Huertos que enseñan y alimentan

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2025

Los huertos enseñan cómo funciona la naturaleza y cómo podemos convivir con ella. Por ello, Revista Mi Jardín, animó a todos los colegios a poner en marcha un proyecto de este tipo. El ganador del primer concurso de huertos escolares organizado por Revista Mi Jardín y Cultivarte Agroambientales, un proyecto motivador que puede incentivar a otros colegios.

Publicado por Revista Mi Jardín

Los huertos escolares dan para mucho pero, como era el primer concurso, no queríamos ser ambiciosos y empezamos pidiendo unas pocas fotos y una pequeña descripción de estas. Al recibir proyectos maduros y originales nos llevamos una grata sorpresa. La deliberación del jurado fue difícil, todos los colegios se merecían un premio por el proyecto que estaban realizando (y así fue), pero hubo uno que sobresalía por lo completo, la participación de la comunidad educativa, lo bonito que está el huerto y la labor solidaria que realizan. Hablamos del huerto del Colegio Bartolomé Nicolau, en Talavera de la Reina (Toledo). Para saber más sobre este interesante proyecto nos hemos puesto en contacto con Rai, impulsor y coordinador del proyecto, además de profesor del centro.

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Así es este huerto

Hace casi 9 años nació la necesidad de crear un proyecto que fomentara el arraigo del alumnado al centro. Se buscaba crear comunidad. Se propuso crear el Club de Naturaleza, un grupo de familias que hiciera actividades al aire libre los fines de semana. Entonces alguien propuso que el club creara un huerto en el colegio como una de las actividades. Rai tenía experiencia en huertos escolares, ya que llevaba el del colegio en el que había estado anteriormente. También había madres y padres con conocimientos de huerto. Empezaron en 12 neumáticos.

La idea funcionó y el club salió adelante. El huerto también. Poco después, se amplió a un terreno de unos
90 m2. Pasaba el tiempo y el club seguía funcionando. El huerto ya formaba parte del centro. No solo lo usaba el club los fines de semana, sino que también lo utilizaban profesores y profesoras como herramienta para aplicar en sus clases. Entonces, aprovechando una ampliación del centro educativo, ampliaron también el huerto. Pasó de tener 90 m2 a los actuales 400. Una superficie que podría ser demasiado grande si no fuera por la colaboración de las familias que, entre sus actividades de fin de semana, incluían la visita periódica para mancharse las manos de tierra.

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Rai está al llegar allí los domingos, con las tareas pendientes en la cabeza. Entre todos y todas (mayores y pequeños) se organizan y se ponen manos a la obra. Rai pasa también los recreos en el huerto, esperando a quien quiera venir. Nos cuenta que este curso ha notado un gran aumento de participación. Cada vez son más los chavales que deciden acercarse al huerto como actividad en su tiempo libre, manteniendo siempre las medidas de higiene necesarias.

¿Qué hay en el huerto?

En el huerto podemos encontrar desde variedades tradicionales, hasta un oasis de mariposas en el que cultivan plantas de las que se alimentan las orugas y flores en las que liban los ejemplares adultos. También hay un invernadero que montaron en el Club de Naturaleza, un hotel de insectos, aromáticas y los bancales, que permanecen cultivados todo el año.

Durante el curso, la cosecha se reparte entre el alumnado o se usa para hacer talleres (como uno de ensalada que han hecho este curso en educación infantil). Pero durante el verano, las familias que lo mantienen dan la cosecha a los comedores sociales de Talavera. Un proyecto redondo que no se limita a cultivar la tierra, sino también a cultivar valores de solidaridad y civismo.

Rai, la pieza clave

Rai es el coordinador y promotor del proyecto de huerto. Con 25 años como docente, lleva casi 20 con proyectos de huerto escolar. Es maestro de primaria y también profesor de educación física. Tiene muy claro lo valioso que es este recurso en el colegio. Y es que considera que, aunque el libro es un recurso fantástico, la educación debería ser más manipulativa y experimental y usar el libro solo como apoyo. En este sentido, el huerto es una manera de aprender desde lo real y de una forma contextualizada, porque es la naturaleza del colegio la que enseña. «Tener el huerto es tener la naturaleza en el propio centro», dice.

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Entre sus proyectos está el de recuperación de semillas tradicionales, recibidas de hortelanos y hortelanas de Talavera y alrededores, pero también de intercambios con otros centros o, incluso, traídas desde tierras mapuches de Chile. Con este banco de semillas han aprovechado para hacer diferentes actividades educativas: desde una investigación sobre la cultura mapuche hasta intercambios con otros colegios, pasando por enterrar semillas y mensajes en una «cápsula del tiempo» que desenterrarán dentro de 7 años. También han usado el huerto para dar contenidos del currículo.

Entre las tantas iniciativas que han echado a andar, destacan algunas muy curiosas, como, por ejemplo, una gymkana de orientación con un mapa del huerto para buscar los alimentos perdidos; un recetario del cole con estos alimentos perdidos; una revista; un programa de radio… y otras tantas cosas que hacen y que harán. Y es que, según Rai, «solo hay que pararse a pensar un rato y probar para saber cómo adaptar el huerto a los contenidos y los contenidos al huerto. Y el resultado es muy reconfortante».

Nuevos proyectos gracias al premio

Preguntado por si ha pensado qué hacer con el premio del concurso, lo tiene claro: poner en marcha un proyecto de compostaje comunitario. Para ello ya ha empezado a pedir al alumnado que traigan los restos orgánicos de su casa. Por cada bolsa que traen, se llevan un paquete de cromos. Pero no son unos cromos cualesquiera. Ha creado un álbum con las semillas del banco del cole. En este, al igual que hay en los álbumes convencionales, hay semillas más fáciles de conseguir y otras más difíciles. Ahora son los niños y las niñas quienes organizan la entrega de restos orgánicos y los intercambios de cromos. Todo un plan de motivación que pretende conseguir que sean las familias quienes se acostumbren a llevar la materia orgánica a las composteras que pretende comprar.

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El Club de la Naturaleza

Este huerto es solo una parte del proyecto que se puso en marcha en 2011-2012. Además de ir a realizar las labores propias del huerto, este grupo de familias talaveranas se reúnen para hacer otra gran cantidad de actividades. Abierto a la participación de cualquier persona del municipio, entre las actividades que han realizado, Rai nos cuenta que han hecho acampadas, rutas en bici, visitas a almazaras, apicultores, centros de educación ambiental… todas ellas relacionadas con la naturaleza y la cultura popular del territorio. Tan exitoso estaba siendo el proyecto que, antes de que todo parara en marzo debido al coronavirus, estaban teniendo actividades con más de 100 personas.

¿Y cómo se organiza esto? Con reuniones abiertas a toda persona interesada. En ellas quien quiere propone actividades y entre todos deciden lo que se hace. Entonces, quien ha propuesto la actividad, la organiza. Así hay un reparto de tareas y una toma de decisiones democrática. Este club no sería sin el huerto así como el huerto no sería sin el club. Un proyecto completo y digno de premios que esperamos que dure muchos años más. Hacen falta muchos proyectos más como este que enseñen a los más pequeños a cuidar la naturaleza y a vivir en sociedad. Y es que, como dice Javier, papá del Club de Naturaleza: «La azada humaniza a las personas».

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