorros (Centridae); o las impresionantes flores más grandes del mundo Rafflesia arnoldii (planta parásita con más de 1 m de diámetro) y  Amorphophallus titanum (planta herbacea, con cerca de 3 m de alto y 1 m de diámetro) que sus olores asemejantes a carne en descomposición son captados por moscas carroñeras (Sarcofagidae) que actúan como sus polinizadores.

Por otro lado, hay plantas que aprovechan la inversión en recursos y adaptación que han hecho otras para producir recompensas florales y asegurar los visitantes florales (llamadas flores modelo), por lo que al coexistir con ellas han desarrollado flores con formas, colores y tamaños muy semejantes, pero sin recompensas (llamadas flores imitantes). Así que los visitantes florales no alcanzan a distinguir entre las flores de las dos especies que visitan indistintamente, pero transportan el polen de las flores imitantes polinizándolas. Este mecanismo de engaño floral se conoce como mimetismo batesiano y se reconoce en un gran número de especies de orquídeas (Subfamilia Oncidiinae).

Fig. 6 Abeja Augochloris metallica vibrando las anteras en Solanum rostratum. Foto: Mark W. Moffet_Nat Geo España

Por otra parte, algunas flores pueden presentar intrincados mecanismos para la liberación de polen ya que este no se expone libremente en las anteras que puede ser tomado por cualquier visitante, sino que las anteras son como pequeños tubos con un diminuto orificio en la parte superior por donde es expulsado el polen. Para que esto suceda, algunos grupos de abejas sujetan las anteras y las agitan (sacuden) zumbando al vibrar unas estructuras que tienen en el abdomen lo que provoca la salida del polen. De esa forma obtienen el polen para alimentarse, pero una parte se queda en su cuerpo que es llevado a la siguiente flor que es polinizada. Esta interacción se conoce como polinización por zumbido.

Fig. 7 Murciélago Glossophaga commisaarisi en flor del árbol Crescentia cujete. Foto: Merlin D. Tuttle Nat Geo España

También puede ocurrir comunicación acústica entre plantas y animales. El ejemplo clásico es la polinización por murciélagos, donde estos emiten ondas sonoras por la boca o nariz que se reflejan de una forma particular y reconocible en la corola de aquellas flores que ofrecen una gran cantidad de néctar o polen como recompensa a cambio de polinización.

Fig. 8 Flor de la primavera de playa, Oenothera drummondii, que produce néctar en respuesta de los sonidos de los polinizadores. José G. García Franco

 

Recientemente se ha propuesto que algunas flores también pueden “oír” a los polinizadores y entonces responder rápidamente produciendo néctar para que sean visitadas. Esto es, las flores funcionan como órganos sensoriales auditivos, que captan las muy particulares vibraciones producidas por las alas de sus polinizadores al acercarse volando, como si fueran antenas satelitales captando la señal de la televisión. Eso estimula la producción de néctar de tal forma que las flores no desgastan la recompensa en visitantes florales que no son polinizadores.

Lo anterior sugiere que la idea de que las plantas crecen mejor si escuchan “música” puede ser muy cierta, pero hay que seguir investigando en este nuevo campo, y en algunos otros nuevos como la forma de comunicación entre plantas.

 

Fotografías:

  • Fig. 1. León rugiendo. Foto: Royalty free image.
  • Fig. 2. Abeja, Apis mellifera, en flor compuesta. Foto: Armando Aguirre Jaimes
  • Fig. 3. Flor de la parásita Rafflesia arnoldii. Foto: pinterest.com
  • Fig. 4 Flor de la hierba Amorphophallus titanum. Foto Radek Petrasek Nat Geo España
  • Fig. 5 Mimetismo batesiano entre Malpiga glabra (derecha) y Oncidium cosyimbephorum (izquierda). Foto Gustavo Carmona.
  • Fig. 6 Abeja Augochloris metallica vibrando las anteras en Solanum rostratum. Foto: Mark W. Moffet_Nat Geo España
  • Fig. 7 Murciélago Glossophaga commisaarisi en flor del árbol Crescentia cujete. Foto: Merlin D. Tuttle Nat Geo España
  • Fig. 8 Flor de la primavera de playa, Oenothera drummondii, que produce néctar en respuesta de los sonidos de los polinizadores. Foto: José G. García Franco

Publicado por El Portal

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